El chico de la pierna rota -Magisterium

Babea mientras duerme.

"...Notaba una nueva sensación en mi interior, una rueda que giraba en mi corazón y que nunca antes había percibido, que daba vueltas a tal velocidad que me mareaba. Y cuanto más se alejaba Emma, más rápido giraba la rueda, como si estuviera desarrollando una cuerda invisible que se tensaba cada vez más y acabaría partiéndose si se alejaba en exceso... y matándome.
Me pregunté si aquel dolor tan extraño y tan dulce sería amor."
     Ramsom Riggs en "La Ciudad Desolada".

El sol ya se escondía en el horizonte. Los cuatro magos dejaron de correr.
-No podemos seguir -dijo Aaron.
Call casi se desmaya al verlo. Recordó cuando vio sus musculos en el rio. Pero el rubio ahora estaba con su camiseta blanca pegada al cuerpo por el sudor, y eso era sin duda, para él, un arma mortal.
-¿Tengo que recordarte que estamos en medio del bosque y no tenemos nada para acampar? -dijo Jasper.
-Si que tenemos -Tamara estaba detrás de una gran roca. Call no se habia dado cuenta de que se había alejado de ellos-. Vengan.
Hicieron lo que la de trenzas les ordenó y se encontraron con un montón de hojas apiladas en un gran circulo.
-Se llama instinto de supervivencia, Jasper.
-¿En serio? Me parece que has visto demasiado Discovery Channel.
-Cierra el pico DeWinter.
-Aaaahhh, entonces no lo niegas...
Lo siguiente que Call logró ver fué el brazo de Tamara moverse, y luego, al asiatico con una marca roja en forma de mano a mitad de la cara.
-Auch...
-Ya calmense -todos miraron a Call, que ya se habia acostado entre las hojas-. Paramos para descanzar, no pelear... Aún así, buena esa, Rajavi -esta se acercó y chocó puños con el pelinegro.
Poco a poco, a medida que la noche se acercaba, y la luna se dejaba ver al mundo cada vez nitida, los chicos calleron en las manos del sueño.
Pero este soltó a Call antes de lo previsto. Él abrió los ojos, que se encontraron con una fogata apagada ya hacia vario rato. Luego sus orejas despertaron y escuchó un terrible ronquido.
Al principio pensó que era Jasper, pero luego de dar un giro en aquella improvisada cama, se encontró con Aaron a pocos centímetros de él. Su pecho subia y bajaba al compás del molesto sonido, y si miraba detenidamente, podía ver un hilo de un liquido espeso y brillante callendo por su boca.
"Así que babea mientras duerme".
Si hubiera sido cualquier persona, Call hubiera planeado miles de formas para molestarlo con aquello una vez que se hubiera levantado. Pero para él el rubio no era cualquier persona, y por ende, el hecho de molestarlo ni siquiera le pasó por la cabeza.
Aaron era... peculiar. Como le había dicho horas antes, valía la pena. Pero era más que eso lo que Call veía en él. Desde su forma de hablar, de moverse, hasta su forma de pensar y actuar, habían activado algo en él que nunca antes había sentido. Como si en su interior hubiese una casa enorme en la cual jamás habia entrado, y con su llegada, todas sus puertas y ventanas se abriesen de par en par invitandolo a pasar.
Se lo quedó mirando en la oscuridad, temiendo que el insoportable y doloroso palpitar de su corazón no hicieran vibrar la tierra.
Call pensó en todo lo que sentía por Aaron, en como se comportaba cuando este le dirijia la palabra, y en como lo miraba en aquel momento, mientras ese chorro de saliva le caía por la boca. Luego de razonarlo unos instantes, se dió finalmente cuenta de que estaba locamente enamorado de él.
Esto no lo tomó por sorpresa, solo empeoró el miedo a que se escucharan sus latidos.
Y luego se dió cuenta de que la tierra estaba literalmente retumbando. "Es imposible..." Antes de que pudiera terminar de pensar se escuchó un rugido. Todos los demás se despertaron de golpe, afortunadamente para Call, Aaron no se dió cuenta de su mirada fijamente posada en él. Desde luego no se dieron cuenta de nada, pues salieron disparados cuando un elemental gigante salió de entre unos arboles.
El rubio tomó al de ojos oscuros y lo ayudó a correr, eso hizo que a Call se sintiera, tal vez, un poco menos asustado.