Perdido en la oscuridad

Dos potencias se sientan a almorzar

Luego de tres días de percibir la luminosa presencia a su alrededor, Crowley decidió que era tiempo de dar el primer paso.

-Se que estas detrás de la puerta ¿porqué no entras y hablamos?... te prometo que estamos solos... -le dijo desde su lugar, sentado en el trono-

Aunque el demonio estaba casi seguro de que tendría que volar tras él, el chico hizo lo que le sugería transponiéndola sin necesidad de moverla, de igual modo que los fantasma simplemente la atravesó.

Ahí estaba frente a él una vez más... la mísma imágen de Sam cuando abandonó la casa paterna por ir a la universidad, revolucionando todo a su alrededor con esa fuerza tan intensa que por algún motivo nadie más podía percibir.

-¿Puedo ofrecerte un trago de bienvenida? -se aproximó con su propia copa de plata en mano-.

-Con gusto aceptaría mi lord, si tan solo...

-No fueras un fantasma, lo sé... pero ahora eres mi invitado... -acomodó la copa entre sus dedos un segundo después de haber influído en él, volviendo su cuerpo lo suficientemente denso para entrar en la materialidad, ahora la sostenían entre los dos, y las sensaciones táctiles hicieron al menor sentirse abrumado ya que lo único que había experimentado eran las insoportables torturas de Lucifer en la jaula. También le resultaba extraordinario el hecho de que hubiera adivinado las palabras que iba a comunicarle, y sus ojos enfocaron en él, destellando de desconcierto y asombro, en la copa un líquido oscuro y burbujeante aguardaba y se sentía frío en sus manos.

-Es lo que los humanos llaman Coca Cola... -le dijo el rey y agregó- algo me dice que te gustará.

Temblando incluso al respirar, el joven se encontraba al borde de sus fuerzas sintiéndose tan asustado y nervioso como feliz por la experiencia inédita que le traía sensaciones nuevas.

-Tranquilo... -le indicó con voz serena y firme el mayor- tienes el conocimiento del mundo físico... -lentamente fue aproximando la copa a sus labios, ante la atenta supervisión del mayor que le había soltado la mano.

Dió un primer sorbo y luego comenzó a beber más confiadamente.

Al terminar su corazón latía el doble de fuerte .

-Sí te resultó agradable ¿verdad? -agregó satisfecho el de las iris rojas-.

-Aha, muchas gracias, ahora comprendo mejor porqué tanta gente es adicta a la sensación que causa.

-Ningún ser vivo carece de adicciones, y cambiando un poco el tema, este lugar no es digno de usted ni inocuo para sostener una charla de relaciones bilaterales, sugiero continuar nuestros asuntos en la tierra, en algún lugar donde podamos contar con un ambiente más privado-.

Ell menor asintió, aún un poco tímido.

Crowley dejó el cáliz en su lugar, y a continuación los trasladó a ambos a un complejo gastronómico con mucha clase, en donde se sentaron.

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-Buenas noches -se presentó la moza a traer la carta-.

-Buenas noches... vamos a encargar ahora -le pidió que se quedara y buscó en la carta rápidamente, una promoción de pasteles y cafetería.

-¿Podría ser esta promoción, más una Coca para la dama?

-Enseguida -respondió cordialmente y se marchó a preparar el pedido-.

En cuanto al joven, él alzó una seja y miró inquisidoramente.

Como la moza se había alejado, Crowley aprovechó para decirle: