Capítulo III

216 27 0
                                    

Siento toda mi cara entumecida, todo mi cuerpo duele como si tuviese una gran contusión. Me levanto del suelo con gran dificultad presionando fuerte mi abdomen ya que siento una fuerte tensión en el. La sensación de que algo en mi cara no está en orden hace que lleve mi mano con mucha precaución y toque mi mejilla izquierda y cuando lo hago....

- ¡Mierda!-.

Duele como la hostia. Malditos artificiales. Tomo una de las colas de la pañoleta que cuelga por mi espalda, la enrollo en mi mano y con gran velocidad apoyo sobre mi mejilla para quitar o secar cualquier resto de sangre, el dolor es atroz.

- Cup...-. Escucho una voz con una agonía que me estremece.

Al voltear, simplemente no doy fe de lo que veo. El chico hindú está tirado sobre el pavimento al lado del ómnibus volteado y tiene enterrado un fierro en su abdomen.

- Cup...-. Insiste y le salen borbotones de sangre por la boca.

Me acerco a él queriendo no hacerlo, quiero alejarme, no quiero acercarme, no quiero verlo morir. Me arrodillo a su lado y él toma mi mano.

Tomo su mano con fuerza- Qui-e-e-ro... que............ - se detiene con dificultad- le... digas - la sangre que sale por su garganta lo está ahogando así que le pongo la mano en su cuello para que escupa la sangre y termine la frase- que la amo....-. Termina de decir cuando veo que no me ha dado la mano, ha dejado una fotografía en mi mano.

Contengo las lágrimas de dolor, rabia- Te sacaré de aquí-. Miro a mí alrededor tratando de ver una solución.

Él niega con la cabeza y sonríe.

Mejor dicho sonreía. Ha muerto. Deslizo mi mano sobre sus parpados para que solamente parezca que duerme, es el consuelo de los vivos para sobrellevar la muerte, eso me gusta creer. Me quedo arrodillada tomando su mano, la mano del joven que salvé y ni siquiera supe su nombre, el chico que agradeció por tener unos días más de vida y yo solo lo evadí. El muchacho que pude haber salvado y fracasé.

¡Plaff!... volteo a ver. El conductor ha salida del vehículo y se ha desplomado en el suelo. Corro hasta él y lo ayudo a ponerse de pie.

Apoya un brazo en mi hombro y me mira directamente a los ojos. Sus ojos negros muestran terror, además el semblante de un chico joven se encuentra desfigurado por el miedo, lo hace parecer mayor- Cup... están muertos-. Comenta con una voz quebrada.

Yo asiento- Si, nuestro compañero ha muerto-. Digo muy deprimida.

Él niega de una forma desesperada con la cabeza- No me refiero solo él-. Dice ahogado cuando señala con su dedo por encima de mi cabeza.

Ya sé lo que espero encontrar detrás de mí. Más muerte. Por alguna razón volteo para complacerle la teoría a mi cerebro, ahí está, los cuatro cadáveres de mis compañeros colgando de lo que antes era un cable de luz. Los cuerpos atados por los cuellos, colgando uno al lado del otro como si fuesen trapos que se balancean con el fuerte viento que castiga la ciudad.

Aparto la mirada, rebusco en el suelo algo que no sabía que era hasta que lo veo brillando en el suelo sobre una superficie irregular de escombros que alguna vez formaron parte de algún edificio de la zona. Un revolver. Rápidamente lo tomo y chequeo las balas, solamente dos.

- ¡CARAJO!!!!-. Digo cuando lo lanzo contra el suelo.

El conductor se acerca a mí con mayor compostura- ¿Qué sucede?-. Pregunta desentendido.

Deslizo mis manos por la frente y tiro hacia atrás los mechones rubios que llovían sobre mi cara, mientras sostengo con mis manos el cabello como si fuese una bincha- Los desgraciados se llevaron todas nuestras armas- comento frustrada- oh... ¿y adivina qué?... han dejado un revolver con dos balas, una lleva tu nombre y otra el mío-. Comento sorprendida y a la vez no de su astucia.

- ¿Nos observan?-. Pregunta muy dudoso.

Entonces mi mente comienza a razonar a gran velocidad. Corro hacia la puerta trasera del vehículo y comienzo a patearla hasta que logro abrirla; una vez en el interior rebusco entre los restos el radio.

Su voz calma me interrumpe- ¿Qué buscas?-. Pregunta desde el exterior del vehículo.

Miro en el suelo y ahí está. Los artificiales se olvidaron de llevárselo - ¡Esto!-. Digo mientras se lo enseño en el aire- Atento base... me copia-. Hablo y solo responde la interferencia, acomodo los botones de la señal- Atento base... alguien ahí me copia... habla Cupcake, fuimos atacados-. Espero. Interferencia- habla Cupcake.... me escucha alguien...-. Interferencia.

- ¿Qué sucede?-. Insiste el chico.

Lo ignoro y continuo insistiendo ya que mi hipótesis se confirma con la espera- Aquí Cupcake, el convoy fue atacado, asesinaron a todos menos al conductor y a mi... me copian...-. Insisto pero nadie responde. Entonces recuerdo poner el canal privado de Henry- Henry... es Cupcake... me copias... fuimos atacados... tengan cuidado...-. La interferencia de nuevo.

El chico entra al autobús- Me puedes decir que rayos pasa-. Me eleva el tono de voz.

Lo miro de una forma despiadada- Genio... no lo notas...- le digo con sarcasmo y veo que no por su mirada- alguien está con los artificiales, planearon el desvío, sabían que iban los mejores de nosotros, aprovecharon la oportunidad para atacar la base...-. Digo frustrada. Quisiera poder estar ahí dando batalla.

- ¿Pero por qué nos dejarían vivos?-. Pregunta alarmado- además tu eres una de las mejores-. Continua.

De hecho eso es justo lo que no entiendo, pero sé que nada lo hacen porque si- Vamos-. Digo cuando comenzamos a caminar en dirección a la base.

............................................................................

Luego de caminar unas cuantas manzanas sin siquiera hablar más que para ofrecernos ayuda porque ambos estamos muy doloridos decidimos entrar en un edificio para pasar la noche, no es buena idea andar por ahí de noche. Ellos tienen ventaja de visión nocturna, e incluso detectan el calor corporal y quién sabe si ya no tienen visión Rayos X. Es inútil esconderse, pero vagar por quien sabe donde también.

Nos sentamos contra las paredes de una habitación pequeña en el hall de un edificio de mala muerte y solo nos quedamos ahí recuperando el aliento y tratando de no prestar atención a los quejidos de dolor que nos grita el cuerpo.

Miro al muchacho que tiene la mirada puesta en el suelo- Perdón por llamarte "el conductor" por radio, es que no sé tú nombre ni el de nadie-. Comento muy serena y recuerdo la cara del joven hindú, el joven que fue atento conmigo y ni siquiera consulté su nombre.

Este me mira- Ernes-. Responde con una falsa mueca de sonrisa- ¿Tú?-. Pregunta con miedo. Seguro sabe los rumores sobre mí.

Pensaba no responderle, pero decido hacerlo- Me llamo...-.

Shsh...shsh... el radio.

Lo tomo en mis manos y entonces su voz se materializa para mis oídos, por un instante creo que será para darme calma.

- Cup... Es Henry... ¿estás ahí?-. Habla casi en un susurro.

Inmediatamente respondo- Si, aquí estoy, que alegría oír tu voz-. Respondo.

Su voz suena alarmada- No vuelvas a la base, estamos dos manzana más al oeste, en un edificio de concreto que tiene en el techo otro edificio que se inclinó y reposa en él-. Dice rápidamente- No podemos permanecer mucho en este lugar, se habían infiltrado en nuestra base... suerte... estamos en contacto-. La palabra infiltrado es como un pinchazo en mi corazón. Dejo caer el radio al suelo sin más que responder. Todo lo que tuvo "equilibrio diez años"... caía a pedazos frente a mí.

- Tenemos que irnos-. Digo inmediatamente poniéndome de pie.

- Espera-. Dice Ernes cuando intenta detenerme- Esperemos a la mañana, es peligroso andar ahora.

Abro la puerta ignorando sus peticiones y al hacerlo...

- Ayuda-. Logra decir parada frente a la puerta. Se desploma en mis brazos como peso muerto.

CUERPODonde viven las historias. Descúbrelo ahora