Vacía.

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Lo di todo.

Mis nubes y mis pestañas.
Mis ojos y los planetas que se alineaban.

Lo di todo.
La luz de mis días y las estrellas de mis noches.

El ocaso y mis frías manos.
Lo di todo para tenerte un instante.
Di mis canciones y mis lágrimas en un envoltorio de chocolate.

Di mis mejores sueños, esos, que escondía en una caja de cristal.
Di lo que nunca tuve, y di mi alma partida en dos.
Lo di todo.

Di los días en que la nubes lloraban, esos que me gustaban tanto, y di mis mejores fotos.

Di mi corazón en una taza de café, y mi cuerpo en una caja de cigarros.

Di mis flores. Y di también mis tardes de dulzor.

Ahora eso trae recuerdos grises a la atmósfera. Porque todo te lo di, y ahora sos parte de todo. Porque todo te lo di, sin esperar, pero consciente, de que el tiempo me golpearia con sus agujas y me estrellaria contra la pared de la vida. Una pared sucia, agrietada y húmeda. Una en la que podía verte del otro lado, con una mochila y todas mis cosas, todo lo que di.

Mis dedos están sangrando de tanto raspar este muro de concreto.
No puedo. Te marchaste.
Y lo sabía.

Re TratosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora