sixty two

2.4K 148 33
                                    

April

— April... —Zayn me empuja levemente para que me despierte. Doy un gruñido y me cambio de posición—. April, estás despierta —no contesto, prefiero seguir en la cama—. No puedes ser tan perezosa.

— Créeme que sí puedo —me limito a contestar abrazando más la almohada.

— Venga, levántate —pide y yo niego—. Quiero ducharme y es tu casa, no sé como funciona y me tienes que prestar ropa.

— ¿No puedes esperar?

— No, mueve el trasero y levántate. 

— Vete a la mierda —bufo y cojo su camisa del suelo para ponérmela. Total, tendré que prestarle ropa de mi hermano si se quiere duchar.

— Buenos días, cariño. Yo también te quiero —dice con ironía y le dedico una mirada fulminante para que se calle.

— Coge el traje del suelo, dóblalo bien y lo metes en mi armario —le ordeno mientras me abrocho los botones de su camisa.

Mientras se estira para hacer lo que le he pedido, me levanto y bostezo unas cuatro veces antes de abrir la puerta y entrar a la de mi hermano. Él, al contrario que yo, es demasiado activo. Está en pie muy pronto y siempre lo encuentras haciendo algo.

— Vengo a cogerte ropa para Zayn —le anuncio en cuanto entro y abro su armario para mirar que tiene.

— Sí, puedes pasar. Buenos días a ti también —oigo otra ironía por segunda vez consecutiva. 

— Joder, ¿es que cuando os levantáis tenéis ganas de ser amables? Porque yo no —resoplo eligiendo una sudadera monísima que le quedaría perfecta a Zayn.

— Tampoco es que haya dormido mucho —le miro de reojo; está leyendo uno de sus nuevos libros. 

— Prefiero no preguntar —me agacho más ya que tiene colocados sus pantalones abajo.

— Porque sabes la respuesta —me callo más bien por la vergüenza que me da hablar de estos temas—. ¿Desde cuándo tienes un tatuaje?

Me pongo rápidamente recta sorprendida porque haya visto mi tatuaje aún cuando llevo la camisa de Zayn. Bajo la mirada y veo que la tinta negra se ve un poco a través de la camisa ya que es blanca. Menos mal que él no me va a dar un sermón.

— Me lo hice hace unos días.

— Me sorprende de ti.

— Lo mismo digo. ¿Te importa si le presto estas prendas tuyas a él? —niega con la cabeza viéndola y vuelve a concentrarse en su libro—. Gracias.

Entro a mi cuarto y Zayn justamente cierra mi armario acabando de meter mi traje.

— Es de mi hermano, pero creo que te sirve —le entrego la ropa.

— Dile que gracias de mi parte y que perdón por lo de ayer. Te dije que deberíamos comprarle unos tapones para los oídos o algo así.

Le doy un manotazo fuerte en el hombro y él se queja.

— ¿Desde cuando eres tan chismoso? Métete ya en la ducha.

Salgo de mi cuarto y me dirijo hacia la cocina para prepararme el desayuno. Mi pensamiento era volver a la cama para dormir, pero mi mente se ha encargado de recordarme que tengo otra audición y ese pensamiento enseguida se ha esfumado.

Mientras me preparo las tostadas y el café, pasan los minutos suficientes como para que Zayn salga de la ducha y yo todavía no haya pegado bocado a la tostada. Sí que estoy más cansada que otros días.

He » z.m [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora