40: Suerte o Muerte

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—¡No son pájaros! —dijo de pronto Harry—. ¡Son llaves! Llaves aladas, mirad bien. Entonces eso debe significar... —Miró alrededor de la habitación, mientras observábamos la bandada de llaves—. Sí... mirad ahí. ¡Escobas! ¡Tenemos que conseguir la llave de la puerta!
—¡Pero hay cientos de llaves!- le grite
—Tenemos que buscar una llave grande, antigua, de plata, probablemente, como la manija.
Cada uno cogió una escoba y de una patada estuvimos en el aire, remontándonos entre la nube de llaves. Tratamos de atraparlas, pero las llaves hechizadas se movían tan rápidamente que era casi imposible sujetarlas.
Pero no por nada Harry era el más joven buscador del siglo. Tenía un don especial para detectar cosas que la otra gente no veía. Después de unos minutos moviéndose entre el remolino de plumas de todos los colores, detectó una gran llave de plata, con un ala torcida, como si ya la hubieran atrapado y la hubieran introducido con brusquedad en la cerradura.
—¡Es ésa! —gritó a los otros—. Esa grande... allí... no, ahí... Con alas azul brillante... las plumas están aplastadas por un lado.
Ron se lanzó a toda velocidad en aquella dirección, chocó contra el techo y casi se cae de la escoba.
—¡Tenemos que encerrarla! —gritó Harry, sin quitar los ojos de la llave con el ala estropeada—. Laila, ven desde arriba, Ron, quédate abajo y no la dejes descender. Yo trataré de atraparla.
—Espera ¿que hago yo?-preguntó Hermione
—Lo siento, Laila es mejor en una escoba que tu. bien: ¡AHORA!

Me lance en picado, Ron subió en vertical, la llave nos esquivó a ambos, y Harry se lanzó tras ella. Iban a toda velocidad hacia la pared, Harry se inclinó hacia delante y, con un ruido desagradable, la aplastó contra la piedra con una sola mano. Los vivas de Ron y Hermione retumbaron por la habitación.
Aterrizamos rápidamente y Harry corrió a la puerta, con la llave retorciéndose en su mano. La metió en la cerradura y le dio la vuelta... Funcionaba. En el momento en que se abrió la cerradura, la llave salió volando otra vez, con aspecto de derrotada, pues ya la habían atrapado dos veces.
—¿Listos? —preguntó Harry a nosotros , con la mano en la manija de la puerta. Asintimos. Abrió la puerta.
La habitación siguiente estaba tan oscura que no pudimos ver nada. Pero cuando estuvimos dentro la luz súbitamente inundó el lugar, para revelar un espectáculo asombroso.
Estabamos en el borde de un enorme tablero de ajedrez, detrás de las piezas negras, que eran todas tan altas como ellos y construidas en lo que parecía piedra. Frente a nosotros, al otro lado de la habitación, estaban las piezas blancas. Las que me dieron escalofríos: las piezas blancas no tenían rostros.
—¿Ahora qué hacemos? —susurró Harry
—Está claro, ¿no? —dijo Ron—. Tenemos que jugar para cruzar la habitación.
Detrás de las piezas blancas pudimos ver otra puerta.
—¿Cómo? —dijo Hermione con nerviosismo.
—Creo —contestó Ron— que vamos a tener que ser piezas.
Se acercó a un caballero negro y levantó la mano para tocar el caballo. De inmediato, la piedra cobró vida. El caballo dio una patada en el suelo y el caballero se levantó la visera del casco, para mirar a Ron.
—¿Tenemos que... unirnos a ustedes para poder cruzar?
El caballero negro asintió con la cabeza. Ron se volvió a los otros dos.
—Esto hay que pensarlo... —dijo—. Supongo que tenemos que ocupar el lugar de tres piezas negras.
Los tres esperamos en silencio, mientras Ron pensaba. Por fin dijo:
—Bueno, no os ofendáis, pero ninguno de vosotros es muy bueno en ajedrez...
—No nos ofendemos —dijo rápidamente Harry—. Simplemente dinos qué tenemos que hacer.
—Bueno, Harry, tú ocupa el lugar de ese alfil ,tú, Hermione, ponte en lugar de esa torre, al lado de Harry, Laila Ponte en la posición de la reina
—¿Y qué pasa contigo?- le pregunté
—Yo seré un caballo.
Las piezas parecieron haber escuchado porque, ante esas palabras, un caballo, un alfil ,una torre y una reina dieron la espalda a las piezas blancas y salieron del tablero, dejando libres tres cuadrados que Harry, Ron ,Hermione y yo ocupamos.
—Las blancas siempre juegan primero en el ajedrez —dijo Ron, mirando al otro lado del tablero—. Sí... mirad.
Un peón blanco se movió hacia delante.
Ron comenzó a dirigir a las piezas negras. Se movían silenciosamente cuando los mandaba.
—Harry... muévete en diagonal, cuatro casillas a la derecha.
La primera verdadera impresión llegó cuando el otro caballo fue capturado. La reina blanca lo golpeó contra el tablero y lo arrastró hacia fuera, donde se quedó inmóvil, bocabajo.
—Espera esa fue la reina ¿puedo hacer eso yo también?-pregunté emocionada, claro, podíamos morir peor diría que golpee a una pieza de ajedrez.
—No lo sé pero tuve que dejar que sucediera —dijo Ron, conmovido—. Te deja libre para coger ese alfil. Vamos, Hermione.
Cada vez que uno de sus hombres perdía, las piezas blancas no mostraban compasión. Muy pronto, hubo un grupo de piezas negras desplomadas a lo largo de la pared.
—Laila, muévete cuatro casillas a la derecha.
Dos veces, Ron se dio cuenta justo a tiempo para salvar a Harry y Hermione del peligro. Él mismo jugó por todo el tablero, atrapando casi tantas piezas blancas como las negras que habían perdido.
—Ya casi estamos —murmuró de pronto—. Dejadme pensar... dejadme pensar.
La reina blanca volvió su cara sin rostro hacia Ron.
—Sí... —murmuró Ron—. Es la única forma... tengo que dejar que me cojan.
—¡NO! —gritamos todos los otros a la vez.
—¡Esto es ajedrez! —dijo enfadado Ron—. ¡Hay que hacer algunos sacrificios! Yo daré un paso adelante y ella me cogerá... Eso te dejará libre para hacer jaque mate al rey, Harry.
—Pero...
—¿Quieres detener a Snape o no?
—Ron...
—¡Si no os dais prisa va a conseguir la Piedra!
No había nada que hacer. Ron parecía muy decidió
—¿Listo? —preguntó Ron, con el rostro pálido pero decidido—. Allá voy, y no os quedéis una vez que hayáis ganado.
Se movió hacia delante y la reina blanca saltó. Golpeó a Ron con fuerza en la cabeza con su brazo de piedra y el chico se derrumbó en el suelo. Hermione gritó, pero se quedó en su casillero. La reina blanca arrastró a Ron a un lado. Parecía desmayado.
—Harry!- grite- hazlo.
Muy conmovido, Harry se movió tres casilleros a la izquierda. El rey blanco se quitó la corona y la arrojó a los pies de Harry. Habíamos ganado. Las piezas saludaron y se fueron, dejando libre la puerta. Con una última mirada de desesperación hacia Ron, los tres corrimos hacia la salida y subimos por el siguiente pasadizo.
—¿Y si él está...?
—Él estará bien —dijo Harry, tratando de convencerse a sí mismo
—¿Qué crees que nos queda?- le pregunte a Hermione.
—Tuvimos a Sprout en el Lazo del Diablo, Flitwick debe de haber hechizado las llaves, y McGonagall transformó a las piezas de ajedrez. Eso nos deja el hechizo de Quirrell y el de Snape...
Habían llegado a otra puerta.
—¿Todo bien? —susurró Harry. —Adelante.
Harry empujó y abrió.
Un tufo desagradable nos invadió, haciendo que me taparan la nariz con la túnica. Con ojos que lagrimeaban debido al olor, vimos frente a nosotros un trol, como el de la noche del banquete, cuando habíamos peleado contra uno, tenía un bulto sangrante, pero estaba en pie y nos estaba mirando como su próximo bocadillo, además de que era más grande que el otro
—Váyanse- les susurre mientras todos quedábamos paralizados, sin hacer ningún movimiento.
—¿Qué?-preguntó Harry-¡No! ¡No te voy a dejar!
—Harry van a ver más pruebas para buscar la piedra y necesitarás más a Hermione que a mí-le susurre
—Laila ¡no quiero dejarte!-susurró
—Hermione...-dije viendo a mi amiga que parecía a punto de llorar- asegúrate que llegue a la meta ¿bien?
Ella asintió.
—¡AHORA!- les grite, ambos, corrieron lo más rápido que pudieron a la vez que lanzaba un rayo de luz hacia su cara, mucho más potente de lo que me había imaginado. El libro no mentía, esta varita sí que era poderosa, sin embargo eso no impidió al trol que con su dedo meñique me mandara a la otra punta de la habitación, haciendo perder mi varita en el proceso, trate de buscarla pero mi vista era borrosa, sentí que el trol se acercaba cada vez más y más, sentí su aliento sobre mí cuando lo escuche dar un chillido, mi vista mejoro y pude ver que algo colgaba en la nariz del trol...un segundo...ese...ese era....oh Merlin
¿Ese era Cas?
El bowtruckle se agarraba de la nariz, mordiéndola mientras le daba rasguño con sus brazos y dedos que a una persona normal podría sacarle los ojos, el trol de un simple manotazo lo echó al suelo y ahí fue cuando mi sangre hirvió.
—Ohhhh, no, no no no,no, puedes tratar de matarme a mí, a Snape, a todo Hogwarts, pero jamás, nunca de los jamases alguien toca a mis animales- cada palabra con más odio que la anterior, con un movimiento de mi varita hice desaparecer al troll, cuando quise caminar, aunque estaba un poco mareada, me tropeze con algo; era el trol, solo que un millón de veces más enano.
—¡Cas!- grite, yendo hacia el pequeño animalito- Shh, Shh, ya pasó, ya paso, ahora estás con mamá.
—¿Laila?-escuche una voz, alce la cabeza para ver a Hermione que estaba sorprendida viéndome.
—¡Hermione!-me lance a abrasarla y ella hizo lo mismo- ¿qué hay de Harry?
— Dice que lo podrá hacer, hay que ir a la lechuceria, ayudar a Ron y...
—Ve tú- dije- yo iré a ayudar a Harry- Hermione parecía quiere decirme algo pero la ignore, porque debía ser una despedida y no había tiempo para eso, le entregue a Cas- Ten cuidado y cuídalo por favor, no puedo dejar a Harry solo.
Cuando cruce la puerta pensé que habría algo igual de terrorífico,pero sólo una mesa con siete botellas de diferente tamaño puestas en fila.
Pase el umbral y de inmediato un fuego se encendió detrás mio . No era un fuego común, era púrpura. Al mismo tiempo, llamas negras se encendieron delante. Estaba atrapada. Tome un rollo de papel que estaba al lado de las botellas y lo leí
El peligro yace ante ti, mientras la seguridad está detrás, dos queremos ayudarte, cualquiera que encuentres, una entre nosotras siete te dejará adelantarte,
otra llevará al que lo beba para atrás,
dos contienen sólo vino de ortiga,
tres son mortales, esperando escondidos en la fila.
Elige, a menos que quieras quedarte para siempre,
para ayudarte en tu elección, te damos cuatro claves:
Primera, por más astucia que tenga el veneno para ocultarse siempre encontrarás alguno al lado izquierdo del vino de ortiga;
Segunda, son diferentes las que están en los extremos, pero si quieres moverte hacia delante, ninguna es tu amiga;
Tercera, como claramente ves, todas tenemos tamaños diferentes: Ni el enano ni el gigante guardan la muerte en su interior;
Cuarta, la segunda a la izquierda y la segunda a la derecha son gemelas una vez que las pruebes, aunque a primera vista sean diferentes.
Dejé escapar un gruñido.
—Lógica. Lógica. Lógica. ¿Por qué? ¿Por qué no podía ser magia?  Uh...muy bien, muy bien, Hermione pudo resolver esto yo también puedo...oh a quien engaño? ¡No puedo hacer esto! Tendré que hacerlo a mi modo. Mama, papá si me están viendo ahora, por favor den un paso atrás y cúbranse los ojos- di un suspiro y puse mi dedo-Muy bien...De Tin Marín, de Do Pingüe, Cúcara Mácara títere fue, yo no fui, fue Teté, pegale, pégale, que ella fue.
Mi dedo quedo en una de las botellas mas grandes.
—¡No puedo hacer esto!
Respire profundamente antes de agarrar tres botellas, la más grande, una verde y la más pequeña.
Sip, me las bebí todas
Y camine  a las llamas negras.
—Suerte o muerte.

Laila Scamander y La Piedra FilosofalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora