Una nota y unos asuntos resueltos (21)

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CAPITULO 21

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Narra Carlos

Alicia se había quedado dormida en el sofá con su cabeza sobre mi pecho. Me encantaba como estabamos colocados, parecíamos la típica pareja feliz de las películas. Le pasé los dedos de mi mano por el cuello, acariciándola suavemente hasta apartarle el pelo que le tapaba parte de la cara. Me zafé de debajo de ella para recostarla en el brazo del sofá, la tapé con una manta y deposité un suave beso sobre su frente.

Subí a su habitación y cerré la ventana que aún seguía abierta de cuando me había colado aquella mañana. Cogí un papel en blanco que ví sobre su escritorio y un bolígrafo. Bajé abajo y le dejé la nota sobre la mesa del comedor, antes de irme le volví a besar la frente y salí por la puerta principal procurando no hacer ruido al cerrarla.

Dí la vuelta y cogí el monopatín que había dejado escondido en un arbusto bajo la ventana de su habitación. Hacía una tarde preciosa la verdad, me fastidiaba no poder pasarla con Alicia pero tenía unos asuntillos que resolver.

Me monté en el monopatín y fui por la carretera en dirección opuesta por la que había venido: hacia la izquierda de la casa de Alicia.

* * * * *

Cuando llegué a aquel aparcamiento público mostré mi tarjeta de socio y entre buscando mi plaza. Al llegar al lugar donde se hallaba mi deportivo negro metí el monopatín en el maletero y subí al asiento del conductor.

Fui hacia la salida, donde una máquina reprodució una voz femenina pidiendome que enseñara el carnet de socio a la camara. Una vez lo hice volvió a hablar.

-Debido a que es usted menor de edad, tiene que mostrar al objetivo de la cámara su carnet de conducción.

Obedecí enseñando el carnet que me habían dado la semana pasada.

-Ya puede continuar, gracias.

La barrera se subió y me dejaron pasar. Salí del complejo y me dirigí a casa de Oliver a hablar con él sobre lo de Madrid.

Llegué en 10 minutos, aparqué en frente de su casa y llamé al timbre al tiempo que me colocaba bien mi gorro gris de lana.

-Ey, Carlos -me dio la mano tirando de mi para chocar el pecho y golpearnos la espalda con la otra mano (típico abrazo de "hombres")-.

-Oliver, ¿tienes ya los tickets?

-Echaste la solicitud, ¿no?

-Claro, ¿los tienes o no?

-Sí -dijo sonriendo y se apartó de la puerta para que pudiera entrar-.

Una vez dentro me quité la gorra y fui a su salón, me acomodé en el sofá y esperé a que trajera los tickets para verlos. Sinceramente me sentía en ese momento como un traficante, esperando la mercancía para pagarla.

Cuando volvió llevaba un maletín plateado y dos grandes hombres a la espalda vestidos con traje negro y pinganillo al oido...

Espera, eso no fue asi.

Cuando volvió llevaba los tickets en una mano y en otra dos cervezas a la vez que un abridor para las botellas en la boca.

-Anda trae pa' ca.

-Toma -dijo con el abridor aún en la boca riéndose-.

Le cogí la pequeña herramienta de la boca y abrí las botellas mientras él examinaba los tickets para comprobar si eran esos.

Historias entrelazadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora