Capítulo 55 -Hacia el Proyecto de Integración de Polaridades-

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A bordo de la nave...

Suspendidos en medio de ninguna parte, observaban atónitos la topografía interna del planeta. Exhibía inmensos océanos y mares que aislaban espectaculares cadenas montañosas, de las cuales caudalosos ríos bañaban hermosas y coloreadas praderas. Incluso en la distancia podían llegar a atisbar levemente la apertura polar norte. Curiosamente, al igual que ocurre en la superficie exterior del planeta, la ocasional inestabilidad atmosférica de algunas áreas, mucho más suave en este caso, presentaban cúmulos de nubes y ello evitaba apreciar con relativa claridad las zonas del interior. Aunque, si bien, parecían estar confinados en el interior de un mundo distinto, la sensación de la que podían disfrutar era muy distinta; como si la libertad y la paz se hubiese multiplicado por cuatro para ellos.

Después de recuperar el equilibrio, efecto que produjo la nave al ascender hasta una altura determinada, Izaicha les sugirió que se cogiesen de la mano formando un corro, ella hizo lo mismo con Eddie, cerrando el círculo con Peter.

—Antes de continuar —dijo mirándoles a los ojos uno a uno y muy lentamente—, creo necesario que conozcáis con más exactitud cómo empezó todo. Esta es la manera en que os mostraré el inicio de la historia... nuestra historia... la de todos.

En una circunferencia perfecta, les comunicó que cuando cerrasen los ojos comenzaría a circular por sus mentes toda la información transmitida:

«Hace algo más de 65 millones de años, Tiamat era uno de muchos planetas deseados; una joya en bruto en pleno proceso de pulimentar. Aunque nada había más fácil y menos costoso, pues su particularidad la hacía tremendamente apetecible en cualquier mesa de banquete.

Mientras tanto, las hostilidades entre grandes civilizaciones se sucedían una y otra vez; en una de esas batallas, Draco y Orión salieron victoriosos de la Primera Gran Guerra. Como consecuencia, un planeta de la constelación del Sistema de Lira fue destruido. Tal fue Eibion, una extraordinaria esfera rica en culturas raciales; éstas se vieron obligadas a huir a otros sectores. La Constelación de Cassiopea acogió a un grupo de refugiados que en la posteridad se convirtió en la cultura Zenetae[1], y otros se establecieron en sistemas cercanos para comenzar de cero; entre ellos, los pleyadianos, que llamaron a su nuevo hogar Avyon, en recuerdo de Eibion. Conviene mantener latente este trágico desenlace para entender sucesivas consideraciones de la historia, que serán expuestas más adelante.

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[1] Se hace referencia a los llamados Andromedanos, los que provienen de la galaxia Andrómeda, en particular el pueblo Zenetae.

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Cuando las aguas calmaron su furia, por intención de los supervivientes de Lira, se reunieron eras más tarde numerosas civilizaciones para crear una Alianza liderada por las Pléyades, con el cometido de restablecer el equilibrio de la galaxia. Pero lejos de lograr el objetivo, sólo consiguieron que las repercusiones del bien y el mal, enfrentados en feroces choques de polaridad, se mantuviesen demasiado alejados ya que ambos necesitaban de la existencia del otro. El eje de la evolución se detuvo y las razas se estancaron sin poder ascender; tal fue el efecto que produjo.

Sumergidos en la desesperanza por dar alguna solución a dicho problema, se acudió a la raza humana más avanzada espiritualmente de la Vía Láctea. Aunque parecía retirada de las agendas de la Alianza, se encontraba atenta de la misma y no negaba un sabio consejo si fuese requerido para alguna adversidad; se trata de Arcturu. El remedio consistió en que «las almas del bien y del mal deben forjarse experimentando los valores y las tribulaciones de su opuesto, alimentándose mutuamente para complementar su evolución porque están destinadas a entenderse en un complejo equilibrio que da lugar a la natural existencia del universo».

La alianza vislumbró con claridad un horizonte de esperanza, y la reflexión fue inmediata; un plan debía ponerse en marcha: el llamado Proyecto de Integración de Polaridades. Sin embargo, lejos de querer entender la solución, Orión y Draco aprovecharon la flaqueza política para reaparecer con violentas acciones. La paz volvió a esconder sus alas y la guerra tejió fuertes hilos de los que nadie escapaba; tiempos difíciles[2] para las civilizaciones que repercutieron nuevamente con el desequilibrio».

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[2] En referencia al Drama de Orión.

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Al cabo de unos segundos, Izaicha ordenó abrir los ojos. Tiempo suficiente como para que los cuatro impregnasen en sus mentes toda la información necesaria y entendieran lo que sólo minutos más tarde les sería revelado. No obstante, del mismo modo que procede un buen chef, los platos debían ser servidos lo suficientemente escasos para dar opción al paladar a que igualmente disfrutase del siguiente manjar, no menos maravilloso; tal era las pretensiones de Izaicha.

EL SECRETO DE TIAMATDonde viven las historias. Descúbrelo ahora