Capítulo 10: Miedo...

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POV CHRISTIAN






Me doy media vuelta y camino rumbo al despacho, dejando a una Gail totalmente alterada. Ana duerme plácidamente en nuestra cama y yo necesito pensar.
Gail me odia... y la entiendo, lastimé a su niña, a la luz de sus ojos. No sé que pueda hacer para hacerla cambiar de parecer pero dejar a Ana no es una opción, no después de haber sufrido sin ella, no puedo vivir sin ella, no lo haré. Tendré que demostrarle con acciones el que la amo y que sabré cuidarla, al menos intentaré eso pero se muy bien que nuestra relación, no será la misma, el miedo siempre estará presente.
Suspiro y me paso ambas manos por la cara tratando de borrar el odio en los ojos de Gail pero es inútil, lo sigo viendo. Tendré que hacerle frente a todo esto y aguantar los reclamos bien justificados de todos.

-¿Christian?.-

Escucho su dulce voz e inmediatamente levanto la cabeza para verla allí parada a unos cuantos pasos de mi. Sus ojos azules son más transparentes gracias a la luz del sol que se cuela por la gran ventana que tiene este despacho. Su cabello desordenado y envuelta en un camison de seda negro que no deja nada a la imaginación, me invitan a desnudarla con la mirada. Me gustaría pasar mis manos por todo su cuerpo, adorarla como se lo merece, pero en cambio la miro, totalmente embelesado y perdido en mis pensamientos, pensamientos que me llevan solo a querer hacerla mía.

-Christian, ¿Qué sucede?.-

-Nada amor. Ven aquí.-

Le digo estirando la mano en el aire hasta que la suya toca la mía, la siento en mi regazo y la abrazo fuerte. No puedo decirle lo que acaba de pasar, no puedo darle más preocupaciones. Yo solo resolveré este malentendido.

-¿Estás seguro?-

-Lo estoy, no te preocupes.-

-Haré como que te creo... por ahora. Luego me dirás que pasa, ¿Ok?.-

-Ok.-

Miento para que se quede tranquila. Besa mis labios suavemente y yo me pierdo en sus besos, olvido el mundo a su lado y en cierta manera me gusta, me encanta. El beso de vuelve desesperado hasta que muy pronto nos separamos para tomar aire.

-Hablé con Gail, estaba rara... no creía que yo invité a tu familia, no se que le pasó y me preocupa.-

-Debe estar sorprendida, igual que yo. No me malinterpretes, me encanta que los hayas invitado... pero no entiendo porque lo haces.-

-Ya te lo había dicho, quiero una vida normal y tu familia forma parte de eso. Se que estuvieron muy preocupados por mi y que me quieren al igual que yo los quiero a ellos. Quiero verlos, ¿Qué tan difícil de entender es eso?-

-Está bien... lo entiendo, vamos a cambiarnos. Estarán aquí en cualquier momento. No creo que Mia se pueda contener mucho tiempo más.-

Sonrio al imaginarla desesperada, buscando que ponerse en un armario atestado de ropa de la mejor marca existente. Ana asiente poniendose de pie, y un escalofrío recorre mi cuerpo, ya la extraño. Imito su acción tomándola de la cintura para no romper la conexión e irnos a nuestra habitación y darnos una ducha, que espero que la podamos tomar juntos, pero no la presionaré aunque me muera de ganas.

Entramos a la habitación y ella suelta mi mano, camina sin mirar atras hasta perderse en el baño y cerrar la puerta tras ella. Me encojo de hombros restandole importancia y voy a el armario a buscar que ponerme, inesperadamente sigue todo igual, tal y como lo recuerdo. Busco un pantalón de jean negro y una remera azul Francia, mi ropa interior, medias y las converse que tanto le gustaban a Ana. Dejo todo sobre la cama y espero sentado en la misma hasta que Ana sale envuelta en una toalla que apenas si la cubre. Una parte de mi cuerpo cobra vida deseando perderse en ella, sacudo la cabeza y tomo lo que elegí. Me encierro en el baño y me apoyo en la puerta, cubro mi cara con ambas manos y suspiro profundo para borrar su imagen. Lo hizo a propósito... me dice una voz en mi cabeza pero destierro ese pensamiento. Si ella lo hizo a propósito para provocarme, ciertamente lo logró. Mi polla crece con cada pensamiento así que me despojo de toda la ropa y me meto bajo la ducha, el agua fría calmará mi temperatura que va en aumento. Cierro los ojos disfrutando de la sensación que invade mi cuerpo pero mi amigo no quiere volver a dormir. Aún con los ojos cerrados me acaricio, arriba y abajo imaginando que son sus pequeñas y delicadas manos las que me tocan, mi respiración se hace irregular. La veo de rodillas lista para chuparmela y eso me enciende aún más. El ritmo de mis caricias se hace mas frenético y estoy listo para correrme cuando un ruido a mi espalda me hace girar bruscamente.
Ana está ahí parada toda sonrojada mirando mi cuerpo de forma descarada. La vergüenza de que me haya pillado masturbándome, me invade y creo sentir mis mejillas arder, pero gracias a el agua helada no se nota, o eso espero yo.

Por ti   (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora