Capítulo 5.

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Maratón. 3/3.

Aceptaron. Jaime y Matilde aceptaron ir con migo a España, no tuve que rogar demasiado, por lo menos no a Matilde, Jaime como siempre pensó en el que diría papá, pero de inmediato lo convencí de que a él no le importaría y que al contrario aceptaría, pues sabría que con ellos dos iré segura.

Estoy lista para mi graduación, el vestido que mamá compró es hermoso. Así se aclaró la duda del porque salieron ayer todos, compraron trajes y vestidos para mi graduación.

─Hija, ¿estás lista?─ pregunta mamá, entrando a mi habitación.

─Sí, madre.

─Te vez... hermosa. Creo que hermosa es poco.

─Gracias.

Camina a pasos rápidos hacia mí y me envuelve entre sus brazos.

─Ya eres toda una mujer─ dice mientras deshace el abrazo.

─Mamá, solo me gradúo.

─Lo sé, pero dentro de poco... solo... yo... te amo hija.

Vuelve a abrazarme, pero esta vez con más fuerza, tanta que creo que moriré asfixiada.

Sí. Exagero, pero de verdad me ahoga.

─Hay que irnos, se hará tarde─ digo como puedo.

─Sí, tienes razón. Vámonos.

Todo estaba bien. Si tan solo él estuviera aquí, todo sería perfecto. Tal parece que olvidó su promesa.

(...)

─Gabriela Baeza Pérez─ subí al escenario, lo demás probablemente ya lo saben, saludar a cada uno de los miembros que van para hacer entrega de los títulos, recoger el título, foto de recuerdo y abajo, si... si eso es todo.

Lo difícil venia después de que todo mi curso terminara de recibir los títulos. Veinte minutos después era tiempo

Subí nuevamente al escenario y mis padres, Matilde y Jaime, se veían confundidos. No se los había dicho. Quería que esto fuera una sorpresa.

Me posicioné detrás del atril y acomodé el micrófono para tener un mejor alcance. Mis ojos viajaron hasta el lugar vacío con reservación especial, tenía la esperanza de que estuviera ahí, aunque era algo imposible, pero seguía siendo eso; nada más que un asiento vacío.

Llego el momento, como lo practicamos. Puedes hacerlo.

─Veinte años...veinte años son los que nos esforzamos por avanzar, por mantenernos dentro del rango de "los mejores", porque por algo estamos aquí hoy. Alcanzando el éxito.

Hice una leve pausa.

─El éxito que compartimos con las personas que nos importan y que han estado con nosotros conforme pasa el tiempo. Que nos cuidan y nos valoran. Que permanecen.

Miré a mis personas especiales. Esos que siempre estaban conmigo sin importar mis errores. Ellos cuatro me apoyaron desde pequeña y los amaba como a nadie.

─Ellos están aquí justo ahora, viéndonos en nuestro máximo alcance por el momento, están aquí por esa persona especial, esa persona que los llena de orgullo, que probablemente les falló en un momento y que como todos prometió no hacerlo de nuevo, pero ahora, ahora estamos dándoles el mejor de los triunfos a esos seres tan maravillosos. Los únicos que son capaces de darlo todo sin recibir nada a cambio. Los que nunca se fueron a pesar de que nuestras acciones, comentarios y comportamientos no dejaban nada más que esperar.

Sonreí en dirección a mi padre, mi héroe.

─Papá una vez me dijo que las personas que no valen la pena se van de nuestro lado y que lo hacen para dar paso a personas que realmente merecen estar aquí, ser parte de nosotros y disfrutar de lo poco o mucho que les brindamos. Que el mundo se mueve por el dinero, pero que eso no te hace ser feliz, la felicidad es la familia y que la familia es algo con más valor que el dinero.

Asintió y me brindó una sonrisa reconfortante.

─Hoy sé que eso es verdad y agradezco a mi padre, porque gracias a él soy quien soy ahora, una mejor persona, alguien que valora lo que tiene y que no demuestra sentimientos falsos a nadie. Alguien que lucha por lo que quiere y que no espera nada de nadie. Alguien fuerte con el valor de aceptar cualquier reto que se le presente, sin importar si cometo un error en el proceso, porque no hay más grande error que el dejar pasar una oportunidad por miedo.

Los graduados y la gente que los acompañaba asintieron en modo de afirmación a lo que había dicho.

─Agradezcan a ellos, solo ellos son quienes nos impulsan a ser mejores día con día. Nos hacen mejorar y nunca nos abandonan esto es por ellos y para ellos. Hagamos que se sientan orgullosos siempre.

Todos se mantuvieron callados durante mi discurso, pero apenas di las gracias por la atención prestada, el lugar explotó en aplausos, gritos y silbidos por parte de mis compañeros de curso. Es realmente increíble, no pensé que les gustaría, pero tal fue mi sorpresa al darme cuenta que si les gusto.

Bajé del escenario, mis padres Mati y Jaime corrieron hasta donde estaba. Mamá me abrazó seguida de Mati y Jaime. Mi padre me veía pero no decía nada cuando dejaron de abrasarme él se acercó a mí y me abrazó, los demás se alejaron un poco y papá habló.

─Estoy muy orgulloso de ti, eres lo mejor que me pudo haber pasado. Sé que no te lo digo muy seguido, pero eres mi bebé y si soy duro y frio contigo es porque quiero que seas la mejor en todo lo que haces, todos los retos, todos y cada uno de ellos son para que nada te sorprenda en un futuro. Por lo menos no al grado que te derrumben. Te amo, bebé─ me dio un abrazo tan fuerte que creí que me rompería, pero no me queje. Nunca hacía esto y ahora que lo hace no tengo la intención de hacer que pare.

─También te amo, papá.

El abrazo perdía fuerza.

─Bueno, no me gusta interrumpir momentos felices, pero hay que irnos─ habló Jaime, viendo con ternura el momento.

─Cierto, aún falta la sorpresa─ dijo papá

─Amo las sorpresas. ¿Vamos?

Caminamos hasta mamá y Mati.

(...)

Hace ya un rato que la fiesta comenzó y no le veo intenciones de acabarse pronto.

Me encuentro ahora mismo entre los brazos de Jaime, quien me felicita por un logro más en mi vida. De nuevo.

Me siento... estresada, no sé cómo explicarlo. Estoy cansada, pero no quiero que esta fiesta llegue a su fin. No la fiesta en sí, lo que no quiero que acabe es esto. Estar con mi familia y amigos más cercanos es algo que me gusta mucho. Aunque no estoy completa del todo.

Suelo ser una persona fría y poco sociable, pero amo a mis amigos. Sé que ellos a pesar de ser pocos, son los correctos y no me fallarán.

No veo a papá ni a mamá por ningún lado. Hace como unos cinco minutos Jaime estaba apretujándome entre sus brazos. Ahora él y Matilde tampoco están. Desde ayer noté a todos algo raros, como si ocultaran algo.

Recibo un mensaje de Jaime, el cual dice que necesita una ¿toalla rosa?, solo hay un lugar donde esas toallas se encuentran. Mi habitación.

Camino hasta la puerta de mi casa y entro rápidamente. No sé para que quiera una toalla rosa, pero solo hago lo que me pide. Estamos en la misma casa ¿porque me envía un mensaje?

Llego hasta la puerta de mi habitación. Todo está oscuro, enciendo la luz y lo que veo me deja perpleja.

─Sander─ susurro mientras las lágrimas se acumulan en mis ojos.

Loco Posesivo © |Editando.|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora