Capítulo 25.

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Contenido adulto.

-Tampoco estaba ebria esa noche.- me observó por unos minutos, sus ojos seguían cargados de miedo y preocupación.

-No mientas, por favor.- suplicó con voz ahogada.

Me levanté y tome su cara entre mis manos. Una lagrima traicionera se deslizo por su bello rostro; de un modo rápido la aparté y le sonreí.

-No lo hago, todo lo que te dije es cierto. Todo fue voluntario, cada beso, cada caricia, cada palabra, por más pequeña que fuere, era real. No tienes la culpa de nada, cielo.

Me partía el alma verlo de esa manera, él se convirtió en mi mejor amigo, acaba de admitir que intentó enmendar su error, además no es un engaño porque es algo que yo misma quise. Algo que además, nos unió más.

Observaba detenidamente los ojos cristalinos del hombre que se encontraba frente a mí y los recuerdos de lo que paso hace cuatro años regresan a mí.

‹‹Nos encontrábamos en una enorme casa, como todas las que estaba acostumbrada a visitar. La única diferencia es que esta vez no era para cenas benéficas, ni para cenas por compromisos de papá.

-Esta es la mejor fiesta de todas.- habló con entusiasmo Yamileth.

-Lo sé, ¿has visto a Karen?

-No, hace rato la estoy buscando, pero no la encuentro por ningún lado.

Asentí, la buscaría y felicitaría después. Fuimos a bailar y después de un rato a beber un poco. Sentí una mano en mi hombro y me giré, Karen estaba detrás de mí con una sonrisa perfecta, a su lado se encontraba un chico alto de cabello negro o castaño oscuro y unos hermosos ojos verdes.

-Hola.- vociferó tratando de que su voz se escuchara sobre el ruido de la música.

-Hola.- respondí al unísono con Yamileth.

Nos dimos un fuerte abraso.

-¿Cómo se la están pasando?

-De maravilla.- gritó la pelinegra a mi lado.- es la mejor fiesta.

-Bueno todo es gracias a este muchacho.- señaló al chico a su lado.- él es quien hizo todo esto posible.- extendió sus brazos, mostrando el lugar.

Su mirada verdosa estaba recorriendo mi cuerpo entero, claro que tampoco me quedé atras así que me obligué a quitar la vista de su buen físico. Mi mente me pedía a gritos que le arrancara la ropa y disfrutara de una mejor vista de tal monumento, pero como toda buena chica, aparte de mi esos horribles e impuros pensamientos.

-Gracias.- sonrió en su dirección, Yamileth.

-Y a ti preciosa, ¿te gustó la fiesta?- su voz es malditamente sexy, un cosquilleo recorrió mi cuerpo entero y una punzada se hizo presente en mi intimidad.

-Sí, como dijo hace un rato mi amiga, es la mejor fiesta.

-No pareces estarte divirtiendo, ¿aceptas un trago? Probablemente eso te ayude a subir el ánimo.

Karen tomó a Yamileth del brazo y juntas desaparecieron. El chico pidió una botella y comenzó a servir tragos.

-A propósito, soy Marco.

-Gabriela.

Al cabo de media hora la botella estaba vacía, lo extraño es que me sentía fresca y sin mareo alguno.

No pidió permiso, tomó mi mano y me alejo de la barra. Su mano estaba ligeramente temblorosa, cerrada firmemente en torno a la mía, causando un cosquilleo en ella. Me dediqué a dejarlo guiarme.

Loco Posesivo © |Editando.|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora