De veras que tenía todo escrito! Pero estaba editando el capítulo ocho de otro fanfic o y sin querer se mezcló con este y tuve que rehacer el capítulo 8
—Eso tiene muy buen aspecto —dijo con tristeza el fantasma de la gola, observando a Harry mientras éste cortaba su filete.
—¿No puede...?—comencé a preguntar, además de los animales fantásticos tenía una gran curiosidad por los fantasmas, banshees y hombres lobo.
—No he comido desde hace unos cuatrocientos años —dijo el fantasma—No lo necesito, por supuesto, pero uno lo echa de menos. Creo que no me he presentado, ¿verdad? Sir Nicholas de Mimsy-Porpington a su servicio. Fantasma Residente de la Torre de Gryffindor.
—¡Yo sé quién es usted! —dijo súbitamente Ron—. Mi hermano me lo contó. ¡Usted es Nick Casi Decapitado!
—Yo preferiría que me llamaran Sir Nicholas de Mimsy... —comenzó a decir el fantasma con severidad, pero lo interrumpió Seamus Finnigan, el del pelo color arena.
—¿Casi Decapitado? ¿Cómo se puede estar casi decapitado?
Sir Nicholas pareció muy molesto, como si su conversación no resultara como la había planeado.
¿Podría leerle la mente a un fantasma?
—Así —dijo enfadado. Se agarró la oreja izquierda y tiró. Todo su cabeza se separó de su cuello y cayó sobre su hombro, como si tuviera una bisagra. Era evidente que alguien había tratado de decapitarlo, pero que no había hecho bien su trabajo, hice una mueca al ver el cartilago y todo.
Pareció complacido ante las caras de asombro y volvió a ponerse la cabeza en su sitio, tosió y dijo: ¡Así que nuevos Gryffindors! Espero que este año nos ayudéis a ganar el campeonato para la casa. Gryffindor nunca ha estado tanto tiempo sin ganar. ¡Slytherin ha ganado la copa seis veces seguidas! El Barón Sanguinario se ha vuelto insoportable... Él es el fantasma de Slytherin.
Mi mirada dio a la mesa de Slytherin y vi un fantasma horrible sentado allí, con ojos fijos y sin expresión, un rostro demacrado y las ropas manchadas de sangre plateada. ¿Sería su sangre?
Estaba justo al lado de Malfoy que, no parecía muy contento con su presencia.
—¿Cómo es que está todo lleno de sangre? —preguntó Seamus con gran interés.
—Nunca se lo he preguntado —dijo con delicadeza Nick Casi Decapitado.
Cuando comimos todo lo que quisiéramos, los restos de comida desaparecieron de los platos, dejándolos tan limpios como antes. Un momento más tarde aparecieron los postres. Trozos de helados de todos los gustos que uno se pudiera imaginar; pasteles de manzana, tartas de melaza, relámpagos de chocolate, rosquillas de mermelada, bizcochos borrachos, fresas, jalea, arroz con leche...
Mire conmocionada a todos los postres.
—Creo que voy a llorar, es simplemente hermoso—por lo que cogí mucho de todo, ser vegetariana tiene muchos contras y pros.
Mientras me echaba a la boca una gran rosquilla de mermelada, la conversación se centró en las familias.
—Yo soy mitad y mitad —dijo Seamus—Mi padre es muggle. Mamá no le dijo que era una bruja hasta que se casaron. Fue una sorpresa algo desagradable para él.
Los demás rieron.
—¿Y tú, Neville? —dijo Ron.
—Bueno, mi abuela me crió y ella es una bruja —dijo Neville—, pero la familia creyó que yo era todo un muggle, durante años. Mi tío abuelo Algie trataba de sorprenderme descuidado y forzarme a que saliera algo de magia de mí. Una vez casi me ahoga, cuando quiso tirarme al agua en el puerto de Blackpool, pero no pasó nada hasta que cumplí ocho años. El tío abuelo Algie había ido a tomar el té y me tenía cogido de los tobillos y colgando de una ventana del piso de arriba, cuando mi tía abuela Enid le ofreció un merengue y él, accidentalmente, me soltó. Pero yo reboté, todo el camino, en el jardín y la calle. Todos se pusieron muy contentos. Mi abuela estaba tan feliz que lloraba. Y tendríais que haber visto sus caras cuando vine aquí. Creían que no sería tan mágico como para venir. El tío abuelo Algie estaba tan contento que me compró mi sapo.
Mi vista paseó a los profesores sentados y en el centro a Dumblebore que me miró con un brillo en los ojos azules, por curiosidad de que estaría pensando trate de hacer los pensamientos de los otros a un lado y me concentré en él.
Nada.
¿No tenía pensamientos? Era imposible , no podía leerle la mente y ¡le puedo leer la mente a todo el mundo!
Fruncí el ceño y después de darme cuenta que eso sería sumamente descortés con el director del colegio me di vuelta cuando oí que me mencionaban.
—¿Y que hay de ti, Laila?—me preguntó Seamus. Tenía la boca llena de comida por lo que la trague rápidamente.
—Bueno mi madre murió y jamás conocí a mi padre por lo que vivo con mis abuelos Newt y Tina...
—¡He oído sobre él! Es el magizoologo en la lista aparece uno de sus libros.
—Sip.
—¿No lo he leído aún, es como una guía para exterminar?—preguntó Seamus
La sonrisa se borro de mi cara.
"No me vuelvas a hablar a mi, ni a mi hijo, ni al hijo de mi hijo, ni al hijo del hijo de mi hijo, ni al hijo del hijo del hijo de mi hijo"
—No, es una guía para cuidarlos y porque son importantes—dije con toda la calma posible.
—¡Ay! —escuche un grito, Harry se llevó una mano a la cabeza.
—¿Qué ha pasado? —preguntó Percy
—N-nada.
Mire a Harry indecisa.
—¿Te duele tu cicatriz?—pregunté preocupada.
Él negó con la cabeza, pero no tenía que leerle la mente para saber que estaba mintiendo.
—¿Quién es el que está hablando con el profesor Quirrell? —preguntó a Percy.
—Oh, ¿ya conocías a Quirrell, entonces? No es raro que parezca tan nervioso, ése es el profesor Snape. Su materia es Pociones, pero no le gusta... Todo el mundo sabe que quiere el puesto de Quirrell. Snape sabe muchísimo sobre las Artes Oscuras.
Por último, también desaparecieron los postres, e hize una exclamación agarrando toda la comida posible antes de que desapareciera mágicamente, y el profesor Dumbledore se puso nuevamente de pie. Todo el salón permaneció en silencio.
—Ejem... sólo unas pocas palabras más, ahora que todos hemos comido y bebido. Tengo unos pocos anuncios que haceros para el comienzo del año.
»Los de primer año debéis tener en cuenta que los bosques del área del castillo están prohibidos para todos los alumnos. Y unos pocos de nuestros antiguos alumnos también deberán recordarlo.
Los ojos relucientes de Dumbledore apuntaron en dirección a los gemelos Weasley.
—El señor Filch, el celador, me ha pedido que os recuerde que no debéis hacer magia en los recreos ni en los pasillos.
»Las pruebas de quidditch tendrán lugar en la segunda semana del curso. Los que estén interesados en jugar para los equipos de sus casas, deben ponerse en contacto con la señora Hooch.
»Y por último, quiero deciros que este año el pasillo del tercer piso, del lado derecho, está fuera de los límites permitidos para todos los que no deseen una muerte muy dolorosa.
Harry rió, pero fue uno de los pocos que lo hizo.
—¿Lo decía en serio? —murmuró Harry a Percy.
—Eso creo —dijo Percy, mirando ceñudo a Dumbledore—. Es raro, porque habitualmente nos dice el motivo por el que no podemos ir a algún lugar. Por ejemplo, el bosque está lleno de animales peligrosos, todos lo saben. Creo que, al menos, debió avisarnos a nosotros, los prefectos.
—¡Y ahora, antes de que vayamos a acostarnos, cantemos la canción del colegio! —exclamó Dumbledore.
Dumbledore agitó su varita, como si tratara de atrapar una mosca, y una larga tira dorada apareció, se elevó sobre las mesas, se agitó como una serpiente y se transformó en palabras.
—¡Que cada uno elija su melodía favorita! —dijo Dumbledor—. ¡Y allá vamos!
Y todo el colegio vociferó:
Hogwarts, Hogwarts, Hogwarts, enséñanos algo, por favor.
Aun que seamos viejos y calvos
o jóvenes con rodillas sucias,
nuestras mentes pueden ser llenadas
con algunas materias interesantes.
Porque ahora están vacías y llenas de aire, pulgas muertas y un poco de pelusa.
Así que enséñanos cosas que valga la pena saber, haz que recordemos lo que olvidamos, hazlo lo mejor que puedas, nosotros haremos el resto,
y aprenderemos hasta que nuestros cerebros se consuman.
Cada uno terminó la canción en tiempos diferentes. Al final, sólo los gemelos Weasley seguían cantando, con la melodía de una lenta marcha fúnebre, lo que me causó un ataque de risa. Dumbledore los dirigió hasta las últimas palabras, con su varita y, cuando terminaron, fue uno de los que aplaudió con más entusiasmo.
—¡Ah, la música! —dijo, enjugándose los ojos—. ¡Una magia más allá de todo lo que hacemos aquí! Y ahora, es hora de ir a la cama. ¡Salid al trote!
Los de primer año de Gryffindor seguimos a Percy a través de grupos bulliciosos, salieron del Gran Comedor y subieron por la escalera de mármol. Me sentía tan llena que me puse las manos en el estómago y me dio un sueño atroz. Subimos más escaleras, bostezando y arrastrando los pies y, cuando ya me estaba preguntado el significado de la vida, nos detuvimos súbitamente.
Unos bastones flotaban en el aire, por encima, y cuando Percy se acercó comenzaron a caer contra él.
—Peeves —susurró Percy a los de primer año—. Es un duende, lo que en las películas llaman poltergeist. —Levantó la voz—: Peeves, aparece.
La respuesta fue un ruido fuerte y grosero, como si se desinflara un globo.
—¿Quieres que vaya a buscar al Barón Sanguinario?
Se produjo un chasquido y un hombrecito, con ojos oscuros y perversos y una boca ancha, apareció, flotando en el aire con las piernas cruzadas y empuñando los bastones.
—¡Oooooh! —dijo, con un maligno cacareo—. ¡Los horribles novatos! ¡Qué divertido!
De pronto se abalanzó sobre nosotros. Todos se agacharon.
—Vete, Peeves, o el Barón se enterará de esto. ¡Lo digo en serio! —gritó enfadado Percy
Peeves hizo sonar su lengua y desapareció, dejando caer los bastones sobre la cabeza de Neville. Lo oyeron alejarse con un zumbido, haciendo resonar las armaduras al pasar.
—Tenéis que tener cuidado con Peeves —dijo Percy, mientras seguían avanzando—. El Barón Sanguinario es el único que puede controlarlo, ni siquiera nos escucha a los prefectos. Ya llegamos.
Al final del pasillo colgaba un retrato de una mujer muy gorda, con un vestido de seda rosa.
—¿Santo y seña? —preguntó.
—Caput draconis —dijo Percy, y el retrato se balanceó hacia delante y dejó ver un agujero redondo en la pared. Todos se amontonaron para pasar (Neville necesitó ayuda) y se encontraron en la sala común de Gryffindor; una habitación redonda y acogedora, llena de cómodos sillones.
Percy nos condujo a las niñas a través de una puerta, hacia los dormitorios, y a los niños por otra puerta. Y, por fin, las camas, cuatro camas con cuatro postes cada una y cortinas de terciopelo rojo oscuro. Sus baúles ya estaban allí. Demasiado cansada murmuré in buenas noches y cuando vi que las demás cucáis estaban dormidas saque a Cas. El bowtruckle en cuanto salió me saco la lengua en un mal gesto.
—Por Merlin, Castiel. Oye no es tan malo! Mira, saque una pequeña maceta on una planta, Castiel me miró y fue hacia ella, después de mi baúl saque mi diario y lo puse en mi mesita de noche y la maceta enigma de ella.
—Te nombro a ti Castiel guardián temporal de este diario, este será tu árbol, si alguien se atreve a tomarlo que no sea yo le arrancas los ojos, ahora entra-lo tome con mi mano y lo deje en la maceta-buenas noches Cas. Saque la foto que sobresalía del diario- y buenas noches Mama.
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Laila Scamander y La Piedra Filosofal
FanfictionLaila Scamander jamás conoció a sus padres, su madre murió y no conoce la identidad de su padre, quedando en el cuidado de sus abuelos Newt y Tina Scamander. En su vida solo ha preferido las criaturas y animales mágicos, siendo también una niña muy...