Bajamos las escaleras rápidamente, estoy muriéndome de hambre. Hay un montón de alumnos en la cola, pero conseguimos colarnos con nuestra diminuta altura.
Escuchamos algunos reclamos pero les ignoramos.
La señora nos sirve la comida en nuestras respectivas bandejas y vamos a nuestra mesa, la del final por supuesto.
Estoy a punto de probar mi delicioso sandwich cuando alguien se para frente a mí. Nat frunce el ceño.
Levanto la vista y veo a la persona más horrible del planeta. No, no es Iván, por si alguien se lo preguntaba. Es nada más y nada menos la estúpida de Samanta, ya era raro que no me molestara desde el primer día de clase.
—Ni se te ocurra acercarte a Iván, ¿me oyes, zorra? —pone sus manos encima de la mesa intentando intimidarme. Pobre ilusa.
—Oh, ¿es otra de tus conquistas?—río mientras doy un pequeño mordisco a mi sándwich.
—Él es quien está intentando conquistarme —dice guiñándome el ojo.
No sé por qué, pero eso me ha molestado bastante. Obviamente, disimulo.
—¡No sabes cuánto me alegro! Por fin has encontrado a alguien tan estúpido como tú —sonrío —¿Seguro que podrá aguantarte?
—Cállate, zorra —me mira con desprecio —Es mío, así que ya estás advertida.
—Todo tuyo —sonrío y veo cómo me mira furiosa. Finalmente se va sin decir nada más, cosa que me alegra.
Me giro hacia Nat, quien está mirandola con rabia. Le cae igual de mal que a mí o incluso más, porque estuvo enamorada de Alex. Como era de esperar, le dije a mi hermano que la ignorase porque es una jodida imbécil que se cree superior a los demás, y desde ahí empezó a molestarme.
—¿En serio Iván le está coqueteando? — pregunta Nat.
—Ni lo sé, ni me importa —digo encogiéndome de hombros. Aunque no es verdad.
—Sí, claro —dice rodando los ojos —A mí no me engañas, Pau. Te gusta desde que lo viste el primer día.
—No —me cruzo de brazos mirando hacia otro lado —Así que no empieces. A mí no me gusta ni me gustará nadie.
—Como digas... —ríe.
Sé que no me cree, ni yo misma lo creo.
—Tenemos que seguir con el trabajo —comenta Nat —Ayer no hicimos casi nada.
Maldito trabajo.
—Sí, tienes razón.
***
Mientras esperamos a la profesora que dará la última clase, Nat llama a Iván y Alex.
—Hay que seguir con el trabajo —dice Nat mirando a ambos.
—Sí, es verdad —Alex chaquea la lengua.
Iván solo asiente.
—¿A qué hora quedamos? —pregunta Nat.
—A la misma que ayer —respondo.
Los demás asienten.
—Está bien, nos vemos en mi casa —es lo último que dice Nat.
***
Estoy sentada en la cama de Alex, esperándolo desde hace quince minutos y todavía no ha terminado de arreglarse.
¿Por qué demonios se arregla tanto? Solo vamos a seguir con el trabajo.
Con un suspiro, me levanto de la cama.
—Me voy sin ti —digo saliendo de su habitación y bajando las escaleras.
Estoy a punto de llegar cuando veo a Iván también llegando. Se produce un incómodo silencio y decido romperlo saliendo de dudas.
—¿Estás saliendo con Samanta? —digo con un notable desprecio en mi voz.
Frunce el ceño.
—No te importa — dice seco. Tengo infinitas ganas de golpearle, pero decido tranquilizarme.
—Que te den—toco al timbre y Nat nos abre sonriente, pero su expresión se vuelve seria de repente.
—¿Y Alex? —pregunta con el ceño
fruncido.—Ahora viene —contesto con la intención de entrar, pero Nat me agarra del brazo.
—Tengo que contarte algo—susurra, puesto que Iván está cerca.
—Cuenta, ese no importa —digo intrigada.
—Estoy empezando a salir con... —suelta un suspiro— Hugo.
Me llevo las manos a la boca abriendo los ojos de par en par.
—¿Pero vais en serio?—digo aún sorprendida.
—Nos estamos conociendo de momento—sonríe —Es guapísimo.
—Me alegro por ti, Nat.
Suena el timbre y Nat va corriendo hacia la puerta, mientras me acerco al salón y me siento frente a Iván, quien parece metido en sus pensamientos.
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Tú, mi problema © #1
Teen Fiction-¿Cuál es tu maldito problema? -espeto enfadada. -Tú, tú eres mi maldito problema.-dice furioso. No se admiten copias o adaptaciones de esta obra. Gracias.