Capitulo 3

2.4K 150 11
                                    

Maldita rutina. La odiaba, volver a levantarme temprano, al trabajo, al Upper East Side. Ya bañada y cambiada con unos simples Jeans y una remera bastante suelta tome el subte para ir a la casa de los Stone. Solo unos minutos de viaje después me encontraba en la puerta de un Starbucks... necesitaba cafeína. No era la misma persona si no tomaba café y volver por ese barrio me ponía los pelos de punta ya de por si.

Mire la hora.... 9:30, bien tenía tiempo.

De nuevo en el local me cambie los Jeans por unos shorts deportivos que llevaba en la mochila y me fui a correr al Central Park. Siempre lo hacía, temprano, tarde, cuando tenía tiempo.

Con la cafeína en mis venas y un poco de deporte me encontraba perfecta para ingresar al edificio, salude con alegría al chico que trabajaba en la recepción y me permitió subir al departamento de la Sra Stone. Había llegado justo a tiempo. Antes de cruzarme con Mary corrí a cambiarme mis shorts por un vestido ajustado al cuerpo y mis zapatillas por unos Vertier. No podía aparecer vestida en forma deportiva ante una dise;adora de moda, ni ante sus clientes. Seria una total vergüenza.

Apenas Sali del baño me tope con mi jefa que no tardo ni cinco minutos en indicarme todo lo que tenía que hacer. Organizar todo un evento que daría dentro de dos noches y aparte a las 12 debía despertar a Christopher para que terminase de organizar las cosas que, según ella, el sabia que debía hacer. Genial, lo que me faltaba.

Comencé a ver todas las indicaciones que me habia dejado y a anotar todo de manera organizada para no olvidarme de llamar a nadie ni confundirme los pedidos. No era muy complicado pero si muchas cosas por hacer antes del anochecer. Flores, catering, invitaciones, fotógrafos, decoradores, y montones de cosas que ni siquiera veía necesarias pero al parecer eran infaltables en una de estas fiestas. Para cuando quise acordarme eran las 12 pasadas y me habia olvidado completamente de del hijo prodigio. Rápidamente dejando todo a medias corrí escaleras arriba y golpee la puerta de su habitación.

Nada.

Golpee nuevamente y tampoco recibí respuesta por lo que sin permiso entre. No había nadie. Mire rápidamente por todo el lugar deteniéndome solo unos segundos en el espejo. No podía creer lo mucho que había cambiado en tan poco tiempo, meses atrás mi vida era un completo desastre, pero lo bueno era que habia logrado salir y medianamente reordenar mi vida. Y ahora aquí estaba, vestida con un Dior y zaparos Vertier para poder encajar en un mundo en el que no estaba interesada.

Una puerta se abrió haciendo que de un pequeño salto del susto. Era de un baño en suite y de allí salía el supuesto Christopher.

- No puedo tener tanta mala suerte – Murmure.

El se quedo parado mirándome con una toalla envuelta en su cintura. Su mirada me recorría al igual que había hecho ayer. No podía creer que el chico que tenia frente a mi era el mismo al que había golpeado, por el cual tenía vendada mi mano casi inmovilizada del dolor, y el que había roto mi precioso aparato. Mi día no podía ser peor.

- Mira lo que el destino nos trajo... - Su sonrisa de coqueta me daban ganas de pegarle y de verdad, pero no me arriesgaría a perder mi mano, ni mi trabajo – Sophie, ¿cierto?

- Christopher... Tu madre me ha dicho que necesita que termines de hacer lo que debe. Lo que quiera que sea eso. – Trate de sonar lo más fría posible memorizando todo lo que me habían dicho y me retire del lugar sin esperar respuesta.

El famoso Christopher Stone al final resulto ser como yo decía y no tenia como contárselo a nadie hasta llegar a mi casa. Las chicas siempre me hablaban de lo equivocada que estaba, que seguramente las apriencias engañaban y que Christopher debía ser mas bueno de lo que yo imaginaba. Pero no. Era un maldito egocéntrico con complejo de superioridad. Lo que menos me iba a imaginar ayer era que acababa de pegarle al hijo de mi jefa pero lo tenía bien merecido. Sin quererlo mis pensamientos se fueron al encuentro que acababa de ocurrir y las piernas me temblaban, el chico estaba como quería, su abdomen bien marcado, su piel bronceada, su ancha espalda terminando con una cadera estrecha, su pelo levantado de manera desordenada dejando a la vista esos ojos increíbles. No sabía cómo había logrado formular las palabras.

Just One More Donde viven las historias. Descúbrelo ahora