CAPÍTULO XXIII: EN UNA PIJAMADA DE CUATRO CABEN SEIS

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NARRA LUKAS

No quería soltarle, anhelaba que llegará esté momento, sentir su respiración cerca de mi, sus labios, su lengua, su todo. En fin, era el mejor día de mi vida, la sonrisa que traía en el rostro era imposible no tenerla. Me separé delicadamente de sus labios mirándolo a los ojos.

–tu eras el Batman de la fiesta de Halloween –se limitó a decir sonriendo.

Asentí avergonzado, lo acerque más a mí posando mis manos en sus caderas y lo abracé, apoye mi cabeza en su hombro respirando el aroma que emanaba, su perfume que hace mucho tiempo no lo podía sentir en mis fosas nasales, era el olor más exquisito. Él en cambio tenía su cabeza apoyada en mi pecho, al igual que sus manos.

–al fin te recuerdo Lukas...

Sonreí y se que él también lo hace. Entrelace nuestras manos llevándolo a la salida del baño, el nerviosismo de Thomas se notaba a kilómetros, su mano sudaba, le acaricié con mis dedos para tranquilizarle.

–¿Crees que nos dirán algo?

–¿que más da si lo hacen?, yo soy feliz así –le besé la mejilla produciendo una sonrisa de su parte.

Salimos del baño con las manos entrelazadas y todas las miradas se posaron en nosotros, caminé sin más por el pasillo recibiendo miradas de desaprobación y otras neutras, sin importancia. Lo llevé hasta la cafetería para encontrarnos con Sam, al entrar fue inevitable no reír cuando vi la mirada de Samantha puesta en nuestras manos, al igual que fue inevitable que todos los capullos se dieran cuanta, gracias al grito de nuestra querida amiga. Corrió hacia nosotros y nos abrazó, mejor dicho abrazó a Thomas.

–¡Amo a Lumás!

–Lu... ¿Que?

–Lukas y Thomas –alzo los ojos, la miramos raro–los shipie imbéciles.

–¿Eh?

–ahs... No pueden ser más tontos, mejor vamos a sentarnos.

Caminamos hasta la mesa en la que estaba Sam. Mis ojos no podían dejar de mirarle a cada momento en el que hablaba y reía con nuestros amigos, esa sonrisa hermosa, la cual solo a mi me encantaría apreciar, no desaparecía de su lindo rostro. José también vino y se sentó junto a nosotros.

–¿Cómo están tus padres? –pregunto Tom.

–pues bien, ellos desean verte, les caes bastante bien.

–genial, a mi igual.

–¿Que tal si váis todos a quedarse está noche a mi casa? –sonrio José.

Miré a Thomas, quién me miró a mi, le di una afirmación y el asintió. Todas las miradas se fueron a Sam, la cuál también asintió emocionada.

–lo siento chicos, pero yo no puedo ir –solto Nick

–¿Por que? –le pregunté.

–es que... –se rascó la nuca con nerviosismo–son cosas... Ya saben... Privadas.

Tocaron el timbre para entrar nuevamente a clases, no quería separarme de Thomas, me despedí besándole la mejilla y fui a la clase de física con Nick.

Nos sentamos donde siempre.

–¿Que harás esta noche? –pregunte derrepente.

–n-nada.

–venga tío cuéntame, somos amigos... ¿Que hará Nick un viernes por la noche? –sonrei con picardía.

–vale... Tengo una cita.

–¿Una cita?

–¡No te rías cabrón! –me dió un empujón.

–vale, vale... Y ¿Con quién te estás liando?

Su vista rápidamente fue a parar a la entrada del aula, donde venía la vieja amargada ¿Sonriendo?

–¡No me jodas! –rei con nerviosismo–¿Te estas follando a la profe? –susurre.

–¡shuu! ¡No le digas de esto a nadie gilipollas!

–vale, yo soy una tumba –sonrei–¡Que fuerte tío!

NARRA THOMAS

Le dije a mi madre que me cubrirá de papá solo por esta noche, salí a paso sigiloso de la casa, mire a una esquina de la calle donde me esperaba Sam y Lukas, corrí hacia ellos y me subí al auto.

–tiene dos papás –solte.

Lukas y Sam reían en los asientos delanteros dándome a entender que no me creían, puse mi semblante más serio, sin embargo reí con ellos, ser serio no es lo mío.

–no se burlen, ¡es verdad!

–vale... –siguio riendo Sam.

–y nosotros Thomas, ¿Adoptaremos a un niño? –levanto sus cejas Lukas.

Me ruboricé en mi asiento, sin responder. ¿Quiere adoptar a un niño?, ¿Conmigo? Tendríamos una casa cerca de la playa, con la brisa chocando cada tarde en la ventana y el sonido de las olas rellenando nuestros oídos, un balcón con vista al mar dónde podríamos apreciar cada atardecer sentados en unas sillas de madera con una mesilla en medio donde estarían varadas nuestras tazas de chocolate con malvaviscos, tomados de la mano y con dos pequeñines corriendo por el lugar jugando al pillarse...

–¿Solo a uno? –volvimos a reír los tres.

–quizas que cosas pasaban por aquella cabecita loca.

Cuando llegamos José nos esperaba afuera, me dio mucha ternura verlo sonreír cuando nos vio llegar, parecía un niño esperando por los invitados de su cumpleaños. Nos saludo y nos hizo pasar, pasamos por la cocina y recordé la primera vez que estuve aquí, una leve sonrisa apareció en mis labios. Entramos a la sala, había un enorme sofá de color blanco y rojo, en la pared iba pegado un gran plasma y la mesa de centro estaba llena de golosinas, bebidas, cabritas, en fin chucherías para comer y beber.

–¿Que película queréis ver? –pregunto José.

–mmh...

–¡bajo la misma estrella! –chillo Sam.

–cuando Sam deja de lado su modo "perra no, perrisima" por Pinky friends forever  –bromeo Lukas.

–¡Hey, gilipollas! –le lanzó una almohada en la cabeza.

Después de un largo debate, decidimos ver “divergente”, Esa película me encanta. A mi criterio Tris hizo muy bien al elegir osadía, ya que era lo que ella le gustaba, sin importarle la opinión de sus padres y de los demás, probablemente yo tendría que hacer lo mismo, elegir lo que a mi me gusta, sin importar lo que mis padres digan, habrá gente que me apoyará y otras que solo me criticarán y me derrumbaran.

–¿Que estáis viendo? –pregunto uno de los padres de José entrando a la sala.

–divergente.

–que película tan chula... Pues en una pijamada de cuatro, también caben cinco.

–y en una de cinco caben seis –dijo su otro padre lanzándose al sofá con todos juntos.

Los padres de Jos molan bastante, son los tíos más simpáticos que podréis conocer. Con Lukas se llevaron muy bien, bromearon y jugaron en el mayor transcurso de la película, lanzaban cabritas y almohadas de un lado a otro, son como niños pequeños en cuerpos de adultos.

El brazo de Lukas me rodeaba por los hombros, me sentía muy cómodo a su lado, tenía la calidez que en Julián no había. Subí mi vista a su rostro, observando cada facción de su cara, su sonrisa era perfecta, antes no me había dado cuenta pero bajo de su labio inferior tenía un pequeño lunar y creo que lo observó groseramente ya que se ríe de mí. Se acercó lentamente a mi, con nerviosismo, no se que mierda seremos ahora pero mis ganas de besarlo era más grande, termine por romper el corto espacio que separaba nuestro labios juntándolos en un delicado y tierno beso.

amor de un adolescente perdidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora