Capítulo 9.

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Maratón. 2/3.

Gabriela's POV.

Desperté sin saber dónde estaba exactamente, pues lo último que recuerdo es que estaba platicando con Sander sobre si tenía sueño y nada más.

Unos brazos me envolvieron y al instante los reconocí, Mati. Ella siempre que está preocupada me abraza, quería preguntar cuanto faltaba para llegar, cuanto tiempo dormí más o menos, quería reclamare a Sander porque tengo hambre, y decirle a nana que la quiero mucho, estoy enojada, triste, feliz, tengo miedo, pero no puedo hacer o decir nada más que parpadear y respirar, ya no tengo sueño, pero me siento como si tuviera la flojera más grande del mundo, sin ganas de hacer nada.

Quince o veinte minutos después logro moverme, aunque mis ganas de hablar están como mis ganas de subirme al jet nuevamente, solo quiero llegar y sentarme todo el día a ver un punto fijo de cualquier habitación en la que me pongan, ni siquiera estoy segura de poder caminar y creo que me estoy volviendo loca porque mi cuerpo se siente tan liviano como una pluma.

Después de un tiempo el auto se para frente a una gran reja negra con una C enorme a cada lado.

-Bien, ya llegamos.- dice Sander con voz de alivio y entusiasmo. Al parecer no era la única que quería llegar.

El auto avanza hasta quedar frente a una puerta grande color negra de metal con vidrios oscuros.

Una vez que todos se bajan del auto decido arrastrarme hasta la puerta ya que todo el transcurso estuve entre Jaime y Matilde. Intento levantarme, pero mi cuerpo a comparación de hace unos minutos se siente pesado como cuando sales de una piscina después de haber estado mucho tiempo en ella. Tanto que ni siquiera logro pararme del asiento.

Mi cabeza esta gacha y mi vista perdida en el suelo, mis piernas están temblando como gelatina. Sander se acerca a mí y me ayuda a ponerme de pie, su cara no refleja preocupación, pero noto una pizca de incertidumbre en sus ojos debido a mi estado.

Levanto la cabeza y ante mis ojos hay una casa gigante, no una mansión, pero en comparación con una casa normal de dos pisos, esta es enorme. Tiene tono café en el tejado y crema en las paredes, dos balcones largos con plantas en ellos, una puerta de vidrio y ventanas grandes por todo el frente de la casa.

-Te ayudare.- dicho eso me carga como una bebé y entramos a su casa.

Si la casa es linda por fuera, por dentro a pesar de haber visto poco es justo lo que esperaba, moderna y ordenada sin dejar de ser masculina.

Subimos las escaleras que partían del centro del ancho y largo pasillo con puertas que supongo llevan a las respectivas habitaciones que hay en una casa como: sala, comedor, cocina, etc.

En la parte de arriba hay seis puertas, tres de lado izquierdo y tres al lado derecho. Sander me llevo a la última puerta del pasillo que se encontraba al lado izquierdo y me depósito en la cama.

El curto es como toda las casa grande y color café y crema, la cama es matrimonial tiene forros beige y muchos cojines de color blanco y crema tal como me gusta.

-En un rato ya te sentirás mejor, pequeña. También tendrás ánimo de caminar y hablar.

¿Cómo que me sentiré mejor?, acaso él sabe lo que tengo, ahora entiendo porque no se preocupó como de costumbre.

-Yo tengo que salir, mamá te dará de comer en un rato más, ¿de acuerdo?

Contestar. Lo intento pero no puedo, quiero gritarle y golpearlo, quiero abrazarlo porque no entiendo que pasa, es como si hubieran anulado mi voluntad.

Loco Posesivo © |Editando.|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora