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El tiempo va pasando... sin ningún avance. Los primeros días después de estar en el restaurante fueron bonitos. Aprovechábamos cualquier momento para poder vernos, besarnos y hablar un poco. Es que con solo mirarle a los ojos, volvía a vivir. Y más cuando reconocí, para mí misma, que estoy enamorada de sus ojos, de su tacto, de su corazón, de su manía de rascarse la nuca, de la manera en la cual frunce el ceño, de los pequeños hoyuelos que se le forman al verme, de sus besos, de sus manos grandes, de sus abrazos que hacen que me sienta protegida, de que me diga que está loco por mí... estoy enamorada hasta las trancas. Sé que muchos pensaran: "¿En tan poco tiempo?", pues sí. Te puedes enamorar en una mirada, en un beso, en una semana o en veinte, en un año o en un instante. El amor no tiene horarios ni forma de presentarse. Solo viene, llama a tu puerta o la abre directamente. Uno no puede elegir de quien se enamora.
Igual que tiene sus bajones y eso es lo que pasó tres días después. Estaba muy distante y tenía la cabeza en otro sitio. Parecía abstracto al mundo, como si su mente rodara por pensamientos una y otra vez.
Uno de esos días entré para preguntarle que le pasaba, pero cortante y mirando a la nada me dijo:
—Bárbara, hoy no es el día. No estoy de humor y de verdad creo que no puedo más —me quedé parada en la puerta. Ni si quiera me dio oportunidad de ir y decirle que quería hablar, quería saber que le preocupaba.
Así que no me di por rendida. Solo fui capaz de sentarme frente a él, cogerle la mano y preguntarle que le pasaba. Para solo obtener un <Nada, no me pasa nada. Por favor, ve a tu sitio, necesito que hagas unas cosas>.
Así hasta hoy. Tan solo algunos <Hola, ¿qué tal el día?> y ya está.
No sé qué narices le pasa tanto a él mismo como conmigo. Tan solo me hizo caso el día que le propuse cambiar la fiesta de la empresa de día, el 1 era jueves, así que la gente no podría divertirse tanto como si fuera sábado. Así que asintió y llamo a la empresa que organizaba todo para cambiarla al 3. Tras eso, hola, adiós y Bárbara arréglame esto o aquello. También me habló para decirme que Jade está invitada a la fiesta. Bueno, no "Jade" si no "Madeleine", e insistió en que invitara a "mi otro amigo", pero Steve ya no está aquí, se ha ido porque ya ha acabado con su afortunada. HA decidido ir con su madre unos días y darle el dinero que a podido recoger.
Hoy, día 2 de diciembre estoy en mi hora del almuerzo. Compro un café para mí en la cafetería donde paso cada mañana. El chico joven del mostrador me sonríe y me entrega mi bebida. Le devuelvo la sonrisa con un <Gracias> y me voy.
Pues sí, he decidido tomarme en mi oficina el café porque estaré más tranquila. En cuanto salgo del ascensor, algo duro choca contra mí, haciendo que el café caiga sobre eso. Y está ardiendo.
—¡La hostia! —cuando oigo su voz, mis piernas empiezan a temblar. Le he tirado un café ardiendo a Jensen. Le he tirado un café hirviendo a mi jefe.
Él se separa de mí y lleva las manos a su pecho, para después ir dentro de su oficina y yo, lógicamente, le sigo. Va soltando quejidos y es normal, le he chuscarrado el pecho.
—Lo siento Jensen, yo no te he visto y...
—Me cago en todo, lo que escuece —le veo poner una mueca de dolor y empieza a quitarse la camisa junto con la corbata. Mis mejillas al segundo se ponen más rojas que un tomate, así que solo soy capaz de apartar la mirada.
—Ahora vengo —salgo de aquí y cojo unas toallitas que siempre llevo en el bolso (sí, toallitas por si me baja), me meto en el baño y las empapo en agua.
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Peligrosa pasión (1ª Bilogía "Novelas peligrosas")
RomanceJeannette trabaja rompiendo matrimonios. Necesita el dinero urgente por una deuda, en la que está en juego la vida de una persona. Jensen Williams es un empresario, casado de forma desestructurada, al que la vida cada vez le sabe a menos. Jeannette...