1: Carta

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En la mañana unos fuertes maullidos me despertaron, eran los Kneazles: Hoppy, Milli y Mauler. Los tres estaban frente a mi cama y tenían una cara de hambre a la cual no pude resistirme, a pesar de lo cansada que ya estaba, posiblemente me había quedado hasta muy tarde.
Hace algunos días mi abuelo Newt me había regalado una cría de hipogrifo aunque mi abuela Tina no estuviera muy contenta con ello. En realidad son mis bisabuelos, pero los consideraba como mis abuelos, ya que mis verdaderos abuelos no eran lo mejor. Criar a un hipogrifo era bastante agotador, además de tener un grupo de Bowtruckles en mi ventana y un par de gusarajos.
Sin embargo el hipogrifo no era mi mascota, era mi amigo y mi igual, era libre, pero su madre había desaparecido así que de regalo mi abuelo me dio la oportunidad de darle un hogar. Lo llamé Gabe, aunque no sabía su género, lo alimentaba y le mostraba respeto aunque el pobre siendo una cría y sin su madre no sabía ni volar.
Mi habitación era un verdadero desastre, la cama desordenada, en la ventana estaba las plantas y los Bowtruckles que seguían dormidos, los Kneazles que se paseaban por lo habitación, en mi escritorio y escondido en mi clóset estaban unas plantas de Horklump y debajo de mi cama tenía en una caja de zapatos un Occamy, que aunque aveces era bastante difícil de ocultar, un día casi me descubre mi abuela Tina por las cáscaras de plata y le tuve que inventar una historia (que gracias a Merlín se la creyó...creo)
Fui hasta Castiel, uno de los Bowtruckles que estaba despierto, sin duda mi favorito y el más dulce.

—¿Cómo amaneciste pequeño?—dije haciéndole un poco de cosquillas.
Cas se rió y lo deje de nuevo en la ventana junto con sus amigos.
Bajé a desayunar todavía en mi pijama blanco que bueno ahora era algo gris con el paso del tiempo, y me encontré con mi abuelo Newt que estaba tomando el desayuno ya vestido y arreglado, sin embargo algo estaba pasando, estaba muy callado. No tarde ni 10 segundos al saber lo que pasaba, gracias a la mente de mi abuelo, siempre me explicaban que la Legeremancia era mucho más complicada que solo "leer la mente" peor me gustaba como sonaba.

—Hogwarts—sentí su sensación de emoción—. Ha llegado tu carta cariño.

—¿Llego una carta de Hogwarts? Vaya, ¡pensé que me habían admitido en Ilvermorny!—dije con un suspiro de alivio. Escuché la risa interna de mi abuelo y una mirada reprobatoria de mi abuela, que negó sonriendo un poco, no pudiendo resistirse a mi.

Al principio pensé que estaba loca. Todas esas voces a mi alrededor, me hacían pensar que tenía un problema en la cabeza y lo mantuve en secreto, escuchar voces que nadie más puede no es un buen signo, incluso en nuestro mundo. Hasta que un día encontre entre las cosas de mi abuela Tina el diario de mi tía Quennie, quien compartía el don de la Legeremancia, desde entonces comencé a leer con interés su diario siempre antes de dormir, aunque algunas partes eran bastante deprimentes habían unas muy divertidas, como que no nos entendía muy bien por nuestro acento británico.
Una Legerement.
Volviendo a la realidad, vi un sobre grueso, hecho de pergamino amarillo y vi el sello del colegio donde se veían el león, la serpiente, el águila y el hurón, representando a las casas, que rodeaban una gran H.
Viendo la letra verde esmeralda comencé a hablar en voz alta:

Señorita L.Scamander
Cuarto a mano derecha,
segundo piso
Residencia Scamander
Dorset

—¡Vaya, a estos no se les escapa nada!—dije y continúe:

COLEGIO HOGWARTS DE MAGIA
Director: Albus Dumbledore (Orden de Merlín, Primera Clase, Gran Hechicero, Jefe de Magos, JefeSupremo, Confederación Internacional de Magos).
Querida señorita Scamander:
Tenemos el placer de informarle de que dispone de una plaza en el Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería. Por favor, observe la lista del equipo y los libros necesarios.
Las clases comienzan el 1 de septiembre. Esperamos su lechuza antes del 31 de julio.
Muy cordialmente, Minerva McGonagall
Directora Adjunta

Empecé a leer el uniforme cuando leí incrédula:

— Un par de guantes protectores (piel de dragón o semejante).

—¡Que barbaridad! ¡Espero que los dragones no estuvieran vivos cuando hicieron esos guantes!—exclamé horrorizada y mi abuelo asintió como dándome la razón, y seguí leyendo la parte de los libros hasta que dije:

— Animales fantásticos y dónde encontrarlos, Newt Scamander.

Mi abuelo y yo compartimos una mirada cómplice y tenía ganas de reír.
Seguí leyendo el resto del equipo como una varita, un telescopio o el caldero hasta que llegue a la parte de las mascotas.

—Los alumnos también pueden traer una lechuza, un gato o un sapo.
SE RECUERDA A LOS PADRES QUE A LOS DE PRIMER AÑO NO SE LES PERMITE TENER ESCOBAS PROPIAS.

—¡Oww! ¿¡Por qué?! Si el Quidditch es genial! Y además no nos dejaran traer Bowtruckles? ¿Ni crías de hipogrifos? No quiero dejar a Gabe, ni tampoco a Loonie o a...—me mordí la lengua, casi mencionaba el Occamy—. ¡Vaya, si me dijiste que Hogwarts era sensacional!

—Y lo es querida, iremos por tus cosas al callejón Diagon, y no te preocupes por Gabe, sabes que lo cuidare por ti.

Ya sabía que mi abuelo iba a cuidar a Gabe, porque él sabía que lo tenía, pero qué pasaría con el Occamy? Tenía que encontrar a alguien que cuidara de él.
Sonreí lo mejor que pude.

Laila Scamander y La Piedra FilosofalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora