XVII. Tratado

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  Lio se sentó en la silla de mi escritorio, y pronto me encontré sentada sobre sus piernas. Lo abracé. Apoyé mi cabeza sobre su pecho. Cerré los ojos. Él me acariciaba el cabello.

  -No tenés que hablar si no querés. Puedo quedarme así el día entero. -Me susurró al oido.

  -Tenemos que hablar... -Dije en voz baja. Nos quedamos un momento sin hablar. Sin decir ni una sola palabra. Él me acariciaba la cabeza, el cabello, después pasaba su mano por mi brazo, y nuestros dedos se entrelazaban mientras yo soñaba el sueño mas bonito. De repente me encontré de pies, mirando por la ventana. Sentí que perdia el equilibrio. Lio me sostubo para que no cayera.

  -Parece que sos mas distraida sin los patines. -Sonrió. -Tenemos que hablar. No tenemos mucho tiempo. Es serio lo que vine a decirte. Me tenés que escuchar... -De repente su sonrisa desapareció.

  -Está bien. Hablemos. ¿Sabes? No me importa quien sos. En serio... Ni me importa que robes bolsas de sange. Ni tu pasado...

  -Yo no robé esas bolsas de sangre! -De repente Lio gritó y me tomo del brazo.

  -¿A no? ¿Y cómo explicas lo de anoche? -Noté que desde el día en que me convertí en lobo, ya no le tenia miedo a nada.

  -Hay otros vampiros. No somos la única familia da vampiros en el mundo! Nosotros luchamos contra ellos también...

  -¿Quienes som ellos? -Logré liberar mi mano.

  -No se. A eso volvimos a Córdoba. A descubrir quienes son y que quieren. -Lio me miró a los ojos. -Por lo visto no saben del tratado que tenemos con los lobos.

  -¿Tratado con los lobos? -Lo miré a los ojos con mucha curiosidad. Como si esperara que ellos fueran los que me dieran una respuesta.

  -Si. Tenemos un tratado con los lobos. Podemos compartir Córdoba siempre y cuando respetemos las siguientes reglas. Primero, no mordamos a un ser humano. Segundo, mantengamos nuestro secreto en SECRETO. Tercero, no nos mesclemos. Cuarto, no hagamos nada que afecte a los humanos.

  -Oh... -Bajé la cabeza. Clavé mi  mirada en el piso. Ya el punto cuatro estaba roto, porque alguien, no importa quien haya sido, decidió robarse las bolsas de sangre y eso afectaba a los humanos. Además si los humanos se dan cuenta que fue un ser sobrenatural, se estaria rompiendo el punto dos también. -El punto número tres... -Dije mirando al piso. Sabia que Lio y yo rompimos el punto número tres.

  -Discutiremos luego el número tres... -Levanté la cabeza y lo miré a los ojos. Ahora eran marrones y se veian... Tristes. Queria consolarlo pero no sabia como. Pobrecito. Pensé. Lo amo y no quiero que esto termine. Pasé mi mano por su mejilla, puse mis labios sobre los suyos, y lo besé.

Corazón de VampiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora