Capítulo 32.

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Ese error, ese maldito primer encuentro fue el que dio paso a todos los demás. Las cosas con Camille no sucedieron como ella lo había dicho, pero no fue su culpa, fue la mía.

‹‹ -Mas, James.- sus mejillas estaban sonrojadas y sus voz salía entre gemidos y jadeos.- más profundo.

Tomé su cintura y de un rápido movimiento la penetré con más fuerza. Ella tenía el poder de volverme loco con solo mover los labios y pronunciar palabras calientes y en ocasiones sucias.

Era la tercera vez en el día que la follaba. Parecía una mujer insaciable, el tipo de mujer que me gusta.

-James, casi llego.- musitó.

Lo hicimos al mismo tiempo. Caí en su pecho, estaba agotado. El sonido de su corazón era como el de un tambor, su pecho subía y bajaba trabajosamente. Sus manos acariciaban mi cabello, era casi una escena romántica, con la única diferencia de que ambos sabíamos que lo nuestro era solo sexo.

Algo me hizo reaccionar, algo que recordé cuando Salí de ella y observé mi miembro; llevábamos un mes desde que teníamos sexo, un mes en el que diariamente lo hacíamos más de una vez, en el que me corría dentro de ella cada que lo hacíamos y durante ese mes no había usado ningún tipo de protección, ninguno lo había hecho. ››

-¡Papi, mira!- Se paró frente a mí y me mostró unos garabatos y rayones en una hoja.- Este eres tú, este soy yo y mami está aquí. ¿Te gusta?

Me observó con esos enormes ojos azules. Un brillo especial había en ellos, ese brillo que desde el primer día en que lo vi me llamó a proteger y cuidar a mi niño de cualquier forma.

-Es muy bonito, Demian.

-Gracias, papi.

Subió a la cama y se acurrucó en mi pecho.

-¿Ya me podré quedar contigo siempre?

-Sí. Ya no te dejaré solo.-murmuré.-iremos a vivir en Nueva York. ¿Te gustaría?

-Sí. Tendré mi propia habitación, quiero que haya piscina y quiero aprender a nadar. Quiero un perro, pero que sea uno pequeño para que no destruya muchas cosas. Quiero que te quedes a jugar conmigo todo el tiempo, nada de trabajo solo jugar con Demian.

-Bien.- sonreí.- tendrás tu habitación y una piscina, también a alguien que te enseñe a nadar. Respecto al trabajo, veré que puedo hacer, recuerda que al ser el dueño debo estar al pendiente de todo lo que ocurre en los negocios.

-Cuando dije que quería aprender a nadar, me refería a que tú me enseñaras.

-Puedo hacerlo.

-¿Qué hay de mi perro?

-No tendrás un perro. No me gustan.

-A mamá tampoco que gustan los perros, es mejor no tener uno o ella lo echará a la calle.

-Mamá no podrá ir con nosotros, Demian.

Se incorporó y frunció el ceño. Lo único que había heredado de mi era el maldito genio de diablo.

-Quiero que mamá vaya con nosotros.- habló decidido.

-Ella debe volver a México y atender sus negocios, ya te lo dije, cuando eres...

-Dueño debes estar al pendiente de todo lo que ocurre en los negocios. Ya lo sé, pero ella podrá hacerlo desde donde esté. No ha tenido ningún problema desde que llegamos.

Si supieras.

Se cruzó de brazos y agregó.

-Tú no quieres llevarla con nosotros, eso es diferente.

Loco Posesivo © |Editando.|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora