Prólogo

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Después de la muerte de su esposa Claudia, su vida tomó un cambio realmente drástico al momento de enfrentarse a la realidad de que tenía un niño de siete años a su disposición.

Trató de ser el padre más completo que Menim se merecía, porque él no tenía la culpa totalmente de que su esposa falleciera. De todos modos su esposa ya venía con problemas antes de concebir a su hijo.

O al menos trató de convencerse de eso.

Durante la niñez de Stiles —había decidido llamarle así, ya que era más sencillo—, le dio todo lo que él no tuvo a esa edad. Juguetes, ropa, toda la comida que él quisiera y no se daba cuenta de que lo estaba mal criando. No sabía cómo ser una madre.

Cuando su hijo llegó a la pre-adolescencia a sus trece años, atravesó la típica fase de la depresión al enterarse como había muerto su madre exactamente, por consiguiente se mantenía culpando acerca del suceso.

Lo llevó a varias psicologías para tratar de ayudarle, no obstante seguía con los mismo comportamientos y a veces incluían algo de rebeldía.

John Stilinski nunca leyó algún folleto sobre cómo criar a un hijo siendo viudo, normalmente era el trabajo de las madres el comprender a sus hijos, ayudarlos en sus problemas emocionales y enseñarle valores, pero él tampoco fue criado por su madre.

Entonces entendió que quizá Stiles necesitaba a una nueva madre. Obviamente sabiendo que Claudia sería irreemplazable, pero ya no sabía cómo hacer con Stiles.

Un día frío de noviembre, escuchó que llamaban a su puerta. Al abrirla se encontró con una mujer de estatura media, cabello castaño y mirada dulce pero a la vez fiera. Y a John le pareció sencillamente hermosa.

Thalía, era su nombre y su hijo, Derek. El hombre se enamoró rápidamente de ella pero creía que seguramente estaba casada, entonces no debía de hacerse ilusiones. Sin embargo ella le dijo que también era viuda.

La mujer era una ayudante en la iglesia del pueblo, había ingresado por apoyo para ella y su hijo único de dieciséis años luego de que un cancer terminal se llevara la vida de su esposo.

El Padre le brindó toda la ayuda psicológica a través de la religión, convenciéndola de que todos estamos en la tierra por algo, pero a veces unos merecen estar más en el cielo, que en su mismo plano.

Entonces ella, dolida y sin saber o tener algún horizonte, se dejó llevar por las dulcísimas palabras y oraciones que se daban dentro del Cristianismo. Estaba tan empeñada en que los demás creyeran en que sólo había un Ser todopoderoso, que salió a las calles de puerta en puerta a promulgar la palabra del Señor.

John se encontraba en su posición anterior: dolido, desorientado y desesperado. Había perdido mucha fé en que Dios realmente hiciera milagros o siquiera algo bueno, porque se había llevado a su esposa.

Las intenciones de Thalía eran totalmente buenas, dejó a un lado su trabajo para ayudarle a entender lo mismo que el Padre le había dicho a ella. Sin embargo, todo lo que decía lo relacionaba con su religión y las grandes hazañas que aquel Ser podía hacer por la humanidad.

Y pues, Stilinski creyó en ella. No podía negarle que desde que Thalía había llegado a su vida, se sentía completo. Le había demostrado en poco tiempo que Dios si podía hacer esos milagros de los que tanto alardeaba la mujer, el suyo había sido conocerla y que ella le mostrase el camino del Señor.

Stop Being Gay |Sterek|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora