Capítulo XI

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La mañana en el bosque es extremadamente fría, llevamos varias horas caminando par a par, codo a codo con Henry a la cabeza.

Los animales que se nos cruzan huyen al vernos pasar considerándonos su mayor peligro y nosotros huimos de los artificiales... qué paradoja... extinguimos especies durante muchos milenios y ahora nuestra creación trata de extinguirnos. Siempre nos creímos Dios solo que él sí puede destruir a su creación, teóricamente tendría la capacidad de hacerlo, nosotros no podríamos destruirlo a él pero por creernos Dios nos olvidamos de que no teníamos la capacidad de destruir nuestra creación.... ahora ellos nos están aniquilando...

Tal vez fue la nueva forma de Armagedón que el señor ha creado, como avanzamos tecnológicamente luego de una revolución tecnológica más que exitosa valga la redundancia, ha decidido que sería novedoso matarnos así... bueno tal vez los que aún seguimos vagando en estos días vivamos en el infierno.

Un fresco viento trae aparejado consigo el sonido de agua...

-No estamos muy lejos-. Hayl se pone delante y comienzo a verla por detrás. Su larga cabellera ondulada hacia las puntas se encuentra intacta... lo que daría por tener su cabello el cual es sedoso y moriría por estar deslizando mis dedos entre sus largas sedas....

<<Qué estás pensando Iritza...>>. Me obligo a quitar la idea de la cabeza cuando veo que estoy viendo sus piernas.

- ¿Qué buen trasero tiene?-. Me susurra Abele en mi oído con mucho morbo en el tono de su voz.

- Ya no seas repulsivo-. Lo aparto con asco.

- Qué tanto ves-. Comenta entre risas.

Bueno si veía su trasero... solo que no sé por qué- Lo humana que es-. Consigo decir y sueno como una completa idiota. <<Como es que.... ya de verdad metiste la pata>>.

Este se ríe y puedo sentir su mirada burlona- Si... su trasero es muy humano-. Agrega riendo de lo que he dicho.

Entonces quedo boca abierta. Veo un lago, el color está mezclado por quien sabe cuánta cosa pero la cascada que cae por unas piedras es cristalina... además no es la mejor parte es como si el lago estuviese oculto por unas canteras de gran altura, esto debió de haber sido hermoso cuando el agua no estaba... contaminada... supongo.

- ¿Por dónde?-. Pregunta Henry muy decidido.

Ella señala hacia la cascada.

- ¿No que eran alcantarillas su cueva?-. Pregunta Zaldana, la morena de cabello lacio.

- Si... pero aquí es la entrada... y conecta con toda la red de ductos de la ciudad-. Se explica mientras se dirige con veloces pasos hacia su hogar... donde realmente pertenece.

Nosotros permanecemos quietos esperando su señal pero ella solo desaparece tras la cascada. Luego de unos minutos decidimos caminar hacia el lugar. Una vez en la zona las piedras están sumamente resbaladizas así que nos ayudamos entre todos para poder cruzar. No sé cómo es que Hayl pasó con tanta facilidad, supongo que es práctica pero el golpeteo de la cascada sobre el cuerpo hace sumamente inviable la idea de cruzar solos.

Apenas pisamos las primeras rocas al otro lado de la cascada un escuadrón de artificiales nos rodea con armas.

- Suéltenlas-. Ordena un muchacho alto y de barba candado.

Nosotros nos mantenemos en nuestra posición de guardia y por un momento pienso en la palabra "traición" pero justo ahí nuestra salvadora se interpone en el medio mientras seca su cabello con una rápida destreza con su único brazo con movilidad.

- Paren todos-. Dice ella mientras nos trata de calmar con su mano móvil mientras su cabello y la toalla que ha quedado en su cuello se mueven con movimientos lentos y pesados- Vienen conmigo, tenemos un plan-. Termina diciendo.

Nosotros bajamos nuestras armas pero eso no hace que ellos bajen las suyas, evidentemente siguen sin confiar en nosotros. ¿Por qué hacerlo?... los creamos, los desechamos, los llevamos a vivir en estas condiciones y luego los intentamos matar... yo odiaría a los humanos en su lugar.

- Ellos nos han matado, nos han atacado cuando solamente hurgábamos cosas entre los restos de objetos cerca de su perímetro-. Se nota cierto deje de rabia en la voz del chico barba de candado.

- Ellos también tuvieron que hacer cosas para sobrevivir y míralos... están aquí... sabes que no confían en nosotros... no vendrían hasta aquí...-. La voz de Hayl va a una gran velocidad.

- No vendrían aquí...- escucho una voz de una mujer adulta que se aparece de las zonas oscuras de la caverna- de no ser por ti-. Entonces la luz natural que se filtra a través de la cascada le ilumina el rostro.

Hayl la mira- Yo los traje... pero...-. No la dejan terminar.

La mujer a la cual le falta media cobertura de su rostro (la piel) y se puede apreciar el raro material gris con cierto brillo azul que se desprende de su rostro se para frente a Hayl- Sabes que no tratamos con ellos... ellos me hicieron esto-. Dice- Como a ti seguramente eso-. Habla de la inmovilidad parcial de Hayl.

Por un momento veo lo terrible que somos los humanos... pero algo viene a mi mente. Hace tres semanas vi a un grupo de encapuchados con largos ponchos... los carroñeros... los carroñeros como nosotros los llamamos no son otros humanos... son ellos, por eso jamás nos atacaron, por eso siempre hurgaban cerca de nuestra base porque ahí yacían los restos de los artificiales.

- Son los carroñeros-. Le digo a Henry y me mira desconcertado unos instantes hasta que lo entiende.

- Exacto- Dice la mujer que no supera los treinta años- Nosotros somos los carroñeros, así nos apodaron-. Se explica y lo ha entendido antes que Henry.

El silencio se hace presente entre todos nosotros mientras la mujer camina hacia la penumbra. No sé qué pasará pero no es bueno.

- ¿Qué están esperando?-. Oigo su voz desde las sombras...

<<Esperar ¿Qué?>>.

- Ya saben qué hacer con ellos-. Termina de dar la orden- Con la traidora también-. Es ahí cuando una puntada vino a mi pecho. Una fuerte angustia me abrumó.

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