Capítulo 35.

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-Bienvenidos al hotel platino. Mi nombre es Martín y seré quien los atenderá durante su estadía aquí.

El hijo de puta no quitaba los ojos de mi chica. Yo intentaba no repetir con él lo que le hice a Matías.

Tomé la cintura de Gabriela y la pegué a mí de manera posesiva. Nadie se mete con lo que es mío.

-Gracias, Martín.- respondió ella muy campante.

No dejé que el idiota contestara y arrastré a la chica hasta el ascensor para dirigirnos a nuestra suite.

-¿Qué demonios fue eso?- pregunté, molesto.

-¿Qué cosa?

-Gracias, Martín.- hablé intentando imitar su tono de niña mimada.

-Pésima imitación, jefe.- se burló.

Abrí la puerta de la habitación y entramos. La chica corrió al baño y yo caminé al balcón; necesitaba un cigarrillo.

Sander y Lissa se casan. La mejor parte de eso es que quieren que sea el padrino de Velación.

Buena esa.

Dayana y Matías siguen sin saber que son medios hermanos. Mi padre aún no sabe que sus hijos tuvieron sexo en su propia casa; no sabe que su hijo mayor se acuesta con la hija de su mejor amigo y socio, Armando Baeza y mucho menos que piensa sentar cabeza al fin, solo por ella.

-Joder. ¡Estoy sangrando!- gritó la morena.

Solté el cigarrillo y corrí hacía el baño. Sin permiso entré al lugar y la observé, estaba muy tranquila, recargada, viendo el retrete.

-¿Te cortaste?

-No, es mi periodo.

-Oh.- suspiré aliviado.

Una sonrisa salió de sus labios y sin poder aguantarse más soltó una enorme carcajada.

-¿De qué te ríes?- cuestioné con una sonrisa.

-No habrá sexo para el patrón.- siguió riendo.

Me acerqué a ella de manera peligrosa.

-Veras que si.- susurré y salí del baño.

Caminamos hacía el balcón y nos sentamos un rato. El clima de este lugar es bastante agradable en comparación al de España. Calor y brisa agradable, el clima ideal para estar en la piscina toda una tarde.

-¿Qué piensas sobre la boda de Lissa y Sander?- preguntó de repente.

-Me alegro por ellos. Lissa está jodidamente enamorada de Sander.

-Y él de ella.- sonreí. Sin duda serán el matrimonio más feliz.

-Solo que ese idiota no la haga sufrir o le cortaré las pelotas.

-Creo que eso sería muy justo.- asintió en acuerdo.

(...)

-Odio estos días. Me siento sucia y pegajosa.- susurró para ella misma, aunque evidentemente la escuché.- iré a ducharme.

-Claro. Apresúrate, la cena llegará en unos minutos.

Entró al baño. Media hora llevaba ahí dentro y seguía cantando muy alegre. No solo ella es hermosa, su voz también lo es.

Mis pensamientos fueron interrumpidos por el sonido de un teléfono. Busque el móvil responsable del escandaloso tono de Rihanna y en la mesita a un lado de la cama se encontraba el teléfono de la morena. Tuve que hacer un esfuerzo sobrehumano para no contestar y arruinar lo que tenía preparado para este fin de semana en México.

Loco Posesivo © |Editando.|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora