La casa viva

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Dean le dió los buenos días a su hermano en Mandarín, Sam le respondió en el mismo idioma, cayendo un segundo después en la cuenta de lo que acababa de suceder. Alguien había estado escuchado su música sin permiso.

Ya habían pasado tres días desde que bajara los archivos, y en todo ese tiempo los había estado escuchando intensamente.

-Y yo que creí que era música -lanzó Dean de repente-.

Sam no estaba seguro pero estaba tan acostumbrado a sus controles permanentes, que el haber tardado tres días en meterse había sido la mejor prueba de su buena voluntad.

-También estoy procurando tener la mejor caligrafía posible ¿Te gustaría dibujar un rato? -lo invitó-.

-De hecho ya sé hablar y escribir Mandarín a la perfección, así que con gusto te hago de profe -le sonrió-.

-¿Hiciste que Cass te programara desde la Matrix? No aprendiste nada de "Indiana Jones y la calavera de cristal ¿cierto? -volvió el menor al ataque-.

-No pretendo albergar la totalidad del conocimiento del universo en mi cerebrito -le replicó su hermano- sólo la parte que pueda ayudarme a fines prácticos, mira, esto es muy sencillo, puedes elegir si vas a tomar la pastilla azul o la roja... -dijo para mediante esta metafora, aconsejarle que tenía la posibilidad, por esta vez, de tomar un atajo en lugar del camino trabajoso, a la vez había tomado de la mesa unos mini cupcakes que había comprado en una pastelería, casualmente rojas y azules las cubiertas-.

-Y seguiré eligiendo la azul -se quedó Sam con el panquecito de este color-.

De este modo, volvía a insistir en su negativa a utilizar el método de aprendizaje instantáneo, ya que no era una alternativa para él a fin de mantenerse emocionalmente estable.

-Smith sí que no tiene que esforzarse contigo -concluyó Dean aceptando resignado su derrota-.

Sam sonrío y le envadurnó la mejilla con crema azul por toda respuesta.

Después del desayuno se pusieron manos a la obra, el mayor estuvo puliendo las habilidades de su alumno durante algo más de dos horas y de pronto mencionó pensativo:

-Me pregunto cómo será nuestro primer día en Howarts... -antes de darle cabida a una tostada con manteca de las que había preparado-.

-Espero que no tan complicado... -le respondió el castaño-.

Tenía un sentimiento amargo, de saber que en su momento debería explicarle a Dean porqué no podría acompañarlo a las reuniones como él quería, salvo esperarlo en el coche hasta que hubieran terminado.

Castiel mandó un mensaje al teléfono de cada hermano avisando que en una hora estaría allí con el encargo. Sam rogaba que Dean se interesara por la lectura ya que comenzaba a actuar como gato enjaulado.

-No se tú pero yo comenzaré con mi rutina de ejercicios... mi intuición se ha incrementado considerablemente en estos días -no tardó Sam en admitir sus planes-.

-No viste venir lo de Tween Peaks... - lanzó entonces su hermano queriendo poner en entredicho sus habilidades, a lo que el menor le recordó:

-¡Eso fue antes!

-Eres un idiota... -se explayó cariñoso- ¿no ves que ahora voy a tener que pedirle a Cass que les fría el cerebro a esas personas? -referiéndose a la necesidad de borrarles sus memorias acerca de lo ocurrido para no privarse del deseo de estar allí con su mejor amigo-.

-Dame un respiro... -fue la expresión de Sammy. Era obvio que no se sentía cómodo con la idea de volver- vamos este es el momento perfecto para hacer los ejercicios -agregó y Dean lo siguió-.

Perdido en la oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora