twenty

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Zayn

— Oh vamos, Larry, sácame de aquí —digo por trigésima cuarta vez—. Tengo que hacer cosas esta noche.

En realidad tenía una carrera ilegal pero no creo que eso le importe a él. Porque sino es cuando no me deja salir.

— Yo te dejaría, pero sabes que no puedo. O viene alguien a pagar por ti, o pagas tú o esta noche nos veremos mucho la cara.

Gruño por lo bajo. Antes Larry solía molar, ahora parece más formal.

— Bueno, ¿puedo llamar? —pregunto ya desesperado.

— Podías llamar desde que te lo dije, pero eres tan terco... —dice abriéndome la celda.

Le dedico una sonrisa irónica como forma de agradecimiento.

Cuando estoy en frente del teléfono, marco el número de Louis. A este lo mato.

— Dígame.

— Te digo que tu puta madre —Larry me mira extrañado por mis palabras y yo le dedico una sonrisa de que todo está bien—. Se supone que me ibais a cubrir.

— ¿Zayn? ¡Lo siento! Culpa a Niall y sus dotes para no convencer a nadie.

— Dile que cuando lo vea del puñetazo que le voy a meter va a salir en la caja del tabaco como a él tanto le gusta.

— Pobre chaval. Supongo que por tu tono, te pilló la pasma.

— Para no pillarme, joder. Ese coche era una puta mierda y April se vengó de mí no dejándome escapar en su coche. Me dejó tirado como yo antes lo hice.

Louis empieza a reírse cuando le cuento esto. Es que lo mato.

— No tiene ni puta gracia —le advierto enfadado.

— Malik, 2 minutos más —me avisa Larry.

Asiento con la cabeza, a ver si el gilipollas de Louis deja de reírse.

— Perdona, perdona... —dice calmándose—. Sólo que no esperaba que una chica se vengara de ti. Aunque te lo mereces, ella se ha vengado mejor.

— Sí, ya, bla, bla. Ya me vengaré yo. Ahora la cuestión es que vengas a por mí a pagar.

— ¿Pretendes que pague con mi dinero?

— Eres un mierda de amigo, Louis —ruedo los ojos—. Ve a mi apartamento, tienes llave, coge 1000 y ven.

— ¿1000? Menos mal que cobras bien en los combates y en las carreras...

— Ya sí, todo el mundo contento. Date prisa a ese culo.

— Que ya va.

Sin más, cuelgo.

Más le vale traerlos, que sino le arranco la cara de un escupitajo.

April

— No sabía que habías hecho un doctorado en medicina... Eres una caja llena de sorpresas —comenta Mike riéndose mientras toma un sorbo de vino.

Sonrío.

— Mi padre se empeño, y nunca viene mal.

— Tu padre es un hombre sabio.

— ¿Lo conoces? —pregunto sorprendida mientras lleno mi vaso de vino.

— Eh... —se toca el cuello nervioso, acción que me crea desconcierto—. Sí, o sea, mis padres y los tuyos se conocen y se llevan bien.

Abro la boca sorprendida. Mis padres no me cuentan nada.

— ¿En serio? No lo sabía...

— Casualidades de la vida —sonríe.

He » z.m [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora