C. 1: Un día normal

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Hoy comienza otro día. Supongo que otro aburrido viernes. 

Me levanto con lentitud de la cama y camino con parsimonia hacia el armario. Saco el uniforme del instituto (unas medias negras, una falda de cuadros rojos, blancos y negros y una camisa blanca), me hago una coleta alta, cojo la mochila y sin desayunar, salgo a la calle. Camino sin ganas hasta llegar al colegio, y atentamente miro la puerta, como si dudara de si entrar o no. Me adentro desganada por ella, camino por los oscuros pasillos llenos de adolescentes y subo las escaleras que me llevan al último piso de todos. Cuando entro en clase, están los típicos nerds que hay siempre en todos los institutos preparando los deberes para cuando llegue el profesor, las chicas del equipo de animadoras hablando sobre lo bien que lo pasaron en la fiesta de pijamas o del corte de pelo de la nueva, los chicos hablando de videojuegos por el otro lado, y ahí, en la última fila, mi solitario asiento. Recorro la clase hasta llegar a él, y como siempre, nadie se inmuta al verme. Hoy no ha cambiado nada; sigo siendo invisible. 

Me siento en la fría silla y saco los libros de Matemáticas, colocándolos ordenadamente en la mesa. Cuando alzo la cabeza, tengo la suerte de observar al profesor Curtis, con su cara de amargado y su ronca y nada actractiva voz de fumador que nos da los buenos días. Deja el maletín en la mesa y saca una tiza, usándola para poner la fecha en la esquina superior de la pizarra, como todas las mañanas. A regañadientes, se sienta en su silla y comienza a pasar lista.

- Abigail Dallas. -Pronuncia su nombre perfectamente, las dos palabras que lo componen retumban en las paredes de la silenciosa habitación. Abigail es la capitana del equipo de animadoras, con un perfecto pelo rubio y ojos tremendamente azules. Su ego es tan grande que no cabe por la puerta de la clase, como os imaginaréis.

- ¡Aquí! -Responde ella, con esa voz de pito tan irritante que derrocha superficialidad.

La lista sigue, hasta llegar a otro elemento. 

- Ayrton Ethan. -El novio de Abigail, como no. ¿Os sabéis las típicas historias de instituto norteamericanas en las que el capitán del equipo de fútbol americano está saliendo con la capitana de las animadoras? Pues lo mismo, pero con el baloncesto. 

El profesor sigue leyendo el listado, pasando por las letras A, B, C y D. 

- Emerick Linton. -Emerick es el chico malo. Uno de esos que están todos los días metidos en peleas, los que se han tirado a todas las chicas del instituto, etcétera. Pocas veces lo veo, siempre está castigado y no suele venir a clase. 

- Aquí. -Responde él, con una voz muy ronca y... ¿atractiva? Al contrario que el profesor, por supuesto. 

El docente sigue leyendo, hasta que un nombre me llama la atención. 

- Josh Gypsy. -Todos nos volvemos hacia el chico. Resulta que es el nuevo que está sentado a mi lado, ni siquiera me había percatado de que se encontraba ahí. Es bastante guapo, demasiado quizá. Eclipsa la belleza de Ayrton o Emerick. Me doy cuenta al escuchar los fuertes gemidos o suspiros de las chicas. Golfas. 

El maestro pasa por el resto de las letras del abecedario y llega a mí. Como siempre, nadie mira, pero esta vez siento los ojos del macho que se encuentra a mi lado, penetrantes y... desquiciantes. 

- Rebeca Stevens. -Me doy cuenta de que esta vez todos me miran. Mierda. Seguramente me habré quedado sumergida en mis pensamientos y no habré respondido. Al menos ya soy menos invisible.- ... ¿Señorita Stevens? -Ahora es el profesor que me mira por encima de sus amarillentas gafas.

- Ehmm... Aquí, perdone. 

- Ejem, Rosy Scarlett. -Oh dios, Rosy. Esta chica si que es una golfa. Con su pelo rosa, todo el barrio la conoce por haberse tirado a la mayoría de hombres de este planeta. Mira como un depredador muerto de hambre a Josh, y luego se gira hacia el profesor, dándose cuenta de que no ha respondido.

- Aquí... -Joder, si parece que cada palabra que suelta por esa bocaza está en forma de orgasmo... Descaradamente se mira los grandes y operados pechos y se los coloca sonriendo satisfactoriamente al ver los ojos de los excitados chicos. 

Termina con un par de nombres más y tras este espectáculo diario la clase comienza. 

- Bueno, ahora les explicaré el cálculo de las derivadas. 

- Yuju... -Susurro con falso entusiasmo. Esa manía de hablar sola se me tendrá que quitar, porque creo que lo he dicho demasiado alto, ya que toda la clase me mira, incluyendo al profesor. Algunos sueltan suspiros sarcásticos, y otros me observan como si se acabaran de dar cuenta de que existo. 

- Si no le gusta Srta. Stevens, ahí está la bella puerta de madera que nos han colocado en la clase. 

Automáticamente cierro la boca, prometiéndome a mí misma que no volvería a hablar sola en voz alta.

***

Durante la explicación del profesor, he estado media ausente. Los ojos curiosos de Josh no dejaban de mirarme cada dos por tres. No estoy nada acostumbrada a que alguien sepa que estoy aquí. Trago saliva cuando escucho su voz tan cerca de mí. 

- A mí tampoco me gustan las derivadas. -Susurra. 

Nunca he tenido a alguien tan cerca desde hace bastantes años. Desde que mis padres fallecieron cuando yo tenía trece años, vivo con mi hermana mayor, Ashley, pero practicamente no nos hablamos. Creo que ni si quiera me conoce, para ella solo soy la niña que vive en su casa. Ella está siempre de fiesta o con su novio, así que se podría decir que vivo sola. Perdí el contacto humano desde que mis padres no están, así que cuando hablo lo hago sola, o para responder a las preguntas de los profesores en clase o a las de las señoras que sirven la comida en el comedor escolar. 

No miento cuando digo que soy una chica solitaria. Solitaria de verdad. 

Las siguientes horas que hay hasta el recreo han sido eternas. En ninguna de ellas me he cambiado de clase, así que no he podido librarme de la mirada de Josh. Y ahí sigue, con esos ojos claros que tanto miedo me dan. 

- ¡Quieres dejar de mirarme, tío! ¡Me estás asustando! -Grito, desesperada.

- ¿Yo? No seas tan guapa, pues. -Dice, con toda la seriedad y tranquilidad del mundo. Seguidamente quita los ojos de encima de mí. 

Esperad, ¿ha dicho guapa? ¿Yo? Dios, ¿es en serio? A ver, nadie se había fijado en mí nunca... ¿Y este dios griego que se encuentra a mi lado me ha dicho guapa? 

Esto es demasiado extraño, no quiero dejar de ser invisible, esto me gustaba.

Pero al parecer, se acabó. 

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Primer capítulo de ¿Amor? ¿Eso se come? 

Sinceramente no ha sido muy bueno, pero habrán mejores. Os dejo una foto de Rebeca. 

Loveeee you all, Anabel <3

¿Amor? ¿Eso se come? ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora