—Pau, despierta —dice mi mejor amiga zarandeándome —Ya hemos llegado.
Abro los ojos aún adormilada y me incorporo lentamente en el asiento.
—¿Cuánto dormí? —pregunto estirándome de brazos.
—Todo el viaje —Nat rueda los ojos— Así que no tuve más remedio que escuchar música para no sentirme tan sola —me fulmina con la mirada.
Río y me levanto para coger la mochila. Me aseguro de que lleve todo lo necesario y bajamos por las escaleras del autobús, viendo a nuestros compañeros esperándonos junto con la profesora.
—Bien, ahora que ya estamos todos, —dice mirando en nuestra dirección —empezaremos a buscar una zona llana y arbolada, ya que hará algo de calor, y una vez allí montaremos las tiendas de campaña. ¿Entendido?— cuestiona, y asentimos para después comenzar a caminar por el bosque.
Nat y yo somos de las últimas, y delante de nosotras se encuentran Alex e Iván hablando de cosas triviales.
—Profesora —grita mi hermano, y todos nos paramos en seco —Creo que esa zona es perfecta —señala a nuestra derecha, y la profesora asiente.
—Buen ojo, Alexander —dice haciendo un ademán para que la sigamos hasta allí.
Una vez que llegamos, limpiamos un poco la zona y empezamos a montar las tiendas de campaña mientras la profesora explica paso a paso. Son de parejas, así que obviamente dormiré con Nat.
Varios minutos después casi todos han terminado.
Menos nosotras.
Nos queda poner las piquetas, y no somos capaces. Suelto un suspiro de frustración y lo intento una vez más, pero nada. Nat tampoco tiene ni idea de cómo va esto.
—Creo que necesitáis ayuda —dice Alex acercándose con Iván. Giro sobre mis talones y los fulmino.
—No, gracias —digo —Podemos solas.
Nat se aclara la garganta incómoda.
—En realidad, no.
La miro incrédula y ella me sonríe inocente.
Traidora.
—No es malo necesitar ayuda —Alex se burla y ruedo los ojos.
—Dejadnos a nosotros —interviene Iván cogiendo las piquetas, y Alex lo ayuda.
Nat se acerca a mí.
—¿No ves cómo es mejor así? —susurra en mi oído —Ahora ellos harán el trabajo mientras nosotras disfrutamos de las vistas —señala sus traseros y suelto una risita. Quizás no es una mala idea después de todo.
—Bien pensado, amiga.
***
El día transcurrió normal, y a decir verdad estuvo bastante bien. Hicimos una gran ruta por el bosque y algunos de mis compañeros se metieron en el lago que hay cerca de aquí. Eso sí, con la profesora vigilándolos todo el tiempo.
Ahora me encuentro en mi tienda de campaña, intentando dormir, pero no lo consigo.
¿Por qué?
Bueno, tengo muchas picaduras, y creo que estoy arañándome toda la nalga. Sí, me picaron justo ahí, para mi mala suerte.
Nat está totalmente frita a mi lado, y yo estoy de los nervios, así que decido salir a dar una vuelta al lago después de echarme una pomada que me aseguré de meter en mi mochila antes de venir.
Todos están dormidos, y no se escucha nada, tan solo unos grillos. O eso creo.
También está oscuro, y temo que me tropiece con algo.Afortunadamente, llego al lago sin ningún problema.
Me siento en una roca y observo mi entorno. Está bastante tranquilo, y me gusta. Me da paz.
Pero toda esa paz se acaba cuando escucho un crujido detrás de mi. Oh Dios.
—¿Quién anda ahí? —pregunto sintiendo mi corazón latir aceleradamente.
Silencio.
Joder, soy idiota.
Siempre que en las películas de miedo preguntan eso, Nat se enfada porque dice que si alguien te va a asesinar es obvio que no te va a contestar. Definitivamente, creo que se molestaría bastante si me escuchara ahora.
—Sea quien seas, juro que te romperé los huesos si me haces daño —amenazo cogiendo una piedra del suelo, dispuesta a atacar.
—Joder, tranquilízate —abro los ojos de par en par cuando lo reconozco. Es Iván —Estás loca.
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Gracias por leer.
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Tú, mi problema © #1
Teen Fiction-¿Cuál es tu maldito problema? -espeto enfadada. -Tú, tú eres mi maldito problema.-dice furioso. No se admiten copias o adaptaciones de esta obra. Gracias.