— ¿Encontraremos la salida de acá, no?— Le pregunté mirando las murallas de árboles que había en todas las direcciones.
— Por supuesto que sí— Me tranquilizó dándome un apretón en la mano.— Una vez que descubramos donde está la ladera del valle, tenemos que dirigirnos en sentido contrario. De ese modo, deberemos cruzar el camino de tierra. Elemental, mi estimada Viciconte.
— Tal como lo dices suena muy sencillo. Espero que tengas razón.
— No te preocupes— Me dijo con ternura— Estás conmigo, ¿Recuerdas? Y tengo pensado cuidarte muy bien, porque no he conocido a nadie tan especial como vos en mucho tiempo.
Me pasó el brazo por la cintura y me besó con suavidad la mejilla.
— ¿Estás lista para emprender la marcha?— Me preguntó tomándome la mano para ayudarme a bajar de la roca.
— Sí, pero será mejor si nos cuidamos de las víboras —Le dije en broma.
Puso una cara cómica.
— Puso haberle pasado a cualquiera.
Se detuvo en el claro, contemplando el lugar en que habíamos pasado la nolche.
— Lástima que no traje mi cortaplumas — Dijo pensativo.
— ¿Y para que lo querías? — Le pregun'te.
— Para grabar nuestras iniciales en la piedra.
De pronto se me ocurrió una idea.
— Puedes probar con la cola de mi peine, es de metal.
Nacho lo tomó y volvió a treparse a la roca. Ahí grabó prolijamente "IN+MV" y a su alrededor, dibujó un corazón con una flecha que lo atravesaba. La cola del peine entraba con facilidad en la superficie de la roca y las iniciales amarillas quedaron grabadas con claridad.
— Ahí lo tienes — Me dijo Nacho. — Grabados en la roca para toda la eternidad. Cuando ganes Wimbledon quizás hagan de esto un santuario nacional.
La palabra "Wimbledon" Me trajo al presente como un golpe.
— Nacho, el torneo comienza mañana. Tito me matará y creo que Thiago te matará a vos también.
— Dejalos —Dijo —No está bien que los entrenadores tengan tanto poder sobre nosotros. Después de todo ¿Qué pueden hacernos en realidad? Gritarnos un poco, eso es todo.
— Si, pero... — Empecé a decir.
— Los gritos no lastiman a nadie — Me interrumpió él.
Recordé a Fierita en el peor de sus humores.
— No, pero a mi no me gusta que me griten.
— A mi tampoco — Aclaró — Y si lo piensas dos veces, ¿Por qué tenemos que soportar que haya gente gritándonos, cuando somos nosotros los que jugamos?
— Para que juguemos mejor, supongo.
— Nosotros tendríamos que ser los únicos en preocuparnos sobre cómo jugamos — Razonó.
Durante un rato me quedé pensando en sus palabras,
— Tienes razón. Nunca antes lo había visto de ese modo.
— Entonces, renunciemos mañana —Sugirió.
— ¿Lo dices enserio? — Le pregunté espantada.
— ¿Vos no?
— Yo, no. A mi me gusta jugar tenis — Aseveré después de unos minutos — También me gusta ganar. Si al menos pudiera sacarme a los demás de encima, quizás...
— Me siento igual. Creo que ganar es importante. Pero no me gusta que me hagan sentir que cuando pierdo estoy defraudando a todo el mundo.
— A mi me pasa lo mismo. Sólo que nunca antes había podido hablar de ello con nadie.
— ¿Sabes, Mica? — Dijo pensativo — No creo que debamos jugar al tenis a menos que lo disfrutemos y lo vivamos como algo bueno.
— Pero, Nacho... — Empecé a objetar.
— No, espera. Déjame terminar. Cuando por primera vez nos involucramos en el tenis fue por que nos gustaba el juego, ¿Verdad?
— Correcto.
— Y ahora hay mucha más presión, pero cuando ganamos la recompensa es mayor también. ¿Verdad? — Asentí — De modo que sigue siendo beneficioso y de alguna manera divertido. Cuando dejemos de sentirlo así, será el momento de renunciar.
— Tenes razón — Dije comprendiéndolo de repente por primera vez — Nadie tiene el derecho de obligarnos a jugar al tenis si no lo deseamos.
— Así que cerremos un trato el uno con el otro, ahora mismo — Me prepuso con los ojos resplandecientes — Si alguna vez el tenis deja de resultarnos divertido o deja de ser lo que más nos gusta hacer en el mundo, renunciamos. ¿De acuerdo?
— Es un trato.
— Lo ves — Me miró fijo — Ahora sabemos que nos tenemos el uno al otro como apoyo, todo será más fácil. SI la gente comienza a gritarnos o trata de presionarnos, sabremos que hay alguien en el mundo que se siente de mismo modo y que está de nuestro lado. Se puede hacer de todo cuando se sabe que hay alguien de nuestro lado, Mica.
Mi corazón se sentía pleno, a punto de estallar.
— Jamás me olvidaré de este lugar — Dije mirando hacia todas partes.
Ahora que estábamos a punto de abandonar el monte, ya no me parecía desolador ni atemorizante. Parecía un lugar secreto y amistoso. Un pequeño mundo sólo para nosotros dos. Casi me daba odio irme y volver a la realidad.
Nacho pareció percibir como me sentía.
— Nunca hubiera creído extraviarme en el monte, pero no me lo hubiera perdido por nada en el mundo.
Entonces deslizó su mano en la mía y dejamos el claro sin volver la cabeza.
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Dobles Mixtos
FanfictionIgnacio "El niño mimado" Nayar Micaela "La Princesa de Nieve" Viciconte