Días románticos

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Tras haber salido del bar, Dean llevo a Lucian a su departamento, entonces en lugar de seguir camino, siguió un impulso e inventó una excusa convincente para acompañarlo hasta arriba:

-¡Caray, no aguanto! ¡voy a tener que pedirte que me prestes el baño jefe!...

-¡La última emergencia del día! -rió él y Dean aproximó el auto a la puerta del estacionamiento del edificio para que éste pudiera abrirlo con su llave laser-.

-¿Quieres un café...? - ofreció el dueño de casa-.

-¿Ahora mismo? muero por una ducha caliente... -dijo y se quitó la parte superior del uniforme exhibiendo sus marcados pectorales y abdominales-... cuánto más caliente mejor...

-Subiré la calefacción -ofreció Lucian sonrojándose y en dos pasos estuvo girando la perilla de la estufa-.

-¿Me prestas la lavadora? -agregó el rubio ya desnudo y en boxers dedicándole una mirada depredadora al castaño-

El doctor sintió que le faltaba el aire cuando las cálidas manos de aquel joven tan sexy lo despojaron de su chaquetilla y se pegó a él en un beso.

Instintivamente las manos del castaño enmarcaron los gluteos contrarios bajo la tela del boxer provocando en Dean un ligero temblor por su propia excitación.

El calor comenzó a ascender por los cuerpos de los amantes sin que tuviera que ver en nada con la calefacción.

Sin pedir permiso el Winchester comenzó a estimularlo en la zona media por debajo de la ropa interior arrancándole hondos suspiros, espasmos y reacciones húmedas, en un momento el más alto reaccionó tomando al rubio entre sus fuertes brazos para poder llevarlo a la cama en su habitación, prácticamente contígua con la sala.

Dean solo había admirado un torso tan perfecto en los posters de las antíguas esculturas griegas, y delante de él Lucian se deshizo de sus pantalones y zapatos antes de descender a su nivel. Pronto el joven director acabó por humedecerlo en su devolución de cortesía, y las cosas se pusieron cada vez más intensas y mejor, permitiéndose alcanzar juntos el éxtasis en el que Dean se sumergió por primera vez.

Después de esta experiencia tan intensa que incluso dió lugar a cambios de roles, temblando de placer uno junto al otro, finalmente se durmieron bajo las mantas.

Luego de que el despertador los devolviera una vez más al presente, se asearon, prepararon y salieron a cenar fuera, a fin de poder enfrentar bien fuertes la nueva noche de trabajo.

Cuando Sam chequeó su celular a eso de las 7 a.m de ese día y leyó:
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"Me quedo a dormir en lo de una compañera... mañana nos vemos, cualquier cosa llámame..."
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Se sonrió, pensando que su hermano había vuelto a ser el mismo de siempre.

El demonio a su lado, que recién empezaba a despertar miró al chico interrogativamente y este le informó acerca del mensaje:

-Dean está con una amiga y no regresará hasta mañana...

-Interesante... -soltó el moreno-.

-¿Te quedas un rato más? preguntó el menor-.

-Hasta que te canses de mi presencia -respondió atrayéndolo nuevamente hacia él y hacia la cama, y besándolo en la clavícula-.

En la intimidad de su casa, Travis estaba realizando un rito que llevaba varios días practicando religiosamente. Un amarre para que el joven Winchester pudiera caer en sus garras y él conseguir vengarse.

Travis no sabía como ocurriría exactamente pero sabía que de algún modo las cosas se acomodarían a su conveniencia, tal era el resultado de aquel poderoso hechizo de magia negra que Anatema le había dado.

Anatema era una deidad de venganza en el reino de las Hadas, que había contactado a Travis, a los pocos días de ocurrido el asesinato de Amy.

Las hadas y duendes son propensos a establecer estrechas relaciones con labradores y jardineros, así como con las brujas en general, y ella en particular solía reclutar este tipo de corazones heridos o ambiciosos a fín de conseguir adoración y poder.

El día que los había llevado en la camioneta, a Tía Robin y Sam, el apuesto jardinero lo había cubierto con su propio abrigo para ayudarle con la sensación de frío, y por supuesto se había quedado con él, pues el conjuro requería de un objeto que hubiera sido utilizado por el destinatario del mismo.

Esa misma mañana al poco de haber leído el mensaje de Dean, al menor se le había cruzado por la cabeza la idea de buscar más información acerca del conjuro hallado en la casa de Eiri, ya que quien manejara hechizos de esa magnitud, probablemente pudiera ser capaz de ayudarlos.

En la cocina mientras picaba las finas y crujientes lonjas de tocino recién tostado, para mezclar con los huevos que a fuego lento empezaban a cocinarse dentro del sartén, para acompañar los emparedados de pavo calientes, dentro de la plancha bifera que había sido retirada del fuego y tapada para mantener la temperatura de los mismos, el sonido de la cafetera al trabajar y el aroma delicioso e intenso del café caliente, acariciaron los sentidos del castaño llenando el ambiente con esa reconfortante sensación de hogar.

Al apagar el fuego y volverse para tomar los platos que había dejado sobre la mesa, el menor pudo apreciar la "mise emplasê" bellamente desarrollada por Crowley, y el trajeado ya le acercaba los platos, no sin canjeárselos por un buen beso frances.

Unos segundos después de que sus labios se separaran, el menor notó que llevaba puesto un delantal de cocina que rezaba "Besa al cocinero", que indudablemente Crowley había materializado sobre él, en algún momento de concentración.

Una vez que fue dividida la mezcla de huevos, el demonio llevó los platos a la mesa en tanto Sam se encargaba de servir el café.

Luego del desayuno decidieron salir de compras y más tarde a tomar un helado.

Cuando el de las iris escarlata tuvo que marcharse, y como la heladería no estaba lejos de la casa de Gray, Sam se comunicó para poder pasar la tarde con él en su departamento.

Pasaron la tarde y parte de la noche, y durante aquel período, volviendo a recordar lo del hechizo, le consultó al rubio acerca de aquellos símbolos de los cuales aún conservaba una fotografía en su celular.

-Se ven muy raros ¿en donde estaban estas inscripciones?-

-En el templo donde solíamos rezar... -inventó Sam- apareció de un momento para el otro, mi padre me está pidiendo que intente encontrar información al respecto, me envió esta foto por Whatsapp y bueno... aún trabajo en ello.

-¿Y si le consultas a Missy Orwell? ¿te acuerdas de ella? a veces recibe mensajes, podría descubrir qué significan y también orientarte...

-¿No crees que eso sería una molestia muy grande? -le consultó el castaño que a pesar de todo estaba esperanzado con la idea.

-Eso que acaban de encontrar... parece algo importante... podría ser serio... -recalcó Gray- deben averiguar qué significa, deben averiguar todo lo que puedan para comprender qué es lo que tienen delante o en todo caso a qué se enfrentan.

-Sí... -concordó el chico que ya comenzaba a convencerse un poco más de la idea.

Nota de la escritora: Espero que les halla gustado el Epi. Aún aguardan muchas sorpresas.

Perdido en la oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora