—Venga Pau, anímate —dice Nat poniéndome ojos de cachorrito.
Estamos en la mesa de la cafetería, y Nat no me deja comer tranquila por su insistencia.
—Por quinta vez, no iré a esa fiesta, Nat —ruedo los ojos. Cuando se pone así no hay quien la detenga.
—¡Tienes que despejarte! —me reprocha.
Suspiro.
—¿Si te digo que sí me dejarás comer en paz?
—Sí —sonríe.
—Está bien, iré —bufo.
—¡¡SÍ!! —grita levantando los brazos.— A las 10 iré a tu casa para arreglarnos.
***
—Ponte este —Nat señala un vestido gris que es demasiado corto para mi gusto.
—Se me va a ver el culo.
—Qué exagerada —rueda los ojos —¿Prefieres un top y pantalón?
Me tumbo de espaldas sobre mi cama. Estoy muerta de sueño.
—Lo agradecería. Me siento más cómoda.
—¿Este top? —pregunta. Lo observo detenidamente y wow, me encanta, es de color negro con un poco de escote.
Asiento con una sonrisa y Nat da palmaditas.
—Venga, póntelo con estas zapatillas —hace un gesto para que entre al baño.
Cuando salgo, Nat me mira de arriba a abajo con satisfacción.
—Te queda genial —sonríe — Seguro que ligas hoy, amiga.
—Sí, claro —ruedo los ojos —Tú estás muy sexy.
Lleva un vestido de color negro y unas sandalias. A diferencia de mí, a Nat le encanta arreglarse. Cuando terminamos de arreglarnos el pelo y maquillarnos un poco, cogemos nuestros bolsos y nos despedimos de mamá.
—Pau, omití un pequeño detalle —dice Nat tímida.
—¿Cuál? —digo con el ceño fruncido.
—Hugo y Jeremy pasarán a recogernos.
—¿Qué? ¿Por qué no me lo dijiste? —pregunto indignada.
—Temía que te pusieras así —me señala.
Suelto un suspiro.
—Está bien, ¿pero no le habrás dicho a Jeremy que iremos en plan cita como vosotros, no?—me cruzo de brazos.
—No, tranquila. Le dije que te haría compañía y nada más.
Menos mal. No soportaría que intentase coquetear conmigo.
—Está bien —digo y justo ahí escuchamos el motor del coche de Hugo. Nos saludan por la ventanilla y nos hacen un gesto para que entremos.
—Estás radiante, Nat —le dice Hugo mirándola a través del espejo del retrovisor.
—Gracias, Hugo—dice con una sonrisa de oreja a oreja.
—Hola Pau —me dice Jeremy coqueto, yo sólo sonrío.
Jeremy va a mi Instituto, se me ha insinuado varias veces pero nunca le he hecho caso. Es un buen chico pero no es mi tipo.
El viaje se me hace eterno. Estoy a punto de quedarme dormida cuando Hugo habla:
—Ya hemos llegado.
Se baja del coche y ayuda a Nat a salir, como todo un caballero. Jeremy hace lo mismo conmigo, y se lo agradezco.
Cuando entramos observo a gente bebiendo por todas partes, algunos bailando al ritmo de la música y otros metiéndose mano.
Pero algo capta mi atención. Iván y Samanta están en uno de los sillones, ella intenta seducirle pero él no le hace el más mínimo caso. ¿Con que te está conquistando, eh, Samanta? No puedo evitar alegrarme.
Me giro y Nat y Hugo ya no están.
—¿Vamos a por algo de beber? —pregunta Jeremy en mi oído.
Asiento y vamos a la barra. Hoy pienso despejarme.
—Ron con coca-cola —le dice Jeremy al chico de la barra. Es guapo, aunque un poco mayor que nosotros.
—¿Y tú, preciosa? —me pregunta sacándome de mis pensamientos.
—Lo mismo —respondo cortante. No me ha gustado nada eso de "preciosa", y al parecer, a Jeremy tampoco.
Cojo el vaso y le doy un gran trago, haciendo que queme toda mi garganta. Cuando lo termino, le pido otro al camarero y así hasta que noto el alcohol por todo mi cuerpo.
—¿Vamos a bailar? —susurra Jeremy en mi oído. Sonrío y lo cojo de la mano hasta la pista de baile.
Me siento mareada, pero no me importa.
Muevo mis caderas al ritmo de la música, y Jeremy sonríe pegándose cada vez más. Siento una mirada sobre mí y miro al frente. De repente mi mirada conecta con la de Iván, a través de la música.
Jeremy me da una vuelta quedando de espaldas a él y empieza a manosearme. Me giro y le doy una fuerte bofetada que lo deja sorprendido.
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Tú, mi problema © #1
Teen Fiction-¿Cuál es tu maldito problema? -espeto enfadada. -Tú, tú eres mi maldito problema.-dice furioso. No se admiten copias o adaptaciones de esta obra. Gracias.