Capítulo 60 -Proyecto genético de Tiamat. Capítulo I-

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En la Red de Agharta.

El tiempo de reposo, aunque en un principio les pareció escaso, teniendo en cuenta el estado en que se encontraban, extrañamente les cundió el doble de lo que podía hacerlo en la superficie terrestre. Efectivamente, tal y como había calculado Izaicha, fue suficiente para disfrutar de un profundo y reparador descanso. Mientras dormían, las propiedades energéticas de aquel material con el que estaba construida la vivienda, revitalizaron sus cuerpos casi por completo. En tan poco tiempo la fatiga ya había disminuido más de tres cuartas partes. El dolor físico dejó de existir. Las articulaciones abandonaron las molestias, al igual que cualquier daño en la estructura ósea. El tejido muscular se restableció. También cualquier rasguño o herida, incluida la producida por la bala perdida que atravesó el hombro de Marvin, ésta se evaporó como por arte de magia: «¡Wou! Es increíble cómo ha desaparecido por completo», se dijo Marvin después de refrescarse la cara y pasarse la mano sobre la zona de la herida. El reflejo de una pantalla informatizada le ofrecía todos los datos del estado de su salud.

Izaicha los esperaba en el nivel inferior, sentada de forma paciente, equilibrada emocionalmente, excelente en sus gestos, dejando entrever su hermosa figura femenina, aunque ésta fuese algo verdosa y escamosa; un cuerpo casi desnudo de no ser por su minúsculo y habitual atuendo. Transparente y fresca como las aguas de un tranquilo manantial, suave en sus movimientos, amable en sus palabras y cordial en sus actos, siempre atenta y audaz a cualquier imprevisto. Características éstas que poseían todos y cada uno de los individuos reptilianos del mundo intraterreno, pero en ella parecían mucho más exquisitas. Quizás sólo era una particularidad más que compartía la inquietante y misteriosa, aunque pacífica raza. Es posible que su aspecto físico, demonizado a lo largo de los tiempos por la cultura humana, hiciera impresionar cualquier comunicación cercana. No obstante, los expedicionarios parecían haber tomado confianza a la nueva forma física, pues Izaicha les transmitía esa serenidad y confianza que ellos necesitaban. Aunque sin duda, Izaicha poseía algo especial al resto, algo que la hacía diferente; una sensibilidad que producía cierta familiaridad. Un profundo amor parecía emanar a través de todo su ser: un amor a la existencia, a las diferencias, a lo sublime, a todo aquello que podía oler, tocar, escuchar o incluso percibir con todos y cada uno de sus extraordinarios sentidos; un amor más desarrollado del que los seres humanos apenas conocíamos una mínima parte.

Eddie se acercó y la saludó extendiéndole la mano mientras le agradecía todas las atenciones recibidas. Ella correspondió con un ligero movimiento de cabeza al tiempo que una leve sonrisa comenzó a iluminar su rostro. Luego expresó con total amabilidad:

—Para mí ha sido un placer y un honor haber podido contribuir a la causa. He esperado mucho tiempo este momento.

Justo cuando terminó la frase, a Izaicha le afloró un profundo sentimiento. Quizás algo que tenía guardado en sus recuerdos. Y para evitar ser descubierta con los ojos vidriosos apartó la vista hacia abajo.

—Mantener un contacto tan cercano con los seres humanos ha sido mi sueño desde pequeña. Y para ello me he preparado toda la vida.

Izaicha era una mujer que podría estar hablando de la historia del universo durante días, si esto fuera preciso. Sin embargo, en lo referente al diálogo personal era bastante más escueta.

Seguidamente, les sugirió que tomasen algo de alimento y después se sentasen alrededor suyo, en la mesa.

—La historia aún no ha concluido —dijo uniendo las manos y entrecruzando sus dedos—. Es muy importante que conozcáis todo cuanto aconteció en el transcurrir de nuestro planeta. Dispongo de libertad absoluta para informaros, y mi deseo es que regreséis a la superficie llevando consigo gran parte del conocimiento. Jamás dudéis en detenerme si para ello puedo aclararos cualquier interrogante —concluyó con una suave mirada.

EL SECRETO DE TIAMATDonde viven las historias. Descúbrelo ahora