Capítulo 15 -¿Quién me susurra en los sueños?-

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Polo Sur - La Antártida

Escasos rayos de sol se dejaban entrever tras las ramas de los árboles, éstos parecían acariciar los cuerpos que yacían alrededor de un fuego moribundo. La luz del escenario era perpetuamente la misma, pero las sombras cambiaban en función del recorrido circular del sol, siempre inclinado. A su ritmo, continuaba el curso del río, nada le importaba el tiempo y tampoco nada lo hacía detener. El soniquete del agua que fluía veloz por la orilla, los cánticos lejanos de las diferentes aves intentando cortejar a una hembra, unido a la paz y armonía del maravilloso paraje, hacía rápidamente conciliar un profundo sueño. Peter fue presa fácil; último en realizar la guardia, completamente dormido quedó en mitad de la misma. Su cabeza reposaba plácidamente hacia la derecha.

El joven científico se hallaba a unos cinco metros del fuego, con la espalda apoyada sobre el tronco de un árbol. Abandonada sobre sus piernas, la libreta abierta llena de apuntes.

Como si de un eco se tratase, la voz de una hermosa mujer resonaba a través de sus neuronas. Ésta se acercaba hacia él con paso sereno. «¡Shsss! Peter —le susurró suavemente—, observa bien mi rostro. Cuando despiertes debes recordarlo. ¡Recuerda! ¡Recuerda! ¡Recuerda!».

De pronto, la mujer desapareció de su vista, y Peter despertó sobresaltado. «¡Imbécil! Te has quedado dormido» pensó.

Miró el reloj y comprobó que se había demorado unos minutos en despertar a los demás.

—¡Ehhh, bellas durmientes, es hora de levantarse!

Los tres se incorporaron refunfuñando. Se acercaron a la orilla a refrescarse la cara áspera por la barba de dos días.

—¡Joder, Peter! Tú siempre tan oportuno. Justo cuando me has despertado, estaba a punto de entrarle a una chica —dijo fastidiado Marvin secándose el rostro.

A Peter le hizo gracia y le preguntó:

—¿También has soñado con una mujer?

Inmediatamente, Norman sorprendido giró la cabeza por la pregunta que Peter le hizo a Marvin:

—Me parece que no habéis sido los únicos —dijo éste sonriendo—, yo también he soñado con una misteriosa mujer.

Eddie, al oír a sus compañeros, frunció el ceño y refiriéndose a Marvin preguntó indignado:

—¿Qué clase de mierda nos has dado para fumar? ¡Yo también he soñado con otra mujer!

—Te prometo que eran puros normales —se excusó Marvin confundido—. Puros habanos que suelo comprar para uso particular.

—No han sido los puros Eddie —explicó Peter—. Si recuerdas, al final no llegué a fumar nada y también he soñado con una mujer.

—¡Extraña coincidencia! —exclamó Eddie mientras se secaba.

—Tal vez fueron los peces que comimos —apuntó Peter—. Dada las particularidades del lugar, es probable que puedan contener alguna sustancia alucinógena.

—Pues si eso es cierto, no me importaría llevarme a casa unos cuantos ejemplares —interpuso Marvin bromeando.

—No deberías tener esos sueños adúlteros —reía Peter—. No olvides que estás comprometido con tu chica.

A aquella coincidencia no le dieron mayor importancia, después de todo no había ocurrido nada por lo que preocuparse.

Se dispusieron a partir, pero justo en el instante en que empleaban el resto de agua de las cantimploras contra los escasos rescoldos del fuego, una palabra comenzó a resonar en lo más profundo de sus cerebros, como si alguien les hablara mentalmente.

EL SECRETO DE TIAMATDonde viven las historias. Descúbrelo ahora