El gran secreto de Esteban que Hebe siempre quiso saber, fue revelado y ella no sabe qué hacer.
Luego de intentar con muchas fuerzas alejar todo lo que había intoxicado y reinado en su vida, ese pasado amenaza con destruir todo su esfuerzo.
Pero, au...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Hebe
No sabía qué hacer.
En cuanto la decisión había sido tomada, había venido sin un plan en mente.
Que pasos seguir, como comportarme, que hacer para ayudar.
Solo me había importado ayudar a Esteban. Era lo único importante en ese momento.
Y cuando entré como un huracán a la bodega y vi a Esteban tan consumido viendo una insignificante llama, como si fuese su salvación, solo actué.
Hice lo posible para rescatarlo, cuidarlo y que estuviese bien.
Para poder sacar esa mirada perdida de sus hermosos ojos. Luego las palabras se deslizaron de mi boca sin retención, sintiendo como golpeaban contra mi tembloroso cuerpo.
No podía contenerlas.
Me rompí en frente de él y en vez de esperar la reacción que merecía, él me tomó entre sus brazos y me dio la fortaleza que necesitaba.
Pero no merecía.
No luego de lo que había hecho.
Así que luego de haberme calmado y poder controlar el torrente de lágrimas, me deshice de su abrazo.
Dejé que sus brazos se deslizaran, hasta que cayeron a sus costados, y de inmediato extrañé su calor emanar de él y envolverme.
Y ahora estaba en este punto donde no sabía qué hacer.
Todo era una enredadera de confusión en mi mente. Mis manos se retorcían, intentando buscar algo útil que pudiera hacer. Sabía que había varias cosas; ordenar el lugar, limpiar y sacar a Esteban de ese lugar. Pero nada de eso se sentía correcto.
Como si el mero nombramiento de esas cosas trajera ese sombrío sentimiento nuevamente al aire.
Porque sabía que lo que seguiría era aquella charla que ambos necesitábamos.
Pero yo no quería afrontar, no aún.
Seguía aun un tanto temblorosa por lo que había sucedido anteriormente. Tener aquella inevitable conversación en aquel momento no me ayudaría a recuperar de a poco mi tranquilidad que necesitaba.
Por eso hice lo primero que pasó por mi mente.
Huí... de nuevo.
Pero no de Esteban o del lugar, sino del momento. Ese momento que presionaba mi pecho y me hacía difícil respirar.
Salí del baño y escuché la desesperación en la voz de Esteban, cuando mi nombre salió disparado de su boca.
Por mucho que me dolió aquel dolor en su voz, seguí caminando y me acerqué a lo primero que llamó mi atención.