Capítulo XXX

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Me quedo otro día más dentro de mi camarote sin hacer más que solamente dormir, llorar, insomnio y volver a empezar en cualquier orden. Me envuelvo nuevamente con mis sábanas grises para no volver a llorar, mis ojos ya arden y siento la cara hinchada, entonces repaso la lista de toda las personas que perdí y con eso la tediosa rutina que llevo empieza... llorar... el insomnio en las noches, solamente permanezco viendo el techo hasta que el sueño me vence y despierto en cualquier instante llorando...

Han intentado entrar al camarote, me han intentado visitar pero me he negado a cualquier intento. Estoy muy bien sola, siempre lo estuve, no debí cambiarlo... me hubiera sido más fácil jamás haber dejado entrar a Hayl en mi vida, debí haberme alejado en cuanto pude. El fantasma de sus labios me asecha y vuelvo a extrañarla. Llorar. Insomnio. Dormir.

Alguien golpea la puerta de metal de mi camarote y deja pasar una nota por la ranura, bajo de mi compartimento que es el segundo hueco en la pared y la tomo.

"Te esperamos para la reunión en treinta minutos, no lograríamos nada sin ti.

Sala de mandos, Zaldana".

Me siento en la primera cama que es el primer hueco debajo de la mía, donde se supone tendría un compañero de cuarto al que nunca dejé entrar. Medito un largo rato al respecto.

Algo me lleva a Henry, todo este tiempo he pensado en él, todo me lleva a él... yo debía haber muerto en su lugar, él no hubiese sido tan tonto de cometer tantos errores pero pienso en su promesa, pienso en la promesa que le hice a Hayl...

Les prometí salvar a mi gente y jamás rendirme.

Con gran dificultad y con mucho dolor en todo el cuerpo salgo de mi camarote, comienzo a dirigirme a la sala de mandos, recuerdo donde era, aún recuerdo el recorrido inicial o eso creo. Mientras me dirijo a la reunión recojo mi larga cabellera rubia en un irregular moño y entre que hago eso, la gente que pasa por mi lado se me queda mirando como si viesen una aparición.

Llego a la bendita sala y cuando ingreso todos voltean a verme más que sorprendidos.

- Lamento la demora-. Digo reacia sin mirar a nadie.

El hombre que está en la cabecera de la mesa frente a mi gira en su silla y me dice- Pase, nunca es tarde para decidir volver a luchar-. Su imponente voz se disminuye con el intento de una sonrisa que termina siendo tenebrosa. Parece que no suele sonreír, quien pensaría en sonreír en estas circunstancias.

Me siento en la única silla libre, la que se encuentra frente Abele en medio de Zaldana y otra chica que no reconozco, supongo debe ser alguna representante militar como las otras caras que no distingo.

Mientras comienzan a hablar de cosas que no entiendo solo me quedo viendo un panel de vidrio en el que se proyectan unas cuantas cosas que no entiendo y tampoco intento descifrar, en ese momento la mano de Zaldana toma la mía.

La miro y ella la aprieta aún más mientras que me muestra la sombra de una sonrisa algo triste. Sé que intenta darme ánimos... lo sé. Resulta ser el peor momento para recibir apoyo, comienzo a pensar millones de cosas en un nanosegundo, abrazos con Henry, con Hayl... todos los abrazos que mi familia no pudo darme... no puedo llorar aquí. No lo hagas Cupcake.

Salgo de la junta sin pedir permiso y tomo a más de uno por sorpresa, por no decir que a todos. Comienzo a caminar sin rumbo entonces llego a la pista de aterrizaje y me dirijo al borde y me siento ahí con los pies colgando sobre el mar, miro su infinita extensión iluminada por un cielo con tonalidades rosas con un sol que comienza a ocultarse. Entonces mi mente vuelve a Hayl pero no a Hayl en sí misma... a un poema que leí una vez de un libro que encontré en el suelo... un libro que tenía varias partes quemadas pero conservaba parte de su título "(...), Inefable" y en su interior una serie de poemas... pero hubo uno que me hace pensar en Hayl...

"Cuando nos enamoramos,

Esas mariposas que (dicen) sentimos en el estómago,

Llegan a imponer una dictadura,

Haciéndose con el control del terreno sentimental de nuestra vida.

Y eso (no digo que siempre, pero pasa),

Puede hacernos caer en el error de pensar que amar más, es sinónimo de amar bien.

Hasta que llega una persona que nos enseña que amar es libertad,

Amar no es una sala en la que solo está esa persona,

Sino un campo infinito en el que correr,

O un cielo limpio de males en el que volar tanto tiempo como se tenga esa conexión inexplicable.

Y aunque esta vez, elegiste volar en otro cielo,

Me desplegaste las alas para volar, aunque no te tenga ya."

Una oleada de recuerdos viene a mi mente luego de pensar en ese poema y no puedo evitar llorar... la extraño, la necesito... acepto que ya no está y para estar con ella, para sentirla más cerca, siempre conmigo, pensar en ese poema me hará saber que ella permanece en mi corazón... me recordará que jamás podré olvidarla.

- ¿En qué piensas?-. Se sienta Zaldana a mi lado y detrás de mi Landon apoya sus grandes manos en mis hombros para transmitirme su apoyo.

- En cosas-. Respondo ocultando la tristeza que no me suelta.

- Vamos a vencerlos, vamos a ganar esta maldita lucha y vengaremos a Hayl y a todos los que han asesinado-. Afirma Zaldana.

Landon me abraza de una extraña forma que siento que me dejará sin aire- Pequeña... no nos vamos a rendir pero te necesitamos aquí, con nosotros- afirma- creo saber porque Henry te eligió a ti y no a otro-. Entonces le presto toda mi atención, es una respuesta que siempre quise- No se trata de cuan fuerte eres o cuan buena combatiendo seas... Henry te eligió porque sabía que necesitaríamos de alguien que nos guíe, que sea lista, que pueda pensar antes que los otros, que sea inquebrantable en sus decisiones... Henry sabía que aunque él no te eligiera, tú tomarías ese rol... solo aseguró que lo tomaras, sabía que nadie puede hacer lo que tú con las personas...-. Se explica.

No logro comprender que hago con las personas- ¿Qué es eso que hago?-. Pregunto algo cansada de todo, no quiero pensar, no quiero intrigas.

- Das esperanza-. Termina diciendo.

¿FIN?

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