34: Castigo

6.2K 731 22
                                    

A la mañana siguiente, llegaron notas para Harry, Hermione Neville y yo en la mesa del desayuno. Eran todas iguales.
Vuestro castigo tendrá lugar a las once de la noche. El señor Filch os espera en el vestíbulo de entrada.
Prof M. McGonagall
Casi lo había olvidado...no podíamos salirnos solo con docientos puntos menos...no...faltaban también los castigos! De alguna manera esperaba que Hermione se quejara por tener que perder una noche de estudio, pero la muchacha no dijo una palabra por lo que me sorprendí. Como Harry, sentía que se merecían lo que les tocara, excepto yo, habíamos ayudado a Hagrid, Norberto ahora estaba a salvo, solo fuimos idiotas por olvidar la capa.

🌌🌌

A las once de aquella noche, nos despedimos de Ron en la sala común y bajamos al vestíbulo de entrada con Neville. Filch ya estaba allí y también Malfoy. Mi humor se alegro un poquito cuando me acorde que también a Malfoy lo habían condenado a un castigo.
—Seguidme —dijo Filch, encendiendo un farol y conduciéndolos hacia fuera—. Seguro que os lo pensaréis dos veces antes de faltar a otra regla de la escuela, ¿verdad? —dijo, mirándonis con aire burlón—. Oh, sí... trabajo duro y dolor son los mejores maestros, si queréis mi opinión...
Nunca te la pedí
—...es una lástima que hayan abandonado los viejos castigos... colgaros de las muñecas, del techo, unos pocos días. Yo todavía tengo las cadenas en mi oficina, las mantengo engrasadas por si alguna vez se necesitan... Bien, allá vamos, y no penséis en escapar, porque será peor para vosotros si lo hacéis.
¿Cree que me asusta?
Bueno si, un poquitín.
Marchamos cruzando el oscuro parque y Neville comenzó a respirar con dificultad. Aunque no quería entrar colgada de los tobillos o muñecas quería saber cuál sería el castigo que nos esperaba. Debía de ser algo verdaderamente horrible, o Filch no estaría tan contento, parecía como si nosotros cinco fuésemos su regalo de Navidad.
La luna brillaba, pero las nubes la tapaban, dejándonos en la oscuridad. Delante, me alegre al ver las ventanas iluminadas de la cabaña de Hagrid. Entonces oímos un grito lejano.
—¿Eres tú, Filch? Date prisa, quiero empezar de una vez.
El corazón de Harry y el mio se animaron: si íbamos  a estar con Hagrid, no podía ser malo. Nuestro alivio debió aparecer en la cara, porque Filch dijo:
—Supongo que creen que van a divertirse con ese papanatas, ¿no? Bueno, piénsenlo mejor, muchacho y niña rara...es al bosque adonde iréis y mucho me habré equivocado si volvéis todos enteros.
Al oír aquello, Neville dejó escapar un gemido y Malfoy se detuvo de golpe.
—¿El bosque? —repitió, y no parecía tan indiferente como de costumbre— . Hay toda clase de cosas allí... dicen que hay hombres lobo.
Neville se aferró de la manga de la túnica de Harry y dejó escapar un ruido ahogado.
—¿Es en serio?-pregunté emocionada a Filch, haciendo que él me mirara con disgusto- ¿podemos hablar con uno?
—Eso es problema vuestro, ¿no? —dijo Filch, con voz radiante—. Tendríais que haber pensado en los hombres lobo antes de meteros en líos.
Hagrid se acercó hacia nosotros, con Fang pegado a los talones. Llevaba una gran ballesta y un carcaj con flechas en la espalda.
—Menos mal —dijo—. Estoy esperando hace media hora. ¿Todo bien, Harry, Hermione, Laila?
—Yo no sería tan amistoso con ellos, Hagrid —dijo con frialdad Filch—. Después de todo, están aquí por un castigo.
—Por eso llegáis tarde, ¿no? —dijo Hagrid, mirando con rostro ceñudo a Filch—. ¿Has estado dándoles sermones? Eso no es lo que tienes que hacer. A partir de ahora, me hago cargo yo.
—Volveré al amanecer —dijo Filch— para recoger lo que quede de ellos — añadió con malignidad. Se dio la vuelta y se encaminó hacia el castillo, agitando el farol en la oscuridad.
Entonces Malfoy se volvió hacia Hagrid.
—No iré a ese bosque —dijo, y me deleité al notar miedo en su voz.
—Lo harás, si quieres quedarte en Hogwarts —dijo Hagrid con severidad— . Hicisteis algo mal y ahora lo vais a pagar.
—Pero eso es para los empleados, no para los alumnos. Yo pensé que nos harían escribir unas líneas, o algo así. Si mi padre supiera que hago esto, él...
—Te dirá que es así como se hace en Hogwarts —gruñó Hagrid—. ¡Escribir unas líneas! ¿Y a quién le serviría eso? Haréis algo que sea útil, o si no os iréis. Si crees que tu padre prefiere que te expulsen, entonces vuelve al castillo y coge tus cosas. ¡Vete!
Malfoy no se movió. Miró con ira a Hagrid, pero luego bajó la mirada.
—Bien, entonces —dijo Hagrid—. Escuchad con cuidado, porque lo que vamos a hacer esta noche es peligroso y no quiero que ninguno se arriesgue. Seguidme por aquí, un momento.
Nos condujo hasta el límite del bosque. Levantando su farol, señaló hacia un estrecho sendero de tierra, que desaparecía entre los espesos árboles negros.
—Mirad allí —dijo Hagrid—. ¿Veis eso que brilla en la tierra? ¿Eso plateado?
Inmediatamente di un chillido y me aferre a la otra manga de Harry.
—Es sangre de unicornio. Hay por aquí un unicornio que ha sido malherido por alguien-dije con la voz rota, esto no era bueno, definitivamente esto no era bueno, Hagrid dio un suspiro.
—Es la segunda vez en una semana. Encontré uno muerto el último miércoles. Vamos a tratar de encontrar a ese pobrecito herido. Tal vez tengamos que evitar que siga sufriendo.
—¿Y qué sucede si el que hirió al unicornio nos encuentra a nosotros primero? —dijo Malfoy, incapaz de ocultar el miedo de su voz.
—No hay ningún ser en el bosque que os pueda herir si estáis conmigo o con Fang —dijo Hagrid—. Y seguid el sendero. Ahora vamos a dividirnos en dos equipos y seguiremos la huella en distintas direcciones. Hay sangre por todo el lugar, debieron herirlo ayer por la noche, por lo menos.
—Yo quiero ir con Fang —dijo rápidamente Malfoy, mirando los largos colmillos del perro.
—Muy bien, pero te informo de que es un cobarde —dijo Hagrid—. Entonces yo, Harry ,Hermione y Laila iremos por un lado y Draco, Neville y Fang, por el otro. Si alguno encuentra al unicornio, debe enviar chispas verdes, ¿de acuerdo? Sacad vuestras varitas y practicad ahora... está bien... Y si alguno tiene problemas, las chispas serán rojas y nos reuniremos todos... así que tened cuidado... en marcha.

Laila Scamander y La Piedra FilosofalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora