Un milagro inesperado

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Era un día normal en la rutina laboral y habían terminado de librar una dura batalla para estabilizar a un paciente.

Lucian había decidido volver a la oficina para continuar con las tareas administrativas cuando a mitad de camino un fuerte mareo lo dejó repentinamente en el suelo, de donde inmediatamente buscó levantarse.

Dean que había visto todo se apresuró para ayudarlo a ponerse en pie, dedicándole el mayor, una sonrisa muy tierna un segundo antes de decirle:

-Que torpe, me tropecé -intentando ocultar su condición de haber casi perdido la consciencia, pero al rubio no le pasó inadvertida su debilidad e igualmente tierno agregó-.

-No se vió así desde mi perspectiva ¿la habitación se mueve un poco, verdad? -lo interrogó-.

-No ya no... -le respondió el castaño tranquilizador y también algo tímido-.

Lucian no podía ni pensaba admitir, que hacía seis meses que no ingería sangre ni pensaba hacerlo, por eso a veces llegaba a debilitarse lo suficiente en un día demasiado ajetreado-.

-¡Vamos a sentarnos por aquí un momento, señor polígrafo... -bromeó acerca del repentino y ligero temblor en su cuerpo y lo llevó a una silla cercana, apoyando dos dedos para poder sentir su pulso, un pelín ascelerado...-.

-Te bajó la presión... -pudo observar con el tensiometro y un segundo después, con un pequeño aparatito que llevaba en el bolsillo, pinchó uno de sus dedos y agregó- y no sólo eso, tus niveles de azúcar estan por los suelos.

Uno de sus compañeros les alcanzó un vaso con agua y Dean le ayudó a beber un poco.

Cuando el agua atravesó su paladar reseco, la sed que había estado agoviándo a Lucian durante meses y con la cual estaba acostumbrado a convivir, se apagó, lo cual siendo vampiro era imposible que pasara, ya que sólo la sangre durante cortos períodos de tiempo lograba mitigarla un poco.

-¿Qué te interesaría más? ¿Dulce o salado? -preguntó al joven convaleciente el rubio, y éste se inclinó por lo dulce, por lo que aceptó una pastilla de menta que le ofrecía una de sus compañeras.

El Winchester pidió a uno de los médicos que se habían reunido en torno a Lucian:

- ¿Oliver podrías hacerte cargo de la guardia por un par de horas amigo?-.

-Adelante, asegúrate de que coma algo y se valla a descansar -le respondió quién era ni más ni menos que el segundo al mando dentro de la clínica-.

-Necesito que me den un poco más de tiempo, todavía tengo que terminar los últimos informes... -les pidió el castaño y su amigo Óliver Brook le respondió- Descuida, comenzaré a hacerlos y te los enviaré al mail lo antes posible para que puedas chequearlos, mañana los firmas y listo!

-Esta bien, un millón de gracias -respondió el director conmovido dejándose ayudar-.

-Olvídalo -no dudó Brook en reponer-.

-Y tengo la notebook en el auto para que trabajes tranquilo y no te atragantes con la comida por correr a casa... -agregó Dean super consciente de que su preocupación por el trabajo provenía directamente de su preocupación por las personas- te enviaré el video con las pruebas -le aseguró a su compañero-.

-Lo estaré esperando... -rió Oliver satisfecho-.

-Llama si nos necesitas... -ofreció el rubio antes de irse, y se llevó al castaño a un Mac de 24hs donde pidió dos combos de la más grande y deliciosa hamburguesa-.

La comida no le había sabido tan deliciosa al príncipe vampiro desde hacía siglos, por lo general casi ni gusto le sentía, por lo que comía con unas ganas y una pasión que hicieron a Dean estar seguro de que llevaba horas sin probar bocado.

-¿Quiero otra y tú? -le sonrió el grandote-.

-Yo un helado -le respondió el Winchester igualmente feliz.

Se levantaron, fueron por sus cosas y volvieron.

-¿No fue tan difícil cierto?... me gusta verte comer así -le tiró el Winchester espontáneamente-.

-¡¿Porqué? parezco perro callejero!... -bromeó feliz el castaño haciendo más intensa la sonrisa del rubio, luego de una pausa poniéndose más serio agregó- fui muy descuidado, prometo no volver a pasarme por alto ya sabes... "todo".

-Sé que lo haras, porque a partir de hoy vamos a empezar a comer juntos... incluso vamos a ir juntos al baño, como las damas, y no bromeo sólo así podré estar seguro de que les des algo de atención a esos pobres riñones... no creí que existiera una persona más adicta al trabajo que yo Page -se sonrió- rompíste la maldita aguja en pedazos.

-Mi familia apenas pueden creer el cambio que he dado en tan sólo un mes...-le confesó al poco-.

-Me imagino lo que han de haber pasado contigo... hasta que encontraste el dolor de culo perfecto para tu masoquismo exacerbado... "Cincuenta sombras de Jace"... qué opinas ¿la hacemos? -bromeó- tengo la cámara en el auto, puedo ir por ella y torturarte aquí o en el lugar que más te guste.

-No soy masoquista... -negó el castaño con desenfado- sólo no soy ciego ni estúpido -rió y Dean se derritió con aquellas palabras, complétamente enamorado-.

-Lo sé... soy irresistible... -respondió Dean y se dieron un tierno beso en aquel lugar tan tranquilo y vacío a esas horas de la madrugada-.

Perdido en la oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora