Capítulo 24.

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De camino al aeropuerto, mi cordura y mi yo interior se debatían entre preguntarle a Sander sobre el pequeño Demian, o hacer frente a James y pedir explicaciones. Aunque en el fondo sabía que preguntar sobre el niño, solo se trataba de una excusa porque lo único que deseaba era que me dijeran que todo se trataba de una broma y que nada pasaba entre Lissa y James, claro que eso era solo un sueño que nunca pasaría.

Mi mente probablemente ya estaba sufriendo trastornos debido a tantas peleas entre ambas partes; mi cordura me obligaba dejar de pensar en James, que él ya tenía una familia y no debía meterme y arruinarlo todo. Por otro lado, mi yo interior se negaba a creer que él nos engañó, que simplemente nos había utilizado para su placer y después solo ─aunque aún no pasa─ nos había votado a la basura, como si de una muñeca rota nos tratáramos.

-¿Estas bien?- sus hermosos ojos azules, escudriñaban los míos tratando de encontrar el factor de mi estado.

-Sí, perfectamente.

-Te noto un poco rara, tiene algo que ver con...- No digas James, no digas James...- la llegada de Marco.- me permití respirar con tranquilidad. Consideré que es el momento correcto para hacer preguntas, así como no queriendo.

-No, para nada es solo que sigo pensando en el hijo de Lissa. Es muy hermoso, mas sus ojos, son claros y muy intensos. Casi como los de ella.

-No solo es hermoso, como tú lo describes, sino que es bastante inteligente; tiene solo dos años y diez meses y habla bastante bien y... puede escribir su nombre completo.- dijo con burla.

-Cierra la boca Sander, estoy hablando en serio.

-Bueno ya, pero la verdad es que si es bastante listo.

-Lo heredo de su padre, supongo.- inquirí, esperando llegar a más.

-No, él es muy listo gracias a Lissa, ella es muy buena en su trabajo.

Espera, ¿Qué?

-Entonces James, digo, el señor Kinnaird, ¿No es buen padre?- desvió la mirada hasta la ventana.

-Es algo complicado.- después de eso solo se dedicó a ver los lugares por donde pasaba el auto. Comprendí que así es como daba fin a la pequeña conversación.

Claro que era de esperase, "algo complicado", yo creo que es un idiota, si se metió conmigo, jugo con mis sentimientos y para rematar, hace sus estúpidas escenas de celos en las que me lastima. Todo eso teniendo una esposa y un hijo.

Lo más extraño de todo fue que en ningún momento se molestó en disimular que me quería follar: en el club de su misma esposa bailo conmigo en dos ocasiones, sus hombres de seguridad lo vieron salir de ahí conmigo y nos vieron besándonos, pero a ninguno le pareció extraño, Gladis, quien al parecer escuchó cuando tuvimos sexo en la oficina, no dijo nada al avisar la llegada de Sander, por supuesto que estaba apenada, pero nada delataba sorpresa, ira o decepción en su rostro. Por un momento lo olvide,ellos solo son empleados y no deben meterse en la vida de su jefe. Aunque probablemente ya están acostumbrados a ver a su jefe con mujeres diferente.

-Gabriela, ¿estás escuchándome?- la mano de Sander estaba pasando de arriba abajo frente a mis ojos y no me había percatado de ello hasta ahora.

-Lo siento, ¿Qué decías?

-Lissa quiere vernos mañana, quiere conocer a Marco.

-Pero al señor Kinnaird no le agrada.- Sander se me quedo viendo como si lo que le dije fue algo creado por su imaginación.

-¿Cómo lo sabes?

-Lo supuse.- mentí.- en la cena, cuando lo mencionaste pareció tensarse.- asintió no muy convencido, parecía estar tratando de procesar algo para contestarme.

Loco Posesivo © |Editando.|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora