PENSAMIENTO DE JENSEN:
Le beso. Le beso porque no puedo aguantar un solo segundo más sin sentirla contra mí, demostrándome todo aquel contacto que quiere darme. Quiero sentir de nuevo, quiero tener algo por lo que levantarme por la mañana con ilusión, quiero saber de nuevo lo que es amar. Las palabras que me ha dicho han hecho que me vuelva todavía más loco por ella, cosa que creía imposible.
Nuestras bocas se unen con delicadeza, disfrutando, mientras paso mi lengua por esos labios rojos pasión que me llevan de cabeza. Esos que tanto me gustan. Los únicos labios que tengo ganas de besar por toda la puta eternidad.
Mis pensamientos quieren salir, mis sentimientos ya no aguantan más encerrados dentro de mí. Recordando lo que Ángelo me ha dicho hace unos días, es cuando sin pensármelo se lo suelto.
—Vayámonos —agarro su pequeña cara y la coloco frente a la mía. Sus ojos verdes me enfocan curiosos.
—¿Qué?
—Sí Bárbara, vayámonos tú y yo juntos —frunce el ceño y sonrío al verla hacer ese gesto, tan cerca. Es jodidamente preciosa.
—Espera, explícame porque creo... creo que no te estoy entendiendo —río y acaricio su nariz con la mía, sintiendo que nuestros alientos se mezclan. Mis instintos piden que la bese, que la acaricie entera. Quiero pasar unos días con ella, a solas. Quiero darme cuenta de lo que siento, si esto es real o es solo una ilusión de mi desesperado corazón.
—Ángelo me ha dicho que quiere hacer negocios conmigo, quiere que vaya a conocer su empresa que está en la isla de Kayatura. Así que debo irme allí durante unos días y... he pensado que serías muy buena compañía —Kayatura es una isla que está bastante lejos de Orielsh. Donde nadie nos puede molestar y donde podemos ser tan libres como dos personas que sienten algo la una por la otra—. Vente conmigo. Es una semana entera, los dos solos, ¿te imaginas? —sus ojos se iluminan y asiente al segundo.
—Dios, ¡sí! —se tira a mis brazos y la rodeo con ellos, para abrazarla y oler su pelo. Como siempre, huele como una rosa después de la lluvia. Cuando sus pétalos lucen más hermosos y el olor te invade. Ella es mi rosa— ¿Y Carolina? —se separa de sopetón y me mira fijamente. Su nombre me ha sentado como un balde de agua fría, como un enorme choque de realidad.
—Nos llevaremos a alguien más para que no sospeche. Es un viaje de negocios y... —muerdo el lóbulo de su oreja, haciéndola estremecerse— necesito a mi secretaria conmigo.
—Está bien —sonríe y se queda mirándome. Para volver a abrazarme y a llenarme de besos— ¡Te voy a tener para mí sola! —su exclamación me hace reír.
—Todo para ti —la envuelvo con mis brazos y me refugio en su cuello. Su perfume de rosas me invade, me encanta como huele. Es una mezcla dulce, exquisita para mi gusto.
—¿Me lo envuelve para regalo por favor? —se carcajea, con solo escuchar ese sonido siento como miles de huracanes en mi estómago. No, no son mariposas. Son huracanes porque arrasan con todo por delante.
—Claro que sí, ¿lo quiere con lazo o sin lazo? —musito, siguiéndole la broma.
—Con lazo rojo con lunares blancos.
—¿Rojo y blanco? Qué horror señorita —contesto, para picarle. Su cuerpo se separa un poco del mío, pero no demasiado. Sus manos están ahora en mi pecho y las mías en su cintura.
—¡Oye! —me da un manotazo y se ríe. Quiero verla así siempre.
Verla tan mal el otro día me sentó como una patada en las pelotas. Para colmo, no he podido parar de darle vueltas al asunto (incluso por las noches). Esta nueva situación en mi vida ha hecho que todo lo que conozco se pusiera patas arriba. Además, cuando me dijo que la próxima vez que la besara estuviera dispuesto a darle todo... me sentí morir. ¿Cómo voy a darle todo de mí si yo mismo creo que estoy vacío por dentro?
Como un bobo, me quedo observándola cuando comienza a caminar hasta la puerta. Su cuerpo se mueve al compás de sus caderas y... no puedo evitar observarla de arriba abajo y soltar un largo suspiro. Cuando se da la vuelta, sonríe, y me guiña un ojo.
—¿Vienes, guapo? —asiento y camino hacia su persona con la ilusión de un niño.
Abrimos la puerta, pasamos el pasillo y nos topamos con Madeleine de frente. Creo que me he puesto hasta blanco de solo imaginar lo que debe estar pensando... lo peor es que seguramente todo sea cierto.
—¡Madeleine! —grita Bárbara.
—Te estaba buscando —su amiga viene hacia mí y estoy a punto de soltar a Bárbara. Luego recuerdo que Madeleine lo sabe y acerco a Bárbara a mi lado. En estos momentos no me importa nadie más, solo quiero tenerla todo lo cerca que pueda—. El señor Schorchea... Schroch... ay dios, el corcho ese me estaba preguntando por ti, Jensen —asiento.
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Peligrosa pasión (1ª Bilogía "Novelas peligrosas")
RomanceJeannette trabaja rompiendo matrimonios. Necesita el dinero urgente por una deuda, en la que está en juego la vida de una persona. Jensen Williams es un empresario, casado de forma desestructurada, al que la vida cada vez le sabe a menos. Jeannette...