Alicia (1)

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CAPITULO 1

Mientras camino por la calle, alguien levanta la mano y grita:

-¡Eh, Alicia!

-Hola Jorge -sonrío-.

-¿Qué tal hermanita? ¿Ya has salido del instituto?

-Muy bien hermanito, sí, ¿y tú? ¿De dónde vienes?

-De una reunión que he tenido.

-Eso explica ese traje tan elegante -río y lo miro de arriba a abajo. No sé como puede creerse que soy tan tonta como para decirme que viene de una reunión yendo en vaqueros y camiseta-.

-Ya bueno, había que intentarlo.

-Peero...

-Pero nunca picas -me sigue la risa y me saca la lengua-.

-¿Has estado con Carlos?

-Como puedes estar tan afanada a ese chico, si te saca diez años.

-Ocho.

-¿Qué?

-Me saca ocho años -le saco la lengua-.

-Madre mía del amor hermoso, ¡qué ha sacado la cuenta!

-Estamos destinados ha estar juntos, y tendrás que vivir con ello -sonrío haciéndole burla-.

-Ya, lo que tu digas.

-Esta noche he tenido una premonición, el año que viene, cuando yo cumpla los 15 y él ya tenga 23, me va a contratar como actriz para una película que va a dirigir él y para entonces ya seremos pareja. ¿Ves? Además de cantante va a ser director de cine. Si es que mi Melón lo vale.

-Que cuentos se inventa esta hermanita mía. Anda, vamos para casa que te mire mamá la cabeza, haber si los piojos se te han metido en el cerebro -me contesta mientras me despeina con la mano-.

-¡Qué no tengo piojos! Jooo. -Pongo cara triste.-

Cuando llegamos a casa, nuestra madre nos está preparando la comida.

-¿Qué tal te ha ido Jorge? ¿Se han portado bien? -Ríe a la olla.-

-Sí mamá, esta vez Miguel no ha soltado ningún taco en una hora, es todo un récord.

-Y más para él. ¿Y habéis vendido mucho entre los tres?

-Unos 7 tocones de madera cada uno.

-Así que te has ido a talar árboles con Miguel y Alberto ehh, ya sabía yo que no habías estado en una reunió. -intervengo-.

-Claro que no, so monguer -me chincha y sonríe para indicarme que lo dice de broma-.

-Ñeee -le digo con la lengua fuera mientras sonrío-.

-Bueno, Jorge, ven a por los platos.

Grita mi madre desde la cocina.

-¡Voy! -Responde Jorge.-

Cuando vuelve lleva dos platos de estofado en una mano y dos vasos en la otra.

-Veo que te sirvió para algo el curso de camarero -le chincho-.

-Calla pequeña mocosa -me sonríe-.

Mi madre viene detrás de él con nuestros cubiertos y algunas servilletas.

-Yo voy a por la botella de agua. -Digo.-

Vuelvo y me siento a comer.

-Mamá, ¿tú y papá habeís comido ya?

Historias entrelazadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora