Los lobos

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En el regreso a casa, Sam tomaba consciencia de que cada segundo que pasaba aumentaba el riesgo para Dean, Harry y Lucian, y si alguien podría tener información acerca del paradero de quien fuera en tiempos antíguos el rey Arturo, e incluso el conocimiento y la capacidad para traerlo, no era otro que Metatrón.

La sola contemplación de esta certera verdad, le había valido al castaño un recuerdo tan atroz que lo había tenido vomitando del asco toda la noche (hacía un tiempo se había mudado a otra habitación de la enorme casa donde vivían, con baño privado).

Tenía que admitir que aquellos recuerdos no los soportaría, las ganas de no sentir, eran en él el sentimiento más fuerte.

La desesperación, determinación e instinto de supervivencia, lo llevaron a buscar algo que pudiera ser de ayuda, entre los proyectos secretos del gobierno.

En una base en la que logró ingresar tras independizarse de su cuerpo físico, había una droga experimental utilizada para programar soldados, que ralentizaba la actividad cerebral (hasta convertir a la persona en una especie de zombie).

Con ayuda de sus poderes telequinéticos logró robar algunas pastillas, haciendolas levitar fuera del establecimiento por los ductos de ventilación, y ya con ellas en su poder le quedaba pasar su última noche loca antes de internarse en la más peligrosa de las apuestas.

En esa divertida noche, Dean terminó siendo tentado por una mujer absolutamente perfecta y curvilínea que no se detuvo hasta ponerlo tan caliente que se vió obligado a hacer algo al respecto, avisándole a su hermano que se la llevaría por un par de horas, desapareció entre el tumulto de gente, y el menor que no podía quitar de su mente el angelical rostro de Lucian Page, mientras tomaba para lidiar con sus sentimientos, decidió ir en busca de algún Adonis que tal vez pudiera recordárselo...

En el antro más cercano al que podía acceder, se sentó a seguir bebiendo y en la barra fue seducido por un sujeto que con ayuda de su primo, adulteró la bebida del castaño con "Éxtasis".

Vivían a unas pocas casas del boliche y solían hacer esa movida para poder hacer tríos o incluso "fiestas", según se planteara a sus apetencias del momento.

El cantinero de ese boliche gay, resultó ser amigo de Vincent (el padre del chico a quien Sam le había donado un riñón).

Vinny había ido a saludarlo, y charlando surgió el tema de "los lobos", por curiosidad se volteo a verlos y notó un chico muy parecido a su hijo (adoptivo) aprisionado entre dos tipos que lo manoseaban contra la pared en medio del tumulto, y cuando se acercó resultó ser él.

Sabiendo que lo habían drogado la sangre empezó a correr y con rabia que le dió una fuerza sobrehumana los molió a golpes en cuestión de segundos. Arreglándoselas para llevarse a Sam de allí, logró subirlo a su camioneta, y con un amigo que lo había acompañado en la salida, lo llevaron de urgencia al hospital pues alcohol y éxtasis eran una combinación muy peligrosa.

Cuando los paramédicos se llevaron al joven a cuidados intensivos, Vinny tomó el teléfono para avisarle a Dean que viniera de inmediato.

Mientras los médicos trataban de estabilizarlo, Sam hizo falla cardiorrespiratoria, y Crowley tuvo que intervenir para que lograran recuperar sus signos vitales, él sí logró influir en su cuerpo y estabilizarlo lo suficiente como para poder sacarlo del peligro, finalmente le hicieron un lavaje de estómago.

Cuando lo pasaron a sala común, Vinny se las arregló para abordar el tema que había delineado escuetamente al momento de convocarlo por la emergencia, y los dos convinieron en que amaban a Sam tal y como él era y querían lo mejor para él.

Cuando Sammy despertó, finalmente Dean pudo tener con él esa charla tan emotiva, que abordó con inmenso cariño y paternalidad, confesándole que se había dado cuenta de su inclinación cuatro años antes de que él mismo lo notara, y asegurándole que eso jamás cambiaría nada entre ellos, que no había nada malo con él, y que no tenía porque sentirse avergonzardo.

Vinny por su parte, había vuelto con su familia para que tuvieran su espacio y por el tiempo que había transcurrido lejos de casa.

El rey de los demonios por su parte, que extrañaba más a Sam con cada día que pasaba en ese miserable agujero, llegó al límite y decidió que no tenía porqué elegir entre tener una relación con él o conservar su puesto en el infierno, y resolvió apresurar sus planes para volverse imparable.

Luego de haber absorbido las peores almas posibles en antíguos hospitales psiquiátricos derruídos, decidió dirigirse a Japón, al "Bosque de los Suicidios" atiborrado de almas perdidas.

Allí tuvo un titánico enfrentamiento con el rey del infierno Oriental, a quien en una oportunidad había bautizado "Elsa" durante su encuentro con él.

Ambos empezaron a sorber almas y almas volviéndose cada vez más poderosos.

Para cuando el alidorado pudo presentarse en el campo de batalla, los dos se habían convertido en fuerzas malignas irracionales.

Afortunadamente el rey de la luz sabía como pararlos, por lo que dirigiéndose al rey Oriental clamó con autoridad:

-¡Xi, detente y retrocede! -ken había averiguado su verdadero nombre, y esto le restó gran parte de su fuerza dándole además al alidorado poder sobre él, quien no pudo negarse a cumplir su orden-.

Luego frente a Crowley, lo tocó y empezó a drenar esa energía maligna fuera de él, hacia la tierra donde podría ser neutralizada y recargada positivamente a través del planeta.

Cuando la escala de poder decreció lo suficiente, el de ojos carmesí recuperó la consciencia, y al notar lo que Ken le estaba haciendo, lo apartó haciéndolo caer al suelo e impidiéndole con su voluntad seguir drenándolo, a continuación le espetó:

-¡Este no es momento para tus juegos... a veces tienes que perder para poder ganar, deberías ser capaz de entenderlo!

-Sabes que no puedo dejarte hacer eso... -le dijo triste y exhausto el alidorado, luego se levantó y agregó- y tampoco es necesario que te conviertas en el mismo infierno, bastará con que dejemos de estar conectados para que vuelvas a ser el de antes y mejor... -así diciendo puso en sus manos una botellita de vidrio pequeña con un líquido perlado en su interior- bébelo y habrá terminado, será como si nunca nos hubiéramos conocido... si estabas mejor sin mí éste es el modo de volver atrás -Crowley la apretó en su mano, podía sentir el corazón del menor romperse, como si todo su mundo se derrumbara, y la dejó caer al suelo delante de él, poniéndole a continuación el pie encima encima, entonces respondió:

-Es impactante la velocidad con que este bosque atrae a las almas dispuestas a terminar con sus vidas... -fué en ese momento que aplastó la pequeña ampolla derramando su importante contenido en la tierra, lo tocó y sanó las heridas en su alma lo más que pudo- voy a terminar lo que empecé el día que te coloqué el muro... voy a ponerte a salvo, de eso se trata esto, es la razón por la que quiero volverme más fuerte y sabes que estoy diciendo la verdad porque no podría ganar un sólo juego más si dejara que perdieras el tuyo.

-Hace un momento lograste tu objetivo y yo dejé de importar... te convertiste en destrucción pura y trataste de devorarme, solo cuando fui capaz de drenar suficiente energía maligna pudiste reconocerme, incluso reconocerte a tí mismo, no puedes salvarme... pero puedes convertirte en mi heredero, ser el nuevo guardián de las prístinas, y permitirme ganar mi último juego, el más importante de todos para mí... el que quiero con toda mi alma.

-Si quieres ganar un juego -le respondió entonces tomándolo delicadamente por la espalda baja para señirlo en una especie de abrazo que puso más cerca sus rostros- consigue que Dean quede libre de ese demonio, si realizas esa pequeña proésa que no es tan complicada para tí, pensaré seriamente en tu propuesta... creo que es justo ya que sabes que lo que pagaré por dejarte ir no será menos que el esfuerzo que te estoy pidiendo... como único jugador no puedes rehusarte ¿verdad?... mi tablero... mis reglas...

-¡Viejos... se quejan de que les duele y cuando intentas no hay fuerza en este mundo capaz de hacerles tomar sus medicinas -bromeó el alidorado mirándolo con profundidad y una sonrisa cargada de amor- ¿Tienes idea de cuánto costó comprarla?.

-No me hagas reír "Mumm-ra"... ¿porque usas playeras?... -aludió el moreno a que a pesar de su aspecto joven, como entidad era un espíritu mucho más viejo, acabando luego por darle un posesivo beso- tú eres mi medicina niño... -esta vez fue el más joven quien recurrió a sus labios- ¿y Elsa? -recordó entonces el de las iris rojas-.

-Luduán extrajo de él la verdad acerca de mi existencia y luego lo teletransportó a casa... sólo mi elegido me conocerá... esa es mi regla... -dijo en brazos del moreno y este beso su frente-.

Perdido en la oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora