Capítulo 37.

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─James, cielo ¿Te quedarás a desayunar?

─Me encantaría, pero tengo que llegar a casa a ver cómo está mi hijo.

─Oh, tienes un bebé.

─Madre...─ advirtió Sander.

─Solo lo dije, no pregunté nada─ Alzó las manos, simulando rendición.

Igual que mi madre.

─Está bien, james. Espero verte pronto─ caminó hasta mí y me dio un tierno abrazo, seguido de un beso. A paso apresurado caminó hasta la cocina y desde la puerta agregó─. Cuando vengas, avisa para tener una rica comida y recibirte como te mereces junto a tu esposa e hijo.

Eso último fue como una patada en los testículos, pero ella no tenía idea de cómo estaban las cosas. No podía culparla.

Salí de casa de Sander, después de recibir un millón de disculpas de su parte por la "incomodidad" que su madre causó, aunque no me incomodó en lo más mínimo, era una mujer sumamente agradable y cariñosa.

Lo cierto era que no solo iría a ver a mi hijo. Arreglaría unos asuntos más sobre Telefónica y me largaría a ver cómo iban las cosas del nuevo restaurante. Atrasé la mudanza y ya no podía seguir aplazando más la fecha. Todo en la nueva casa estaba listo; un jardín inmenso con una piscina, jacuzzi, juegos, campo de tenis, cancha de futbol y la enorme mansión de tres plantas; en donde un cuarto ocupaba casi la mitad del tercer piso, con la decoración completa y exclusivamente de ese maldito ratón que mi hijo adora como si fuera un Dios. Todo era para él, la casa nueva, la nueva vida, todo era para que él se sintiera bien y alejado de lo que aquí le hace daño.

Había aplazado la fecha de mudanza por ella, se supone que me iría esté mismo día, pero la señorita "No lo sé" aun no pensaba bien su decisión y aludió el tema diciendo que el día final era mañana.

Bien, solo un día la esperaría. Me encariñé de ella como un loco y no sabía cómo parar esto. Anoche estaba pensando en una manera de hacer pagar a un amigo que he tenido por cinco jodidos años, un amigo que me ha apoyado en las buenas y en las malas. Sin embargo, el saber que estaba con ella, el saber que dormiría probablemente junto a ella, me enloqueció al grado de pensar en mil maneras de herirlo.

Mi padre tenía razón. Me habían dicho tantas veces que era un asesino, que ahora actuaba como uno.

Tengo que buscar una manera de tenerla, o simplemente acabar con lo que siento.

Gabriela's POV.

Fabricio, amablemente, se ofreció a llevarme a casa para que me vistiera e ir al trabajo, juntos.

Caminamos al ascensor que solo James, Fabricio y Sander utilizaban. Pero me detuve en seco a mitad de caminó cuando las puertas del ascensor se abrieron y James salió con una rubia colgada de su brazo.

No pareció notar mi presencia, pues pasó completamente de largo. La expresión de Fabricio me hizo saber que esa era la puta con la que James se metía cada que necesitaba una ronda de sexo salvaje en su oficina.

Montamos el elevador y me dediqué a reprimir las lágrimas. Era horrorosamente doloroso. Mi garganta parecía estar quemándose, mi pecho dolía como si una bala lo hubiese perforado y mi corazón... lo poco que había logrado reconstruir se había hecho añicos, nuevamente.

Uno de sus brazos rodeó mi cintura y el otro me atrajo hasta su cuerpo. Me aferré a él, pues parecía ser el único cimiento que me quedaba.

Sin decir nada ambos subimos hasta la última planta, no era necesario, pero Fabricio quiso acompañarme, con la excusa de que le debía entregar los documentos que James me pidió llevar a su área.

Loco Posesivo © |Editando.|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora