Alas de color.

32 2 0
                                        


Eran las doce y la silueta de mi bella mariposa se podía admirar desde mi ventana, justo detrás de la cortina.

La vi y pensé que era una señal, ese día...mi señal...

Mi mariposa vino con un propósito, quería estar viva y decirme con sus alas color naranja que yo iba a ser feliz.

Sólo había luz, y ella agitaba sus alas alrededor de mi lugar gris.

Yo estaba plena, tan feliz que mi mariposa volaba cada vez más alto.

Cuando la luna se hizo presente y me percaté de mi soledad, aquel ser, ahí en mi habitación, comenzó a debilitarse.

Cuando salí de aquel lugar y mis pies me llevaron, mi corazón comenzó a convertirse en crisálida. Y mi mariposa se fue por mi ventana sin consuelo, porque sabía que sus alas me habían mentido.

Llegué y el espectro en mi habitación me dijo que te habías ido, mariposa, y mi crisalida no evolucionó. Se congeló.

Entré a mis sueños con el alma rota en pedazos como un espejo en el frío suelo, y cuando desperté, pisé aquellos restos filosos, haciendo sangrar mis pies cansados y llenos de brillo apagado.

Quise verte, mariposa, te recordaba tan dulcemente como lo hacía con las sombras que anoche abandoné. O me abandonaron, no lo sé.

Y te encontré ahí, acostada sobre mi libreta, donde plasmo lo más loco que mis neuronas construyen. Ahí, mi señal murió, se fue triste y yo lo estoy ahora.

Se fue y sus alas se cerraron para abrirse al mismo tiempo que las mías.

Se fue para adentrarse en mi corazón congelado y salir del capullo cuando este tibio y suave, como la primera vez en mi ventana.

Re TratosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora