En el momento en que los húngaros iban a iniciar la marcha, El conde Hermen se presentó ante el jefe de los patrias y, al tiempo de inclinar ligeramente la cabeza y dibujando en sus labios una leve sonrisa, dijo:
―Perdonad, conde Andrassen.
El grupo prestó atención.
―Su majestad la emperatriz ―añadió el enviado― desea que en el próximo baile seáis su pareja.
Las miradas de todos los presentes se cruzaron sorprendidas.
El emisario de su majestad, una vez cumplida su misión, se retiró. Sissi aguardaba impaciente. El profesor Hans sintió un gran alivio y en todo el salón había una expectación sin límites.
―La atención con que la emperatriz te distingue en este momento ―exclamó con vehemencia el doctor Hans― es la prueba más palpable de los buenos deseos de sus majestades. Tenemos la obligación de aceptar.
El conde Andrassen pareció dudar aún.
―No podremos dar valor a la actitud de la madre, cuando el proceder de la emperatriz la desvirtúa tan categóricamente.
―Sea ―aceptó complacido Andrassen. Y encarándose con una de las ramas del grupo, dijo―: Condesa Carol ¿Por qué no sacáis a bailar al emperador?
El conde Andrassen se encontraba ya frente a la emperatriz, ante la que se inclinó.
Sissi avanzó unos pasos hacia la corta escalinata, aceptando la mono que le ofrecía Andrassen para bajarla. Sissi sonrió y el aristócrata húngaro le correspondió con respeto.
La música resonó en el lujoso salón, y ante la admiración de los reunidos, la pareja formada por la emperatriz y el conde Andrassen abrió la danza.
Francisco José, en pie, contemplaba la escena con satisfacción. La voz de su madre resonó cortante en sus oídos.
― ¿Y te quedas sin decir una palabra?
El emperador, sin cambiar la expresión de su rostro, volvió la cabeza hacia la archiduquesa para decir con pausa:
―Desconozco las razones que Sissi haya podido tener para dar un paso así, pero siempre estoy de acuerdo con lo que ella hace, sea lo que fuere.
La contestación concreta de Francisco José dejó a su madre suspensa por largo rato.
En esto, la condesa húngara Carol hinco la rodilla ante el emperador para solicitar:
―Majestad, os ruego me concedáis este baile.
Francisco José adelantándose cortésmente, al tiempo de pronunciar:
―Encantado.
Las notas rítmicas de un vals fueron seguidas durante varios compases por las dos parejas que habían iniciado el baile. Después, a una indicación del emperador el salón se llenó completamente de parejas que danzaron al son de aquella música tan significativa para muchos, pues al compás de su ritmo se confundían dos pueblos que se amaba por sus sentimientos, sus mismas ambiciones, su religión...
La archiduquesa Sofía no quería comprender aquella expansión de los espíritus que aunaba sentimientos. Por eso, levantándose de golpe, exclamó encarándose con su esposo:
―Para mí, el baile ha terminado.
―Pero ¿a dónde vas? ―preguntó el padre del emperador, moviendo la cabeza en un elocuente gesto de resignación.
No tuvo contestación, ya que la archiduquesa siguió indiferente su camino.
De pronto, un murmullo general, mezclado con algunos gritos de angustia, invadió el amplio espacio del gran salón. La música cesó. La archiduquesa se volvió rápida.
― ¿Qué pasa? ―preguntó, alarmada―. ¿Un atentado?
Aunque nadie le contestó porque todos tenían puesta su atención con lo que sucedía en el centro de la sala, bien pronto pudo enterarse de los movimientos que habían producido aquellos mementos de alarma.
― ¡La emperatriz se ha desmayado! ―exclamaron varias voces casi al mismo tiempo.
Francisco José, que había acudido apresuradamente al lado de su esposa, recibió de manos del conde Andrassen el cuerpo de la joven totalmente inanimada.
― ¡Sissi! ―exclamó con angustia.
Cogió en brazos a su esposa y se la llevó, cruzando la estancia entre la doble hilera de personalidades, que se apartaban en silencio a su paso.
Momentos más tarde, el médico de palacio subía apresuradamente a las habitaciones de la emperatriz.
Continuara...
Escritora: lamento la calidad de las imágenes. :)
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SISSI EMPERATRIZ
RomanceSissi se adapta lentamente a la vida como emperatriz de Austria luego de a verse casado con Francisco José; pero le cuesta trabajo aprender el riguroso protocolo de la corte de Viena; a esto se le suma la difícil relación que mantiene con la todopod...