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Semanas después...

—Creo que esto ha sido una mala idea
—le digo a Iván moviéndome de un lado para otro. Estamos en la puerta de su casa, y siento que me dará algo de los nervios que tengo. Él, sin embargo, está completamente tranquilo, como si no fuera a pasar nada.

Como si no fuera a conocer a sus padres.

—Tranquilízate, todo estará bien
—susurra, acunándome el rostro con sus manos.

—¿Y si no les causo buena impresión? ¿Y si... —me interrumpe poniendo su dedo índice sobre mis labios.

—Por supuesto que les vas a dar una buena impresión, ¿me oyes? No podría tener una mejor novia que tú —mi corazón da un vuelco por sus palabras llenas de ternura, y asiento con una sonrisa.

—Está bien —le doy un corto beso en los labios —Te quiero.

—Y yo a ti, pequeña —dice dándome otro beso, pero esta vez más... diferente. Dios, tengo el mejor novio del mundo.

Respiro profundamente e Iván me agarra de la mano para entrar en la casa. Caminamos hasta el salón y ahí vemos a sus padres terminando de poner la mesa para cenar.

Sus ojos se abren con sorpresa cuando nos ven.

—Oh, ¿ya estáis aquí? —pronuncia su madre dándole un beso en la mejilla. Después me mira intensamente por unos segundos, haciendo que me remueva incómoda —Tú debes ser Paula, ¿verdad? —habla por fin —Eres muy guapa.

—Sí, señora —asiento con una pequeña sonrisa —Gracias.

—Por Dios, no me digas señora, cariño— me devuelve la sonrisa —Solo dime Gina.

—Está bien, Gina —río un poco, y la mujer se aparta para que se acerque el padre de Iván a saludarme.

—Soy Frederic —se presenta amablemente —Encantado de conocerte, linda.

—Igualmente —sonrío, y miro a Iván. Me guiña un ojo y nos acercamos a la mesa, que está preparada con lujo de detalle.

Empezamos a comer y no puedo evitar gemir al probar la comida, desde luego esta mujer cocina de maravilla, al igual que mamá.

—Está delicioso —gimo.

—Qué bueno que te guste, cariño —murmura Gina bebiendo un poco de vino.

—¿Y cómo os conocisteis? —pregunta Frederic intercambiando la mirada entre Iván y yo.

—Ella va a la misma clase que yo, papá —responde Iván, aclarándose la garganta —Alex es su hermano.

—Oh —el padre alza las cejas, y me mira —Tu hermano es un buen chico.

—Sí... cuando quiere —bromeo, y ríen por mi comentario.

La cena se vuelve cada vez mejor, charlamos con más confianza y hasta el padre de Iván se permite contar algún que otro chiste haciéndome reír a carcajadas.

No hay duda de que son muy buenas personas, y agradezco que todo haya fluido bien.

Cuando ya hemos acabado, me ofrezco a ayudarles a recoger, pero se niegan. Iván me agarra de la mano y me lleva a su habitación mientras que los padres terminan de limpiar.

—Estuviste genial —me felicita antes de sentarse en la silla de su escritorio. Yo me siento en un lado de la cama —Estoy seguro de que les has encantado.

—A mí también ellos —comento con sinceridad —Se ven muy buenas personas.

—No sabes cuánto me alegra eso —murmura sentándose a mi lado, y apoyo mi cabeza sobre su hombro.

—Por cierto, tengo algo para ti.

—Pero hoy no es un día especial —digo, frunciendo el ceño.

—Pues para mi sí —enarca una ceja.

—¿Ah, sí? —sonrío, sorprendida —¿Se puede saber por qué?

—Un día como este, entré por primera vez al Instituto, sin saber que me encontraría con una cierta castaña rebelde —menciona, y no puedo evitar reír. Recuerdo perfectamente ese día —Admito que desde ese día me llamaste la atención por atreverte a desafiarme.

—Te comportaste como un idiota —le recrimino cruzándome de brazos, y rueda los ojos.

—Lo sé, lo sé —se levanta para coger algo del escritorio. Frunzo el ceño cuando veo un papel doblado —Por eso quiero darte esto —me lo entrega y cuando lo abro, me quedo boquiabierta.

Literalmente.

Es un dibujo mío perfectamente hecho. Puedo reconocer dónde estoy, es en la cafetería, comiéndome una manzana. Dios, es el dibujo más genial que he visto en mi vida. Lo pondré en mi habitación, sin duda.

—Guao —susurro —Esto es... increíble —lo abrazo fuertemente —Gracias.

Mi novio es un artista.

—No tienes nada que agradecer, pequeña —acaricia suavemente mi cabello, y lo miro por un momento.

—Conocerte fue lo mejor que me ha pasado, Iván.

Me coge de la nuca y me atrae hacia él para besarme desesperadamente, haciendo que se me acelere el corazón. Envuelvo mis manos alrededor de su cuello y él muerde mi labio inferior.

Nunca me imaginé que se pudiera llegar a sentir tanto por una persona.

Y mucho menos a alguien que odié desde el primer día de Instituto.

💞

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Tú, mi problema © #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora