Introducción

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Después de reencontrarnos con Dedenne y convencer a Eureka que nos volveríamos a ver y que podríamos viajar juntos otra vez, escuché a lo lejos la voz del parlante diciendo.

"La recepción hacia el aeropuerto Latias, vuelo G701 está a punto de finalizar. Los pasajeros que aún no se encuentren en la recepción apresúrense a abordar"

 Ese fue el punto final a mi viaje, ya todo estaba definido: Sabía hacia dónde iría, sabía que lo haría sola, sabía que estaba persiguiendo mi sueño...

 Una sensación amarga se apoderó de mi pecho al pensar en este último punto, ¿realmente lo estaba haciendo?

 Corrí hacia las escaleras mecánicas mientras dirigía palabras al aire, sin mirar a quienes me refería.

—Bien, nos vemos —comencé con mi discurso mientras mantenía una sonrisa en el rostro para no continuar el clima de fúnebre separación que había implantado la copia en miniatura de Raichu—. Satoshi, Citron, Eureka... ¡Todos me han dado muchas cosas!, tantas que no puedo contarlas...

Ellos me observaron con la misma energía que yo les intentaba transmitir, Píkachu dijo algo inentendible para todos excepto por su entrenador el cual a través de los años había desarrollado tal vínculo que con frecuencia podía comprender hasta el más mínimo "pika-pika".

—Llama de vez en cuando. —me sugirió el neonazi.

—Serena, prometo que iré a buscarte, tan solo espera. —amenazó su tierna hermanita, la cual ya había prometido superarnos a todos en las actividades que más amábamos. Yo no pude evitar mirarla con ternura sabiendo que si me abría mucho a mis emociones acabaría por llorar o algo parecido, por lo cual me limité a agigantar el tamaño de mi sonrisa y con los ojos brillosos asentí enérgicamente.

Miré a Satoshi sin poder decir nada, como buscando las palabras correctas para no dejar que todo se fuera tan pronto. Necesitaba dejar una marca, algo que dijera que no pasé por su vida como una maceta de corredor; Necesitaba ser sincera con él de una buena vez por todas. Alcé la vista y lo miré hablando sin gran premeditación.

—Satoshi, estoy tan feliz de haber hecho este viaje juntos.... Tú eres mi objetivo —el morocho se sorprendió con lo que le contaba. Tenía que ser. A todo esto los hermanitos se dirigieron una mirada divertida como si los pusiera felices que yo por fin me atreviera a confesar mis emociones, lo cual en verdad me animó a continuar. Tenía que decirle todo, era ahora o nunca—. Cuando nos encontremos de nuevo me habré vuelto una chica mucho más atractiva.

 Le guiñé un ojo al decir esto último y el desalmado sólo me contestó con un simple "si" repleto de entusiasmo... Todo un año intentando confesar lo que sentía y él se limitaba a eso, sin palabras bonitas, sin abrazos sinceros de nomeolvides... sin besos...

 Después de todo ¿por qué me sentiría mal? No era que esperara un gran cambio de Satoshi, él siempre fue cariñoso a su manera, en verdad nunca me había rechazado. Acepté los hechos como algo incomprensible, pero agradable, y tras decir un humilde "¡Nos vemos!" comencé mi marcha mientras ellos me observaban desde la cima de la escalera.

 Una sensación de paz me reconfortó en aquellos momentos; Satoshi no me había dicho nada romántico, pero tampoco me había rechazado. Entonces entendí que a veces malgastaba mi tiempo esperando que me abran la puerta cuando la misma estuvo siempre abierta. Tenía que atravesarla, necesitaba llegar a aquel lugar a como de lugar.

 Sentí la resistencia de la escalera eléctrica bajo mis pies y me descubrí resuelta, libre de culpas, convencida por una vez de que lo que sentía no era simple admiración, me sentí sincera. Volteé a ver al chico que adoraba y con una voz suplicante le grité.

—Satoshi, ¿puedo decirte una última cosa?

 Entonces comencé a correr hacia él mientras la adrenalina me impulsaba, alcancé su posición, vencí mis miedos, me incliné hacia adelante sin pensar en las posibilidades de rechazo y con toda mi ternura derramada en aquel acto, sellé nuestra despedida con un beso en sus labios. El pulso se me aceleró, me ardía la cara, ¿me correspondería? ¿me empujaría? ¿me diría que prefería a Pikachu?...

 Había jurado dejar atrás los miedos si alguna vez tenía oportunidad de besarlo, pero estos me invadían como un león acechando más, el siempre noble Satoshi no solo no me rechazó sino que además sentí por un momento —unos escasos segundos— cómo con la presión de sus labios él me correspondía.

 Desdichada mi suerte, y maldita la escalera... Si tan solo hubiera podido detener el reloj por un instante... pero era imposible. Él, que tanto admiraba la mecánica y sus avances científicos, ahora era alejado de mí por esa misma ciencia, robándonos aquel breve cáliz de felicidad plasmada en el encuentro de nuestros labios bajo la forma de un beso.

 La escalera, la despedida, su mirada, el beso... ¿Cuánto tiempo perdí sin saber que él me correspondería? Mi alma flotaba en un mundo de paz, de mágia y de corazones al tiempo que una llama de dolor me consumía por dentro... No supe más que agradecer.

"¡Gracias!"

 ¿Pero gracias por qué? Por el beso, por la mirada, por el aeropuerto, por buscar a Dedenne, por salvar a Kalos, por demostrar tu poder frente a todos en la liga pokemón, por los pokelitos compartidos, por acompañarme en mi camino a ser una mejor performer... siempre fuiste el primero en apoyarme. Por saberme comprender en mis tristezas, alegrar mis ratos de tedio, por un lazo azul que nunca dejará de unirnos, por saltar de la torre y salvar a tu Pikachu sin siquiera pensar en ti mismo, por sanar mi rodilla con tus encantamientos infantiles y rescatarme de aquel bosque, por haberte convertido en mi primer, gran y único amor... Gracias Satoshi, gracias.

 A estas alturas reflexiono y comprendo que quizás lo que nos pasó de chicos fue un reflejo de lo que seríamos ahora nosotros dos. Tú me rescataste, me ayudaste a caminar cuando mi vida estaba detenida en un punto fijo, cuando dependía de mi mamá para hacer lo que fuera, cuando tenía miedo de proseguir. Tú me embrujaste, te asentaste en mis pensamientos y no pude olvidarte; No puedo. Jamás podría. Tú me enamoraste. Y como al final de aquel campamento no sabes lo feliz que me siento ahora.

 Te veo decirme "¡Nos vemos, Serena!" y mi nombre se siente protegido al posarse entre tus labios. No me olvides mi corazón, no me olvides. Ahora inicio un nuevo viaje, ya no podré verte más. No me olvides... Prometo devolverte el favor. 

 El avión partió.

Alcanzaré mi objetivo (Amourlove)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora