6 "No es tan mala idea"

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Una vez en mi habitación, me tiré a la cama y me puse a mirar el techo. ¡Australia! Parecía tan exótico y emocionante. Tal vez no fuera tan malo, pensé, Pero entonces recordé que estaría lejos de casa, en un país extraño por dos meses. Y también competiría contra jugadores de tenis "de verdad" y no meros aprendices. ¡No me sentía preparada! Mi estómago se había cerrado en un nudo y tuve la sensación de que iba a permanecer así durante todo el invierno si me presionaban para ir.

Hacía unos minutos que había llegado a mi dormitorio, cuando Camila asomó la cabeza por la puerta.

-Tenes que ayudarme- Dijo desesperada, agitando una hoja de papel- Mamá y papá me matarán cuando se enteren de lo que me saqué en esta prueba de matemática. Además tengo que hacer las correcciones esta noche y todavía no entiendo nada, y le prometí a Cacha...- Se paró en seco y me miró sorprendida -¡Por dios, Micaela!- Se quejó -No me escuchaste ni una palabra de lo que te dije.

Me senté, esforzándome para volver al presente.

-Perdón, Cami. Creo que en estos momentos tengo la cabeza ocupada ¿Que decías?

Siguió mirándome, mientras se sentaba sobre el borde de mi escritorio.

-¿Entonces tenes problemas con Tito? ¿Es eso lo que te preocupa?

-Es peor que eso- Repliqué -Quiere que me valla a Australia durante el invierno.

Quedó boquiabierta de asombro.

-¡Estas bromeando! ¡Qué bueno! ¡Australia! Pensa en lo mucho que te vas a divertir.

-Lo estoy pensando, no quiero ir.

-¿Cómo que no?- Preguntó con sus enormes ojos verdes abiertos del horror.

Negué con la cabeza.

-Estas loca ¿Por que no queres ir?

-No lo entenderías- Le respondí mientras me encogía de hombros con resignación.

-Tal vez si- Replicó con suavidad- Tenes miedo de que una manada de canguros enloquecidos te pisotee, ¿No?

Eso hizo que me riera, y sirvió para que se me distendieran un poco los músculos del estómago.

-Los canguros no pisotean a la gente- Dije sonriendo. Luego la miré y me puse seria otra vez -Creo que tengo miedo porque es demasiado lejos.

Los ojos de mi hermana se encendieron de optimismo.

-Pero imagínate Mica ¡Allá habrá un montón de platas y fiestas y chicos re lindos, tostados por el sol y te vas por todo el invierno! ¿No necesitas un manager o alguien que te lleve las raquetas? Soy muy buena llevando raquetas, todavía nunca se me cayó ninguna- Dijo dejándose llevar un poco por el entusiasmo. Por un momento permaneció callado, luego añadió -En fin ¿Que opinan mamá y papá de la idea?

-Mamá piensa que es una gran oportunidad para mí- Dije revoleando los ojos -Papá dice que depende de mi decisión, pero que lo conversaremos mañana a la mañana.

-Una vez que mamá haya decidido que hacer, ¿No?- Preguntó Camila y puso una sonrisa de malvada.

-Eso es justo lo que temo- Admití volviendo a tirarme sobre la cama -Ya sabes cómo es ella cuando piensa que debe apoyar mi carrera.

Camila hizo un gesto somprensivo.

-Lo se, pero esta vez estoy de acuerdo con ella. Jugar en Australia sería un oportunidad magnifíca para vos. Si fuera yo, haría las valijas mañana mismo, después, claro está, de comprarme cientos de bikinis nuevas para la playa.

-Lo más probable es que no me dejen acercarme a ninguna playa- Volví la cabeza y me puse a mirar la pared -Ya sabes como es Fierita, tendrá miedo de que me tuerza el tobillo en la arena o que me agarre una insolación o algo por el estilo. No tendré ni tiempo de divertrme.

-Te divertirías muchísimo. Pensa que mamá y papá no estarán allá para controlar la hora todo el tiempo- Bufó -Yo hubiera creído que te alegraría alejarte de todos nosotros por una temporada.

Claro, al menos no estaría ahí para robarme a todos los chicos que me gustan.

Después de que me dejará sus ejercicios de matemática para ella irse de fiesta, abandonó mi habitación. ¿Como habré hecho para tener una hermana así? Me pregunté. Eramos el extremo en todos los sentidos. Aun así, era imposible no quererla. Supongo que yo, hasta estaba un poco celosa de ella. Me hubiese gustado probar siquiera algo del modo de vida que llevaba, pero eso estaba fuera de mi alcance. Durante toda mi existencia había estado tan centrada en el tenis, que ya ni siquiera sabía cómo era una vida normal.

Y estaba segura de que, si llegaba a decidir que quería volver a ser una chica como cualquiera, tanto Fierita, Tito como mis padres no me dejaría de recordarme que yo me estaba entrenando para ser una jugadora de tenis que ocuparía las primeras posiciones en el ranking nacional. Además, aunque yo tuviera el coraje necesario para ir a fiestas de los chicos de quinto como hace Camila. Pensé sintiéndome desdichada,  no tendría demasiado sentido. Nadie me sacaría a bailar y me pasaría la noche sentada en un rincón.

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