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Nat me dijo anoche que hoy no iba al Instituto, puesto que está enferma. Pero quedamos en que por la tarde iría a visitarla.

Me encuentro jugando con mi lápiz sobre la mesa, esperando a que suene el timbre para comer algo. Estoy muriéndome de hambre.

Después de varios minutos que se me hacen eternos, por fin suena. Voy a bajar las escaleras para ir a la cafetería cuando alguien me agarra bruscamente por el brazo. No hace falta pensar mucho para saber de quién se trata.

—¿Dónde te crees que vas, idiota? —sonríe maliciosamente y me lleva hasta un rincón cerca de las escaleras.

Miro en todas las direcciones e intento gritar, pero me tapa la boca con su mano.

—Ni se te ocurra abrir la boca —me amenaza.

Estoy empezando a sentir miedo de verdad...

Cuando se asegura de que no intento chillar de nuevo, suelta su mano.

—¿Qué coño te pasa? ¡Estás loco!—grito golpeando su pecho con fuerza.

Se acerca peligrosamente, haciéndome retroceder unos pasos hasta chocar con la pared. Maldita sea.

—¿Pensabas que después de darme una bofetada te irías de rositas? —niega con la cabeza —Qué equivocada estás, niñita.

—¿Cuál es tu maldito problema?—espeto enfadada. Estoy harta de él y de sus amenazas, han sido lo único que ha salido de su boca desde que vino a este Instituto.

—Tú, tú eres mi maldito problema—dice furioso.

—¿Y se puede saber qué demonios te he hecho?—me cruzo de brazos y levanto el mentón, retándolo.

—Cruzarte en mi puto camino —gruñe, apretando los puños a sus costados.

—Oh, ¡no sabes cuánto lo siento! —digo sarcástica—¿Has acabado?

—Esto no se quedará así.

—¡Métete tus malditas amenazas por donde te quepa!—es lo último que digo antes de ir hacia la cafetería. Este tío me está sacando de quicio, y lo peor es que cada vez que lo tengo cerca siento cosas muy extrañas...

***

Me arreglo un poco el pelo y me despido de Alex, quien está jugando a la play en el salón y no me hace ni el más mínimo caso.

Toco al timbre varias veces y me abre Nat con un aspecto horrible.

—Qué bien te ves, amiga—río, sarcástica. Me fulmina con la mirada y me hace un gesto para que pase.

—Muy graciosa—dice mientras nos sentamos en el enorme sofá—¿Ha pasado algo interesante hoy?

—Bueno, más bien, yo diría desagradable—resoplo.

—¿Qué pasó?—cuestiona curiosa y acomodándose más en el sofá.

Le cuento el pequeño incidente que tuve con Iván y abre los ojos de par en par.

—Yo creo que tiene obsesión por ti—dice frunciendo el ceño —Ten cuidado.

—Bueno, cambiemos de tema —pronuncio —¿Qué tal con tu boyfriend?

—No todo lo bien que me gustaría —contesta apenada—Está evitándome desde hace unos días...

Levanto las cejas, sorprendida.

—¿Y no tienes idea por qué? ¿Pasó algo entre vosotros que no me hayas contado?

Niega con la cabeza.

—Pues tendrás que hablar con él, Nat.

Seguimos hablando un buen rato hasta que suena mi móvil. Lo saco del bolsillo y veo el número de mamá.

Descuelgo y me lo pongo en la oreja.

—Dime, mamá.

—Hija, te llamé porque no contestabas los mensajes. Ya está lista la cena y no tardes, que se enfría.

Río rodando los ojos.

—Está bien mamá, ya voy para allá —guardo el móvil en el bolsillo y me despido de Nat.

Introduzco la llave en la cerradura y el olor de la comida llega a mis fosas nasales. Voy hasta el comedor, donde se encuentran mamá y Alex.

—Ya volví —sonrío, sentándome al lado de mamá.

Me saludan y empiezo a comer.

—¿Qué tal está Nat?—pregunta mamá. Nat y ella siempre han tenido buena relación, ya que se conocen desde que éramos pequeñas.

—Mejor, ¿sabes que tiene novio? —comento, y percibo cómo Alex se tensa.

—¿Ah sí?—dice curiosa.

—Sí, pero Nat me ha dicho que se está comportando muy raro con ella desde hace unos días.

Alex se levanta bruscamente y se va, haciendo que mamá y yo nos miremos frunciendo el ceño.

Después de cenar, ayudo a mamá a recoger y subo a mi habitación. Cojo mi móvil y veo que tengo un mensaje de un número desconocido. Frunzo el ceño y leo el mensaje.

Pronto recibirás tu venganza.

¿Cómo demonios ha dado con mi número? Intento calmar mis nervios y contesto:

Eres un pesado.

Me cambio de ropa y me tumbo en la cama sin dejar de pensar en lo que me hará ese loco.

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Holaaaaa

¡Muchísimas gracias a los que nos leen! ❤

Tú, mi problema © #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora