35: Centauros

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El bosque estaba oscuro y silencioso. Después de andar un poco, vimos que el sendero se bifurcaba. Harry, Hermione Hagrid y yo fuimos hacia la izquierda y Malfoy, Neville y Fang se dirigieron a la derecha.
Anduvimos en silencio, yo con mi vista clavada en el suelo. ¿Quién podía ser tan malo? ¿Quién podría herir un unicornio? De vez en cuando, un rayo de luna a través de las ramas iluminaba una mancha de sangre azul plateada entre las hojas caídas, lo que me daban arcadas.
Harry vio que Hagrid y yo nos veíamos muy preocupados
—¿Podría ser un hombre lobo el que mata los unicornios? —preguntó Harry
—No son bastante rápidos —dijo Hagrid
—Además no es tan fácil cazar un unicornio, son criaturas poderosamente mágicas. Nunca había oído que hubieran hecho daño a ninguno...es horrible-añadí.
Pasamos por un tocón con musgo, podía oír el agua que corría: debía de haber un arroyo cerca. Todavía había manchas de sangre de unicornio en el serpenteante sendero, lo que me daba ganas de vomitar por lo que puse mi cabello Naranjo para pasar desapercibida por el follaje de los árboles.
—¿Estás bien, Hermione? —susurró Hagrid—. No te preocupes, no puede estar muy lejos si está tan malherido, y entonces podremos... ¡PONEOS DETRÁS DE ESE ÁRBOL!
Hagrid nos cogio a los tres y nos arrastró fuera del sendero, detrás de un grueso roble. Sacó una flecha, la puso en su ballesta y la levantó, lista para disparar. Los tres escuchamos. Alguien se deslizaba sobre las hojas secas. Parecía como una capa que se arrastrara por el suelo. Hagrid miraba hacia el sendero oscuro pero, después de unos pocos segundos, el sonido se alejó.
—Lo sabía —murmuró—. Aquí hay alguien que no debería estar.
—¿Un hombre lobo? —sugirió Harry.
—¿Acromantula?-pregunté
—Eso no era un hombre lobo, ni tampoco un unicornio y no es una Acromantula —dijo Hagrid con gesto sombrío—. Bien, seguidme, pero tened cuidado.
Anduvimos más lentamente, atentos a cualquier ruido. De pronto, en un claro un poco más adelante, algo se movió visiblemente.
—¿Quién está ahí? —gritó Hagrid—. ¡Déjese ver... estoy armado!
Y apareció en el claro, de la cintura para arriba, un hombre, con pelo y barba rojizos, pero por debajo, el cuerpo de pelaje zaino de un caballo, con una cola larga y rojiza; un centauro, jamás en mi joven vida había visto uno, mi abuelo me decía que son criaturas inteligentes y frías, demasiado orgullosas.Harry, Hermione y yo estábamos boquiabiertos.
—Oh, eres tú, Ronan —dijo aliviado Hagrid—. ¿Cómo estás?
Se acercó y estrechó la mano del centauro.
—Que tengas buenas noches, Hagrid —dijo Ronan. Tenía una voz profunda y acongojada—. ¿Ibas a dispararme?
—Nunca se es demasiado cuidadoso —dijo Hagrid, tocando su ballesta—. Hay alguien muy malvado, perdido en este bosque. Ah, éste es Harry Potter, Hermione Granger y Laila Scamander los tres son alumnos del colegio. Y él es Ronan. Es un centauro.
—Nos hemos dado cuenta —dijo débilmente Hermione.
—Buenas noches —los saludó Ronan—. ¿Estudiantes, no? ¿Y aprendéis mucho en el colegio?
—Eh...
—Un poquito —dijo con timidez Hermione.
—Un poquito. Bueno, eso es algo. —Ronan suspiró- pero me imagino que tú has estudiado mucho verdad Scamander?
—¿Conoce a mi abuelo?-pregunté
—Tu abuelo es una de las pocas personas que aprecia la naturaleza y estoy seguro que tu también.
—Así es, señor-respondí y vi que el centauro sonrio un poco.
Torció la cabeza y miró hacia el cielo
—. Esta noche, Marte está brillante.
—Ajá —dijo Hagrid, lanzándole una mirada—. Escucha, me alegro de haberte encontrado, Ronan, porque hay un unicornio herido. ¿Has visto algo?
Ronan no respondió de inmediato. Se quedó con la mirada clavada en el cielo, sin pestañear, y suspiró otra vez.
—Siempre los inocentes son las primeras víctimas —dijo—. Ha sido así durante los siglos pasados y lo es ahora.
—Sí —dijo Hagrid—. Pero ¿has visto algo, Ronan? ¿Algo desacostumbrado?
—Marte brilla mucho esta noche —repitió Ronan, mientras Hagrid lo miraba con impaciencia—. Está inusualmente brillante.
—Wow no lo había notado antes-dije viendo al cielo, pero Hermione le lanzó una mirada de concéntrate.
—Sí, claro, pero yo me refería a algo inusual que esté un poco más cerca de nosotros —dijo Hagrid—. Entonces ¿no has visto nada extraño?
Otra vez, Ronan se tomó su tiempo para contestar. Hasta que, finalmente, dijo:
—El bosque esconde muchos secretos.

Un movimiento en los árboles detrás de Ronan hizo que Hagrid levantara de nuevo su ballesta, pero era sólo un segundo centauro, de cabello y cuerpo negro y con aspecto más salvaje que Ronan.
—Hola, Bane —saludó Hagrid—. ¿Qué tal?
—Buenas noches, Hagrid, espero que estés bien.
—Sí, gracias. Mira, le estaba preguntando a Ronan si había visto algo extraño últimamente. Han herido a un unicornio. ¿Sabes algo sobre eso?
Bane se acercó a Ronan. Miró hacia el cielo.
—Esta noche Marte brilla mucho —dijo simplemente.
—¿Verdad?-le pregunte dándole la razón.
—Eso dicen —dijo Hagrid de malhumor—. Bueno, si alguno ve algo, me avisáis, ¿de acuerdo? Bueno, nosotros nos vamos.
Harry Hermione y yo lo seguimos, saliendo del claro y mirando por encima del hombro a Ronan y Bane, hasta que los árboles los taparon.
—Nunca —dijo irritado Hagrid— tratéis de obtener una respuesta directa de un centauro. Son unos malditos astrólogos. No se interesan por nada más cercano que la luna.
—¿Y hay muchos de ellos aquí? —preguntó Hermione.
—Oh, unos pocos más... Se mantienen apartados la mayor parte del tiempo, pero siempre aparecen si quiero hablar con ellos. Los centauros tienen una mente profunda... saben cosas... pero no dicen mucho.
—¿Crees que era un centauro el que oímos antes? —dijo Harry.
—¿Te pareció que era ruido de cascos? No, en mi opinión, eso era lo que está matando a los unicornios... Nunca he oído algo así.
Pasamos a través de los árboles oscuros y tupidos. Harry seguía mirando por encima de su hombro, con nerviosismo y la verdad es que yo estaba igual quién podía hacer eso a un inocente unicornio no tendría problemas en degollatnos a todos por lo que. Estaba muy contenta de que Hagrid y su ballesta fueran con nosotros
. Acabábamos de pasar una curva en el sendero cuando Hermione se aferró al brazo de Hagrid.
—¡Hagrid! ¡Mira! ¡Chispas rojas, los otros tienen problemas!
—¡Vosotros esperad aquí! —gritó Hagrid—. ¡Quedaos en el sendero, volveré a buscaros!
Lo oí alejarse y nos miramos uno al otro, muy asustados, hasta que ya no oímos más que las hojas que se movían alrededor.
—¿Crees que les habrá pasado algo? —susurró Hermione.
—No me importará si le ha pasado algo a Malfoy, pero si le sucede algo a Neville... está aquí por nuestra culpa.
Los minutos pasaban lentamente. Sentía que podía escuchar cualquier sonido del bosque y tenía miedo de respirar, que por culpa de mi respiro no podría escuchar el mínimo sonido.  cada ráfaga de viento, cada ramita que se rompía. ¿Qué estaba sucediendo? ¿Dónde estaban los otros?
Por fin, un ruido de pisadas crujientes anunció el regreso de Hagrid. Malfoy, Neville y Fang estaban con él. Hagrid estaba furioso. Malfoy se había escondido detrás de Neville y, en broma, lo había cogido. Neville se aterró y envió las chispas.
—Vamos a necesitar mucha suerte para encontrar algo, después del alboroto que habéis hecho. Bueno, ahora voy a cambiar los grupos... Neville, tú te quedas conmigo y Hermione. Harry, tú vas con Fang y este idiota. Lo siento —añadió en un susurro dirigiéndose a Harry— pero a él le va a costar mucho asustarte y tenemos que terminar con esto.
—Yo voy con Harry-me ofrecí, Heemione y Hagrid me vieron confundidos y Harry con una sonrisa- pero me debes otra Potter.
—¿Cuándo te he debido una?-preguntó Harry cuando comenzamos a caminar.
—Siempre me debes una.

Laila Scamander y La Piedra FilosofalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora