Capítulo 25

2.5K 223 33
                                    

Hebe

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Hebe

Tuve un extraño momento de deja vú.

El olor a desinfectante, el pitido de máquinas a mi alrededor, el dolor que poco a poco se hacía presente.

Me hizo volver al pasado.

Cuando mis pestañas revolotearon y mis ojos se enfocaron en un techo blanco y estéril, volví a ese episodio. Pensando que era real, porque no podía recordar que había pasado. Sentía un colchón un tanto incómodo bajo mi cuerpo, mis extremidades pesadas y un sabor amargo en mi boca.

Pero no podía sentir un dolor punzante en mi estómago, como lo sentí esa primera vez que desperté en una sala de hospital, hace un tiempo atrás.

Si no que se había movido y lo sentía en mis brazos y garganta.

¿Qué había pasado? Una desesperación corrió por mi cuerpo, por no poder recordar los acontecimientos antes de mi perdida de noción.

Lo intentaba, fuerte, buscando entre las imágenes difusas en mi cerebro, pero no me podía enfocar.

Intenté mover mi brazo, para poder ver mejor de que se trataba, pero en cuanto lo moví, solo un poco, un dolor pasó como ráfaga por mi cuerpo. Un sonido entrecortado pasó con dificultad por mi garganta y salió de mis labios. Eso solo fue peor.

Fuego envolvió mi garganta y el dolor se intensificó.

Cielos, ¿qué me había pasado?

Antes de que pudiera hacer cualquier movimiento estúpido, el rostro de mi tía apareció en mi campo visual. Ojeras colgaban bajo sus cansados ojos y el miedo se vislumbraba en su mirada. Pero en cuanto me miró, una sonrisa aliviada perfiló sus labios.

—Despertaste, dormilona —susurró y yo abrí mis labios, para responderle, pero ella no me dejó—. No, tu garganta aún está muy débil para que la uses.

Fruncí mi ceño, sin poder recordar a que se debía eso, y ella sonrío, como si supiera con lo que estaba lidiando.

Mi cama se ajustó y quedé media sentada. Vi el botón en su mano y también todo lo demás en la sala. Aunque era pequeña, se las habían ingeniado para llenar cada rincón con globos, flores y mensajes para que me recuperara.

La última vez que había estado en una habitación así, lo único que vi fue a mi tía junto con un especialista, para tratar mi intento de suicidio.

Nunca nada parecido a esto.

Me sentí abrumada y me pregunté cuantos días había estado fuera. Tal vez uno o máximo dos.

—Debes de tener muchas preguntas, ¿no? —dijo mi tía, la cual se había sentado en una silla cercana a la cama. Moví mi cabeza despacio, sintiendo pinchazos en mi garganta—. La doctora dijo que podía que no recordaras que pasó en cuanto despertaras. El golpe que recibiste en tu cabeza fue fuerte y tuviste una lesión. Tu cráneo se abrió y estuviste a un par de minutos de que te indujeran un coma.

Sentirse Completo (#2 Sentirse Viva)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora