Perdido en la oscuridad

Intento de volver con Sammy

Sam no podía estar de mejor humor, al fin había logrado su fantasía de estar con un guapo doctor, y es que después de haberlo mirado como embobado, pues era la viva imagen del guardia personal del Rey Arturo, el médico que le había dado el alta, también le había dejado su número, combinando sin demora para verse, en consultorios externos al día siguiente a la hora del almuerzo.

Jake no dudó en seducir al Winchester y tan sexy como era, Sam no pudo ni quiso resistirse.

Desde que había estado con Crowley se había vuelto un adicto, y Jake Eliott logró someterlo casi inmediatamente a un placer tan grande, que los dos tuvieron múltiples orgásmos en el fragor de su desenfreno sin límites... tampoco se privaron de salir a comer algo después del sexo, y esa noche volverían a verse pero en un antro.

Conocer a Jake le había dado esperanzas al menor de poder hallar a la encarnación del rey Arturo sin necesidad de ir al cielo, estaba seguro de que permaneciendo cerca suyo, pronto podría reconocer al joven entre sus allegados. Además faltaba apenas una semana para la Navidad y pensó que no podía arruinársela a Dean de esa manera, si llegaba a resultar un desastre su plan del interrogatorio.

Al salir a la calle tropezó con su hermano que llegaba de "no se donde", y al verlo el mayor no dudó en reconocer:

-¡Amigo, luces genial! ¿Vas de cazería o...? ¿prefieres... ser la presa?... - le arrojó en chiste-.

-Voy de cazería -respondió con simpatía a la incómoda pregunta de su hermano omitiendo que ser la presa tampoco le sentaba mal-.

-Raro... hubiera creído que eras el pasivo... -se encogió Dean de hombros y su sonrisa y ojos pícaros, le advirtieron que no tomara en serio sus palabras- sube, te llevo -le señaló entonces el auto estacionado en la vereda-.

-No te preocupes, tomaré un taxi -negó el más joven amable-.

-¡No tengo nada mejor que hacer así que insisto... esta es su carroza y yo su humilde ratón así que madame... -abrió la puerta del copiloto y le hizo un ademán.

-¡No soy Cenicienta, Dean...! - le respondió el castaño entre divertido y avergonzado-.

-¡Por supuesto que sí... hace un par de años perdiste una zapatilla...! -hubo de recordarle-.

El recuerdo lo invadió y lo hizo sonreír aún más, entonces tuvo que subir mencionarle el lugar de la cita y dejarse conducir por él.

Cuando al llegar, el mayor también bajó del auto, las sospechas del menor se confirmaron... "Chaperón a las doce en punto":

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-Necesito un trago... -explicó el rubio-.

-Dean ¿podríamos esperar un momento?, en realidad no vine de cazería, vine a encontrarme con alguien pero parece que aún no llega...-.

-Bueno, si ese tipo te ve conmigo lo más probable es que piense que perdió su oportunidad así que creo que entraré a beber ahora.

-De hecho el sabe que somos hermanos...

-¡¿Qué? ¿tienes una cita con Cass?

-No, mira ahí está llegando.

Jake llegó y lo saludó dándole un pequeño beso en los labios.

-Hola, mi hermano necesitaba despejarse y no quise dejarlo sólo en casa... espero que no te importe.

-No, en lo absoluto, es genial que ustedes sean así ... tienes mucha suerte Sam -sonrió-.

-Lo sé, Dean es uno en millón... de hecho me sacó adelante en sólo cinco minutos la primera vez que un tipo me rompió el corazón, no sé cómo lo hace -respondió con un sentimiento muy cálido-.